27 enero 2025

En busca del Leopardo de las Nieves ( III )


L
a luz de un nuevo día anuncia que es hora de levantarse. La verdad es que volver a ver la capa de hielo acumulada en el cristal de la habitación, no invita a salir al exterior pero a través de la ventana veo a mis infatigables compañeros, explorar los alrededores con los teles en busca de animales.

Yo prefiero tomármelo con más calma e irme desperezando poco a poco, sin prisas. Ayer disfrutamos de un bonito y largo avistamiento de una pareja de leopardos de las nieves así que el objetivo principal estaba conseguido.
Me vestí pausadamente, ordené un poco la habitación y me aseé un poco sin demasiadas prisas por salir al exterior donde el termómetro se negaba a alcanzar por mucho, los 0ºC.




La jornada para mí empezó con lo que se había convertido en un pequeño ritual. Con mi cámara colgada a un lado y los prismáticos al otro, crucé la puerta que marcaba la fina línea de separación entre el frío y el frío extremo, para saludar a mis compañeros, comentar los avistamientos del día y hacer una pequeña ruta por la pista que se dirigía a la pequeña aldea de Ulley.
Gorro, gafas, guantes, cuatro capas de ropa y plantillas calientes que a duras penas mantenían los pies calientes, no eran suficientes para mitigar el frío de la mañana pero mientras el viento no soplara, se hacía llevadero.
No me cansaba de sacar fotografías del impresionante paisaje que me rodeaba pero desgraciadamente la fauna brillaba por su ausencia, algo que por otra parte no me sorprendía. Aquel agreste lugar no parecía muy compatible con la vida de ningún ser vivo. A pesar de todo, las perdices, los yaks y algún que otro pajarillo, se empeñaban en demostrarme que las especies se adaptan a todo tipo de terrenos y condiciones.









De regreso a casa, mis compañeros estaban recogiendo los teles para entrar al "calor" de la casa. Sin demasiado éxito en sus observaciones, era hora de desayunar algo y planear la jornada de hoy.
Nuestro guía nos dejó desayunar tranquilamente y charlar un rato antes de presentarse para explicarnos sus planes.
En principio la idea era quedarse por los alrededores del albergue ya que los rastreadores habían alertado de la presencia de lobos tibetanos por la zona y confiaban en poder verlos a lo largo del día. No obstante, si recibían noticias de algún avistamiento importante a través de los walkies, montaríamos en los coches para salir disparados hacia donde fuera necesario.

Nos acercamos a pie hasta otra casa cercana, situada en un montículo que permitía unas buenas perspectivas para montar los telescopios. Allí permanecimos sin demasiado éxito unas horas hasta que el guía decidió que era mejor tomarse un descanso y volver a casa para comer algo, reponer fuerzas y entrar en calor. Nadie cuestionó la decisión.....






De vuelta en casa nos encontramos con una estufa funcionando a pleno rendimiento. No hacía calor en ninguna estancia, a excepción del salón donde se encontraba la estufa de leña; allí la temperatura sobrepasaba con creces los 20ºC.
Nos pusimos ropa cómoda y nos acercamos al salón donde la pareja de canadienses se encontraba hace rato, viendo videos y fotografías tomadas durante los días anteriores. Ella se encontraba un poco preocupada ya que llevaba días sin ir al baño y no se encontraba demasiado bien pero a todos nos sorprendía que se limitara a comer arroz y agua con limón. No parecía lo más adecuado para sus dolencias...
Yo también llevaba ya unos días sin ir al baño pero tras los días de diarrea no me preocupaba demasiado aunque eso sí, procuraba limitar mi consumo de arroz y mucho menos de limón.

Tras otra agradable y sabrosa comida, una breve sobremesa puso fin al relax ya que había que salir de nuevo a la calle para proseguir con la búsqueda.
Realmente, con el estómago lleno y tumbado confortablemente a más de 20 grados, la idea de ponerse a andar sobre el hielo, a varios grados bajo cero, no era la más tentadora pero habíamos venido a esto...




De nuevo nos movimos entre el exterior de nuestro alojamiento y la cercana casa sobre la colina con la esperanza de avistar algún leopardo o algún lobo tibetano.
Otro grupo de la cercana aldea de Ulley se unió a nosotros aunque todo parecía indicar que la jornada no iba a resultar demasiado fructífera.
Pero de pronto, un walkie sonó...
La gente comenzó a moverse hacia todos lados mientras nosotros no sabíamos muy bien lo que pasaba. Nuestro guía no tardó en explicárnoslo. Unos lobos estaban cruzando la cadena montañosa justamente por encima de nuestro alojamiento y se dirigían hacia donde estábamos.
El nerviosismo cundió entre los allí presentes y todos se afanaban en descubrir a través de teles y prismáticos al grupo de lobos.

No se puede decir que el avistamiento fuera de gran calidad pero teniendo en cuenta la desconfianza y la timidez de este escurridizo animal, el hecho de poder ver una pareja de lobos tibetanos corriendo hacia ti durante unos minutos, bien se puede considerar un éxito.
Habíamos conseguido ver otro de los animales más emblemáticos de la zona y por supuesto, nos encontrábamos plenamente satisfechos.
Algún grupo se desplazó de un lado a otro tratando de seguir su rastro después de que desaparecieran tras una colina pero yo opté, junto a una compañera, por volver poco a poco al alojamiento.
Un nervioso zorrillo apareció no muy lejos y puso el broche final a una jornada que hace tan sólo unos minutos, no parecía prometer nada especial.








Ya estábamos cómodamente instalados al calor de la estufa cuando llegó el resto del grupo que también avistó los lobos aunque no pudieron hacerle ningún video. Tan solo pudieron grabar al zorro que también vimos nosotros y es que descubrir a los lobos entre las rocas con la velocidad que llevaban, ya era lo suficientemente complicado como para además, intentar grabarlos o fotografiarlos.
Aún así, todos estábamos muy satisfechos con el avistamiento.
Solo quedaba cenar, charlar un rato y marchar a la cama a la espera de un nuevo día...










Ruta de la jornada




Video de la jornada



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