26 febrero 2011

Bicicleta y rafting por XINGPING(III)


Habíamos llegado a Xingping sin tener muy claro lo que íbamos a encontrar, sin más pretensiones que descansar unos días rodeados de un paisaje del que ya teníamos referencias gracias a las fotografías que habíamos visto en más de una ocasión pero lo cierto es que la belleza del lugar y la calma que se respiraba en el pequeño pueblo al atardecer, terminó por cautivarnos a todos y lo que iba a ser una estancia de un par de días, se convitieron en dos más.

Hoy era nuestro tercer día en el pueblo y tras desayunar algo más fuerte de lo habitual, alquilamos unas bicicletas en el hostal para dar una vuelta por las pequeñas aldeas de los alrededores. Nos alquilan las bicicletas para todo el día por 10 yuanes  pero sólo las utilizaremos por la mañana porque queremos regresar al pueblo para la hora de comer. El plan es comer tranquilos para reponer fuerzas e ir a hacer rafting a un río cercano por la tarde.


Una vez que atravesamos el puente que cruza el río, tomamos la estrecha carretera que gira a la derecha para adentrarnos por solitarios paisajes que atravesaban campos de cultivo y vastas extensiones de frutales entre los que destacaban los enormes pomelos que colgaban de sus ramas.
Ensimismados con la belleza y la sensación de relax que experimentábamos según  íbamos avanzando por aquellos parajes en los que nuestra única preocupación era esquivar las numerosas mariposas que se cruzaban en nuestro camino, fuimos recorriendo kilómetros sin tener muy claro dónde nos encontrábamos ni hacia dónde nos dirigíamos.




Algunos campesinos que se encontraban trabajando en los campos o recogiendo hierbas al borde del camino y los niños que alborozados salían a recibirnos cuando llegábamos a alguna de las pequeñas aldeas que atravesamos, fueron los únicos signos de civilización que nos encontramos. Nunca olvidaremos las sonrisas de los niños cuando sorprendidos, nos veían llegar a lomos de nuestras bicicletas; sonrisas sinceras que no buscaban nada a cambio a no ser un saludo u otra sonrisa de agradecimiento. Era curioso escuchar cómo se esforzaban en pronunciar un gracioso “jelou” y se partían de risa cuando éramos nosotros los que les devolvíamos el correspondiente “nijao”.



Durante toda la mañana nos deleitamos con la que supuso una de las mejores experiencias por China, hasta que decidimos dar la vuelta ya que no teníamos muy clara nuestra situación después de tantos senderos y caminos tomados. Por fortuna, el regreso se produjo sin incidentes y resultó más sencillo de lo esperado.
Después de comer, sobre las 3 de la tarde deberíamos acercarnos hasta la parada de autobuses ya que allí cerca, un bus turístico nos acercaría hasta el punto donde haríamos el rafting. Tuvimos suficiente tiempo para comer algo tranquilamente antes del viaje que duraría una media hora hasta llegar a una zona donde nos alquilan unas taquillas para dejar la ropa y todos los objetos de valor para que no se mojen durante el rafting. Te cobran 30 yuanes y te reembolsan 20 cuando devuelves la llave.

Aconsejo a todo aquel que piense hacer el rafting, que vaya con el traje de baño y calzado de agua; absolutamente nada más.
Otro autobús te sube hasta el punto definitivo donde comienza el descenso y mientras íbamos subiendo veíamos el pequeño río por el que nos deslizaríamos posteriormente. Todos coincidimos en que parecía algo muy suave y poco exigente pero los primeros segundos de recorrido bastaron para sacarnos de nuestro error..
Tras equiparnos con casco, coderas, rodilleras y chaleco salvavidas, nos montamos de dos en dos en las balsas hasta que todo el grupo estuvo preparado para iniciar el circuito que comenzaba cuando enganchaban tu balsa con un gancho y te arrojaban por un tobogán casi vertical que te lanzaba por un estrecho río atestado de rocas contra las que te vas golpeando sin cesar a la vez que giras como una peonza. No es un rafting convencional ya que ni siquiera llevas remos y tu única preocupación radica en agarrarte fuerte para no caerte.


La experiencia no deja de ser excitante pero dependerá de cada persona, calificarla bien como extraordinaria o acaso de agotadora y pesada.
Todo el trayecto está repleto de fotógrafos empeñados en sacarte una foto en las situaciones más comprometidas que luego, abajo, intentarán venderte de recuerdo por 10 yuanes.
Llegamos, por supuesto, calados hasta los huesos, razón por la que buscamos a nuestro conductor para volver al hostal lo antes posible para darnos una ducha caliente después de permanecer durante hora y media bajando por aquel endiablado río.

Una cena en la acogedora terraza que el hostel tenía en el último piso, nos sirvió para recuperarnos mientras preparábamos la forma de llegar a nuestro próximo destino: los arrozales de Ping´an.
Mañana será nuestro último día en este idílico lugar pero todavía tendremos tiempo para observar con nostalgia, las inmensas moles de roca  que parecían querer despedirse de todos nosotros iluminadas en la oscuridad de la noche por la tenue luz de la luna .



  • Capítulo siguiente: PING´AN. Los arrozales de Longji ,"el espinazo del dragón"


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