26 septiembre 2011

La isla de Runde. NORUEGA.

 

 Runde es una isla cercana a la famosa población de Alesund, sitúada en el municipio de Herøy y perteneciente al condado de Møre og Romsdal.


Su población apenas alcanza los 100 habitantes y un estrecho puente une esta pequeña isla con la vecina Remøya.
Se dice que entre Febrero y Agosto, época de nidificación, se dan cita en la isla más de 500.000 aves, gran parte de las cuales se concentran en los abruptos acantilados que la limitan.
Se le considera la colonia de aves marinas más meridional de Noruega y la más numerosa de Escandinavia.
Son aproximadamente 80, las especies que anidan en la isla y se han llegado a observar más de 230 especies distintas.


Las ricas aguas que rodean la costa de Runde, donde acuden a desovar numerosas especies de peces, facilitan la proliferación y la prosperidad de las colonias de aves marinas.
Entre las numerosas especies que podremos observar se encuentran los frailecillos, las gaviotas tridáctilas, el halcón, el arao, el alcatraz del Norte, el Fulmar del Norte, el cormorán moñudo, los Págalos Grandes y los espectaculares Pigargos.



Para acceder a la zona de acantilados deberemos ascender una pequeña colina de algo más de 300 metros que en muchas ocasiones se encuentra invadida por la niebla. Es éste un handicap que deberemos siempre tener en cuenta y que en ocasiones harán más recomendables los avistamientos desde el mar, a bordo de alguna embarcación que rodee la isla y visite las colonias cercanas.
 



Al lado oeste podremos encontrar a los populares frailecillos, a los alcatraces, a las gaviotas tridáctilas, a los araos y a las alcas mientras que en el norte podremos observar una de las mayores colonias del mundo de cormorán moñudo
Para finalizar, en la parte nor-oriental de la isla encontraremos la colonia de fulmares.




Mientras caminamos por los senderos señalizados en la montaña, sobre nuestras cabezas sobrevolarán alguna de las 50 parejas de págalos grandes que crían en la isla o los imponentes pigargos que habitan la isla en un número estimado de 40 ejemplares.


El faro de Runde sitúado en el extremo nor-occidental de la isla, será el único vestigio de civilización que encontraremos una vez ascendida la colina.
Pero sin lugar a dudas, el “ave estrella” del lugar es el frailecillo (Fratercula arctica). Esta pequeña ave también conocida como loro de mar, de colorido pico y confíado carácter, es la atracción principal de los acantilados y mucha gente no dudará en armarse de paciencia, incluso soportando duras condiciones climatológicas, con la esperanza de compartir unos minutos con este simpático pajarillo que apenas llega a medir 30 cm y puede llegar a vivir 25 años.



Su temporada de cría tiene lugar entre Abril y Agosto aunque a lo largo del mes de Julio suele abandonar la colonia. La población de frailecillos estimada en 100.000 parejas, suele pasar la jornada pescando en el mar y no vuelven a sus nidos hasta bien entrada la tarde por lo que es conveniente consultar en el cámping de Runde, cual es su hora habitual de llegada durante nuestra visita. Si les esperamos en la zona adecuada, no dudarán en aterrizar a escasos metros de donde nos encontremos demostrando su carácter sociable y confíado.

Y por supuesto, no olvidemos las más elementales normas de comportamiento cuando visitamos un paraíso natural como éste; respetemos una distancia prudencial hacia las aves, no salgamos de los senderos señalizados para no dañar demasiado el ecosistema de la isla e intentemos en la medida de lo posible, no molestar demasiado a las aves. No olvidemos tampoco hacernos acompañar de un obligado compañero de viaje en estas ocasiones: LOS PRISMATICOS.




Llegamos a Runde sobre las 3 de la tarde, entre lloviznas y un cielo plomizo que no auguraba nada bueno. Habíamos reservado una cabaña para 4 sin baño por 450 coronas en el cámping de Runde y hacia allí nos dirigimos directamente.






Las noticias que nos dan allí no son nada halagüeñas, nos dicen que no ha parado de llover en varios días, que el terreno se halla inundado y que la niebla impide ver nada en lo alto de la montaña.


Nos dan un mapa con la ubicación de las colonias y nos dicen que los frailecillos están volviendo a sus nidos sobre las 21 horas. 
En Julio, las 9 de la noche garantizan luz suficiente siempre y cuando la niebla no se empeñe en lo contrario. 
Como alternativa, nos ofrecen visitar las colonias desde el mar al día siguiente.Como es la hora de comer y el día es largo, decidimos llenar nuestros estómagos tranquilamente en nuestra cabaña mientras decidimos qué hacer.

Finalmente, a eso de las 5 de la tarde, decidimos iniciar nuestra ascensión a la montaña de los pájaros. En principio no está lloviendo y tras superar las primeras rampas, comenzamos a ver los primeros págalos grandes y pigargos europeos sobrevolando la isla antes de que la lluvia y la niebla hicieran acto de presencia. 
Cuando llegamos a la colonia de fulmares, el agua cae con fuerza. 
Seguimos subiendo la colina pero ya la niebla se ha adueñado del lugar y apenas vemos dos metros más allá de nuestras narices.

Cuando llegamos a la colonia de frailecillos estamos empapados y el viento arrecia calándonos hasta los huesos; son las 7 y quedan dos horas hasta que regresen a sus nidos por lo que hay división de opiniones entre los que pretendemos intentar esperarles y los que optan por regresar a la cabaña ya que la densa niebla amenaza con impedir cualquier avistamiento. 
El grupo se divide y por fortuna, la niebla parece disiparse por momentos. 
Podemos ver a lo lejos la colonia de alcatraces y el majestuoso vuelo de págalos y pigargos. Incluso vemos cómo un pigargo devora en pleno vuelo un pollo que acaba de capturar en los acantilados.



Mientras esperábamos a los frailecillos tuvimos un pequeño incidente con una agresiva pareja de págalos que se sintió intimidada por nuestra presencia y no dudaron en abalanzarse sobre nuestras cabezas; su reacción nos hace suponer que estaban defendiendo su nido.

Nuestras anheladas avecillas no fueron puntuales a la cita pero al final…..aparecieron!!
Como si se trataran de mariposas comenzaron a aparecer volando posándose practicamente a nuestro lado.
De nuevo llovía y la niebla se echaba pero los teníamos allí, a nuestros pies.




 
Con los deberes hechos y orgullosos de haber aguantado hasta el final, emprendimos el camino de vuelta totalmente mojados pero contentos. 
Llegamos a las 10,30 a la cabaña, ahora toca cenar caliente y secar la ropa para mañana.


El día siguiente amanece igualmente nublado pero pronto las nubes se van disipando permitiendo que el sol haga acto de presencia por lo que decidimos volver a subir a la montaña. 
Esta vez todo es distinto, vemos las colonias (a excepción de los frailecillos y los fulmares que han abandonado sus nidos) y hay luz. 
El espectacular paisaje complementa el desfile ornitológico para completar una agradable jornada pajarera.



Tras más de 4 horas de paseo, ha llegado la hora de abandonar este emblemático lugar, un santuario de visita obligada para cualquier aficionado a la ornitología.



Capítulo siguiente:   De Runde a Sogndal. NORUEGA.

1 comentario:

Antonio Ruiz dijo...

Hola Aitor!

Me alegra saber que has llegado vivo de Kenia. Ya nos contarás...

Lo habrás pasado en grande en la isla con tanto pajarerío. Tomaré nota para mi viaje noruego para 2015 o 2020 o sabe diós cuándo...

Esperamos ansiosamente los relatos de kenia!!!

Abrazos.