06 octubre 2011

De Runde a Sogndal. NORUEGA.

 

Tras nuestra grata experiencia en Runde, tomamos rumbo a Sogndal para dedicar nuestros últimos días a conocer los alrededores del Sognefjord, uno de los fiordos más representativos de Noruega.
Volvemosa desandar la peculiar ruta repleta de puentes, ferrys y túneles que nos lleva hasta la península de nuevo, no sin antes hacer una parada técnica en la gasolinera Shell de Volda para pagar los dos pasos que hicimos a través del túnel subterráneo de Eiksund. Tras pagar 152 Nok, nos dirigimos al ferry que nos pasará a Folkestad.


N
o será éste el último ferry de la jornada, ya que en Lote cogeremos otro que nos llevará hasta la localidad de Anda, tras pagar 161NOK por el coche y 4 pasajeros.
No tardamos en realizar una nueva parada cuando los típicos tonos azulados de un imponente glaciar surgen repentinamente a nuestra izquierda. Nos encontramos ante el Bøyabreen, uno de los brazos del glaciar de Jostedal, el más extenso de la Europa continental. 
En este punto, el glaciar llega hasta los 300 metros de altitud, su cota más baja a lo largo de sus 487 km2 de extensión. 
Estamos en la carretera principal de Fjærland, desde donde parte una estrecha carretera que nos dirige hacia la misma base del glaciar y a un restaurante con magníficas vistas al mismo. 
Durante nuestra visita tuvimos ocasión de escuchar el estruendo que provocó la caída de una pequeña parte de la masa de hielo que compone este espectacular glaciar.

 
Ya no pararemos hasta llegar a Sogndal donde queremos buscar una cabaña para pasar la noche en alguno de los cámpings de los alrededores. Nos dirigimos al cámping de Kjørnes a unos pocos kilómetros de Sogndal y sitúado en un entorno paradisíaco a las orillas del Sognefjord.
Sogndal acoge uno de los cinco brazos de este fiordo, el más largo del mundo, llegando a adentrarse más de 200 kilómetros tierra adentro. Los acantilados que flanquean sus orillas llegan a superar los 1000 metros de altitud mientras que sus aguas albergan profundidades superiores a los 1300 metros.

La fortuna esta vez estuvo de nuestro lado ya que en el cámping disponían de una última cabaña libre y además era para 4 personas. Pagamos 490 NOK por una cabaña sin W.C pero con unas vistas inigualables al Fiordo de los Sueños
Desde nuestra terraza, disfrutamos del eterno atardecer noruego mientras degustábamos con toda la tranquilidad del mundo, unas magníficas cervezas que habíamos puesto a enfríar a nuestra llegada. Las marsopas se dejaban ver en las aguas del fiordo al salir a respirar a la superficie mientras el sol lucía sin complejos tras los últimos días lluviosos.


 












 



 
El día siguiente amaneció de igual manera. El sol volvía a aparecer con fuerza y la temperatura era agradable a pesar de ser muy temprano. Tras un pausado desayuno partimos sin tener muy clara nuestra ruta de hoy. Tomamos dirección a Balestrand siguiendo el curso del fiordo hasta que nos topamos con la cascada de Kvinnafossen, una vistosa caída de 120 metros de altura cuyas aguas cruzan la carretera para ir a desembocar directamente al fiordo. Mientras sacamos las fotos de rigor, varias marsopas hacen aparición en las proximidades.



Al llegar a Hella tomamos la decisión de tomar el ferry que nos cruzará a Vangsnes para desde allí dirigirnos hasta el brazo más espectacular del Sognefjord, el Nærøyfjord. Este fue declarado Patrimonio de la Humanidad gracias a su estado de conservación y a los impresionantes paisajes que alberga. 
A través de una espectacular carretera donde abundan las cascadas, los picos nevados y los paisajes más variados, llegamos hasta el bonito pueblo de Vik sitúado en un enclave maravilloso. 



 Un poco más adelante, destaca la llamativa iglesia de madera de Hopperstad, una iglesia medieval construída en el año 1130 y posteriormente reconstruída en el siglo XIX.



Llegamos hasta la localidad de Gudvangen donde un ferry hacía un crucero de unas tres horas hasta Laerdal, recorriendo el encajonado fiordo de Nærøyfjord. 
Previo pago de 1025NOK por el coche y los 4 pasajeros, embarcamos. Durante los aproximadamente 17 kilómetros que posee este fiordo podemos ver numerosas aldeas que salpican sus orillas, muchas de ellas sin ninguna otra conexión que no sea la meramente marina. Los abruptos acantilados que parecen amenazarte con aplastarte entre sus paredes, le confieren una particular belleza por la que es considerado uno de los fiordos más bellos de Noruega. No es difícil avistar focas y marsopas a lo largo del recorrido.



Tras dos horas llegamos a Kaupanger donde desembarcó gran parte del pasaje aunque nosotros seguimos hasta el pintoresco pueblo de Lærdal, donde cenamos antes de partir de nuevo hacia nuestro apartamento en Beitostolen a donde volveríamos para pasar nuestra última noche en Noruega.
Finalmente fueron tres horas hasta Lærdal, una antigua localidad que nos sorprendió con sus antiguos y cuidados edificios, algunos de los cuales se remontan al siglo XVIII. 



Fue precisamente en este pequeño pueblecito donde hicimos nuestra única comida fuera de casa.
Mientras unos nos inclinamos por probar el famoso salmón noruego, otros pidieron carne; las raciones eran más bien escasas, acompañadas de un par de patatitas asadas y unas rodajas de pepino. Todo esto más tres cañas y una pepsi, nos salió por el “módico” precio de 900 NOK. 
Tengo que confesar que a nuestra llegada al apartamento en Beitostolen, tuvimos que llenar nuestros vacíos estómagos con una buena ración de patatas y huevos fritos.

Era prácticamente nuestra despedida del país ya que sólo nos quedaba recorrer los 120 kilómetros que nos separaban de Beitostolen, desde donde partiríamos al día siguiente a Oslo para coger el avión de vuelta a casa.



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