26 marzo 2012

Visita al poblado Masai.


Dice una antigua leyenda masai que en el principio de los tiempos Dios tenía tres hijos. A uno le regaló una flecha para cazar, a otro una azada para arar y al tercero un cayado para conducir el rebaño. Según dicha leyenda, este último se convertiría en el padre de todos los masais.

Es por ello que los integrantes de este orgulloso pueblo, consideran que les corresponde por derecho, todo el ganado de la Tierra. No es difícil entender que esta peculiar creencia les ha creado grandes enemistades con otras tribus vecinas. 
Su lengua, el Maa, es de origen nilótico oriental y sus creencias religiosas son de tipo animista venerando al dios Ngai que habita en la montaña sagrada de Ol´Donyo´Lengai.Se calcula que la totalidad de la población masai, repartida entre los países de Kenya y Tanzania, no llega al millón de habitantes.Aunque una pequeña parte se dedican a la agricultura, la gran mayoría la desprecian y su principal medio de subsistencia sigue siendo el pastoreo, siendo los niños los encargados de vigilar el ganado. 
Del buen estado de sus rebaños dependerá en gran medida, la supervivencia de esta tribu a la que proveerá de leche y sangre mientras que sus excrementos servirán para forrar las chozas donde viven. Nada se desperdiciará en caso de sacrificarlos ya que tanto su carne como los cuernos, pezuñas y pieles tendrán su utilidad correspondiente.

Sus características túnicas de llamativos colores entre los que domina el rojo, los hace visibles a gran distancia, motivo por el cual aseguran que los leones y demás depredadores les evitan de inmediato.
 

Su sociedad está perfectamente jerarquizada dividiéndose en guerreros, jefes de familia y ancianos teniendo cada grupo unas funciones claramente diferenciadas.
La toma de decisiones importantes que afectarán al poblado, recaerá sobre los ancianos.



La ceremonia de la iniciación durante la que se lleva a cabo la circuncisión tanto de hombres como mujeres, da paso a la edad adulta durante la que la promiscuidad será socialmente aceptada.
Los hombres podrán tener tantas mujeres como puedan mantener y éstas, a su vez, podrán tener relaciones con otros jóvenes del poblado.
El matrimonio se entiende como un acto de organización social que garantiza la procreación.

Esta ceremonia de iniciación será uno de los principales acontecimientos en la vida de los masais. Durante la misma, los muchachos deberán demostrar su valor no debiendo mostrar signos de dolor durante la circuncisión para no ser motivo de vergüenza para él ni para su familia.
Una vez finalizada la ceremonia, son vestidos con túnicas negras y les pintan sus caras de blanco, debiendo abandonar el poblado para aprender a sobrevivir lejos de la protección familiar.
Antiguamente debían matar un león para demostrar su valor aunque las actuales leyes conservacionistas han acabado casi totalmente con esta práctica.

Sus poblados, denominados bomas, acostumbran a tener forma circular donde se reúnen varias chozas protegidas por empalizadas fabricadas a base de espinos y largas varas afiladas con el fin de proteger tanto a sus habitantes como a su ganado.
Es habitual observar la construción de otra empalizada en el interior del poblado, aún más alta, donde meten a su ganado por la noche para guarecerlo del ataque de leones, hienas y otros depredadores. 
 
Tras el safari matutino del tercer día y el posterior desayuno, disponemos de tiempo libre hasta después de comer pero como parte del grupo quiere visitar el poblado masai cercano, decidimos que éste es el momento ideal para hacerlo.
Mientras unos nos acercamos al poblado previo pago de 20$, otros aprovechan para llevar a la escuela el material escolar que hemos traído para los chavales.
 


En mi opinión, no me cabe duda de que los masais han convertido estas visitas en una auténtica obra teatral para los turistas pero también es cierto que te permiten ver cómo viven, conocer un poco sus costumbres, la estructura de sus poblados y casas, ritos, etc.


Particularmente destacaría los minutos que pasamos en el interior de una choza en la que un masai preparaba la comida en total oscuridad y silencio. Nos invitó a sentarnos con él y conforme íbamos charlando y nuestros ojos se habituaban a la luz, una sensación de serenidad y calma se adueñó completamente de nosotros; curiosamente esta sensación la compartimos de manera unánimame, los tres que nos adentramos en aquel pequeño cubil.

Naturalmente, no faltaron los saltos de rigor acompañados por los asombrosos sonidos guturales que acompañan a la actuación.
Los típicos saltos, cánticos, consecución de fuego y la visita final a su mercado de artesanía, pusieron fin al recorrido.
Mientras tanto, los niños de la escuela cercana jugaban al fútbol descalzos pegando patadas a un balón fabricado con bolsas de plástico.

Casi es ya la hora de comer así que volvemos al campamento donde nos tomamos unas cervecitas frescas antes del buffet.
Apenas tendremos una hora para descansar antes de volver a salir de safari a las 3.

2 comentarios:

Antonio Ruiz dijo...

Gracias Aitor por mostrarnos más la cultura Masai; tan desconocida en el mundo "civilizado".

Nosotros estuvimos también visitando un poblado y la experiencia, a pesar que como bien dices, fue todo un montaje tirístico, fue muy positiva.

Gracias nuevamente.

Abrazos.

aitor dijo...

Sí Antonio,es un verdadero montaje pero no es menos cierto que lo que ves es un reflejo directo y real de lo que viene a ser su día a día.

Para ellos somos meros viajeros de paso y no dudan en aprovechar el momento por mostrarnos su modo de vida.

Bueno Antonio,como decimos por aquí...URTE BERRI ON!!! PROSPERO AÑO NUEVO.
Un abrazo para tí y los tuyos.