16 febrero 2014

Tras las huellas del lince. Sierra de Andujar.


Como viene siendo habitual en los últimos años y siempre que mi calendario laboral me lo permite, no dudo en aceptar la invitación de acudir en busca de la fauna ibérica más esquiva y preciada.
Si bien ya he acudido en varias ocasiones a la cita osera que tiene lugar en tierras asturianas,el invierno pasado supuso mi estreno en lo que respecta a la búsqueda del felino más amenazado del mundo: el lince ibérico (Linx pardinus).
Para ello nos desplazamos hacia el sur hasta la Sierra de Andújar donde intentaríamos localizar alguno de los ejemplares que aún recorren libremente ese territorio.
Hablar de número de ejemplares, distribución de la especie a lo largo de la península, furtivismo y todo lo que rodea a este enigmático felino, no hace sino despertar encendidas discusiones entre los expertos.
Aún así, se habla de una población de unos 250-300 ejemplares de los cuales, alrededor de 50 se encontrarían en la zona de Doñana y el resto en Sierra Morena. 
También se habla de la existencia de otros 15 ejemplares en Castilla-La Mancha.
De cualquier manera, lo que estaba claro es que nos encontrábamos en la zona con mayor población de lince ibérico del mundo.


 El lince ibérico (Lynx pardinus)

Se trata de la especie más pequeña de lince ya que aunque pueden llegar a pesar alrededor de 20 kg, el peso medio de los machos suele rondar los 13 kg y 9 kg el de las hembras, aproximadamente la mitad que su pariente cercano, el lince boreal (Linx linx). 
Las principales características por las que puede ser fácilmente  reconocido, son su corta cola acabada en una borla negra, sus orejas puntiagudas coronadas por un mechón de pelos negros y las típicas barbas que adornan sus mejillas y que les van creciendo con la edad.
Su territorio suele abarcar alrededor de 10 km² en los que buscan pequeños roedores, aves, pequeños cérvidos y sobre todo conejos, su principal alimento.
Animal solitario de marcado carácter territorial y de costumbres nómadas, se vuelve más sociable en la época de celo que suele tener lugar entre enero y febrero. 
Tras una gestación que se prolonga entre 65 y 72 días, paren de una a cuatro crías entre los meses de marzo y abril.
Viven alrededor de 13 años y se independizan entre los 7 y 12 meses, permaneciendo en el territorio donde nacen hasta los 20 meses aproximadamente.
Sus principales amenazas vienen provocadas por el ser humano. Los atropellos, los cepos y lazos, los envenenamientos y la caza furtiva son los responsables de un gran número de muertes entre su población.


Durante varios días recorrimos los principales puntos de observación, permaneciendo muchas horas observando su territorio a través de nuestros "teles".
En varias ocasiones oímos sus maullidos pero sólo en una ocasión una pareja se dejó ver a lo largo de unos minutos que nos supieron a muy poco.  
Personalmente, no fui testigo de este encuentro ya que había decidido hacer andando el recorrido que nos separaba de nuestro punto de observación, en lugar de hacerlo en coche. Cuando llegué donde se encontraban mis compañeros, ya lo habían visto y por desgracia, no volvieron a dejarse ver. 
Son gajes del oficio pero de cualquier manera, disfruté del recorrido viendo un precioso amanecer y numerosas especies abundantes en la zona entre las que se encuentran los ciervos, gamos, muflones, jabalíes, conejos, perdices, toros bravos, etc, etc.













 








 

























Y aunque la niebla dificultó en gran manera nuestro objetivo, los preciosos paisajes compensaron las adversidades.
Además, teníamos localizadas con los teles, una preciosa pareja de águilas imperiales que nos mantenían entretenidos durante las largas horas de espera. En más de una ocasión, sobrevolaron nuestras cabezas acompañadas de grupos de buitres leonados y negros.
Yo era el único integrante del grupo que no había gozado del privilegio de avistar al lince pero aún nos quedaba el último día para intentarlo. 

Cuando llegamos al punto habitual de observación, la niebla era dueña absoluta de la zona. Tras unas horas de espera decidimos bajar a zonas con más visibilidad pero tampoco hubo fortuna. 
Parecía que el gran gato no estaba por la labor de dejarse ver.
Pero como se suele decir, la suerte es caprichosa y cuando volvíamos a nuestro alojamiento mientras anochecía, un ejemplar se nos cruzó en la carretera. 
Bajamos inmediatamente de la furgoneta y a pesar de que no le saqué ninguna fotografía, pudimos disfrutar de un cercano avistamiento hasta que desapareció entre la maleza tras volver a atravesar la carretera frente a nosotros. Objetivo cumplido, por primera vez en mi vida, había visto un lince ibérico salvaje!!!

A pesar de no conseguir hacer ninguna fotografía al esquivo gato, hace unos días recibí las fotos de mi amigo Leo, entrañable compañero de aventuras, que había logrado fotografíar un ejemplar hace apenas unas semanas. 
A pesar de encontrarse bastante lejos, lo consiguió. 
Se trata de un ejemplar con un collar de seguimiento y tuerto de un ojo, lo que nos hace pensar que podría tratarse de Dingo.




  Ya sólo quedaba emprender el largo camino de vuelta a casa y planificar las fechas para volver el año que viene y volver a intentar descubrir y disfrutar de la presencia del felino más amenazado del mundo.



3 comentarios:

Wildlife dijo...

Estoy contigo que para intentar tener un mínimo de posibilidades se han de ir un mínimo de días. Está complicado lo de ver el gatito. Nosotros lo seguiremos intentando, pues cuando vamos a Málaga a ver a la familia Andújar está a 2h30' o un poco más y puede que en otra ocasión tengamos más suerte.
Saludos

Wildlife dijo...

¿Por cierto en qué mes fuistes?

aitor dijo...

Animo y a por el gato,que no se diga.....

Yo estuve en Diciembre que es el mes durante el que suelen ir mis compañeros pero la próxima visita esta prevista para Enero-15. Dicen que el celo está en su máximo apogeo.

Un saludo!!!