Hoy dedicaremos todo el día a visitar el parque de Manuel Antonio por lo que a las 7,30 ya estamos listos para desayunar y dirigirnos hasta el cercano parque.
Apenas comenzamos a recorrer los senderos del parque, tras pagar el ticket de entrada, gozamos de nuestro primer encuentro con un perezoso que descansa tranquilamente en lo alto de un árbol. Pensábamos que iba a resultar fácil ver a estos bonachones animales, endémicos de los bosques húmedos de esta parte del planeta pero lo cierto es que nos costó bastante poder localizarlos.
Como fanáticos observadores de fauna que somos, fuimos abandonando los caminos más frecuentados, adentrándonos por senderos solitarios con la esperanza de descubrir animales más escurridizos.
Así fuimos descubriendo lagartos, agutíes, capibaras, mapaches, coatíes y monos capuchinos o cariblancos.
Como fanáticos observadores de fauna que somos, fuimos abandonando los caminos más frecuentados, adentrándonos por senderos solitarios con la esperanza de descubrir animales más escurridizos.
Así fuimos descubriendo lagartos, agutíes, capibaras, mapaches, coatíes y monos capuchinos o cariblancos.
A pesar de que los perezosos son representativos de este parque, no es sencillo localizarlos debido a sus hábitos arbóreos y la densa vegetación existente. Mucha gente contrata guías equipados con potentes telescopios que ayudan al visitante a descubrir la abundante fauna del parque pero con paciencia y observando los tipos de árboles que frecuentaban, acabamos descubriendo bastantes ejemplares, alguno de ellos con crías.
Dado el pequeño tamaño del parque, sólo 1983 hectáreas terrestres, la densidad de fauna existente y su fácil accesibilidad, hacen de Manuel Antonio un parque muy visitado.
Este territorio localizado en la costa pacífica del país y antiguamente habitado por los indios quepoa, encierra bellas playas de arenas blancas que a su vez dan paso a exuberantes selvas tropicales que llegan hasta la mismísima arena de sus playas.
Este territorio localizado en la costa pacífica del país y antiguamente habitado por los indios quepoa, encierra bellas playas de arenas blancas que a su vez dan paso a exuberantes selvas tropicales que llegan hasta la mismísima arena de sus playas.
Son muchas las especies que habitan el parque pero buscábamos afanosamente un tipo de mono endémico del lugar y que se encuentra al borde de la extinción debido a la destrucción de su hábitat y a su captura por parte de los humanos: el mono titi.
Pero sólo pudimos observar de cerca a su malhumorado primo, el capuchino.
La mala costumbre de ofrecer comida a los animales, provoca que haya que extremar las precauciones con estos monos ya que muestran una conducta agresiva si no consiguen su objetivo.
Conviene recordar siempre que NO DEBE DARSE DE COMER A LOS ANIMALES.
Tras estar toda la mañana recorriendo los senderos del parque, el cielo comienza a oscurecerse de forma alarmante por lo que decidimos parar a comer unos bocadillos y esperar un poco para ver si vuelve a salir el sol o como de costumbre, comienza la habitual tormenta de casi todas las tardes.
No tardamos en descubrir que hoy también toca lluvia. Los caminos se llenan de agua y barro en unos minutos y los animales desaparecen para ponerse a salvo del chaparrón así que nosotros también emprendemos la retirada hacia el hotel.
Ya no dejará de llover hasta la noche así que toca descanso hasta la hora de cenar.
Al día siguiente el sol relucía de nuevo con fuerza, durante una jornada que teníamos pensado dedicar a la práctica del snorkelling por la zona, motivo por el que desayunamos un potente “gallo pinto” con jamón y huevos fritos antes de acercarnos al lugar donde organizaban las salidas para bucear.
Unos amables chicos nos explicaron que ellos organizaban la excursión pero en un acto de sinceridad nos dijeron que debido a las lluvias caídas, el agua estaba bastante turbia y no nos aconsejaban el buceo ese día.
De nuevo tocaba cambiar los planes y encontrándonos donde nos encontrábamos, qué mejor plan que dedicarnos a descansar, bañito, cervecitas y comida a base de pescadito….
Conviene recordar siempre que NO DEBE DARSE DE COMER A LOS ANIMALES.
Tras estar toda la mañana recorriendo los senderos del parque, el cielo comienza a oscurecerse de forma alarmante por lo que decidimos parar a comer unos bocadillos y esperar un poco para ver si vuelve a salir el sol o como de costumbre, comienza la habitual tormenta de casi todas las tardes.
No tardamos en descubrir que hoy también toca lluvia. Los caminos se llenan de agua y barro en unos minutos y los animales desaparecen para ponerse a salvo del chaparrón así que nosotros también emprendemos la retirada hacia el hotel.
Ya no dejará de llover hasta la noche así que toca descanso hasta la hora de cenar.
Al día siguiente el sol relucía de nuevo con fuerza, durante una jornada que teníamos pensado dedicar a la práctica del snorkelling por la zona, motivo por el que desayunamos un potente “gallo pinto” con jamón y huevos fritos antes de acercarnos al lugar donde organizaban las salidas para bucear.
Unos amables chicos nos explicaron que ellos organizaban la excursión pero en un acto de sinceridad nos dijeron que debido a las lluvias caídas, el agua estaba bastante turbia y no nos aconsejaban el buceo ese día.
De nuevo tocaba cambiar los planes y encontrándonos donde nos encontrábamos, qué mejor plan que dedicarnos a descansar, bañito, cervecitas y comida a base de pescadito….
Tras la exquisita comida a base de calamares, ensaladas y pescado al horno, cambiamos de escenario y nos acercamos al hotel para darnos el último baño en la piscina.
En el corto trayecto desde la playa hasta el hotel podemos ver un coatí y un perezoso pero la auténtica sorpresa del día nos aguardaba en el interior de nuestro hotel.
Un numeroso grupo de monos titis se acercó hasta nuestra piscina haciendo las delicias de los pocos que nos encontrábamos allí presentes.
Ayer permanecimos durante horas tras su pista, recorriendo los rincones más apartados del parque y hoy, gracias a las caprichosas casualidades del destino, son ellos los que se acercan a nosotros...
Fue un agradable e inesperado broche de oro a nuestro paso por Manuel Antonio.
Mañana volveremos hasta Alajuela para devolver el coche y comenzar nuestro periplo por la costa este caribeña de Costa Rica haciendo uso del transporte público.
2 comentarios:
La suerte hay que buscarla, unas veces es escurridiza y otras te sorprende cuando menos te lo esperas. Guardo muy buen recuerdo de este parque y lo recomiendo a todo el que ame la naturaleza. Como decís, es mucha la fauna y la flora que alberga.
Hola Tawaki, así es, Manuel Antonio es un parque muy cómodo para visitar y que alberga gran cantidad de fauna.
Además su playa, me pareció una de las más bonitas del país.
Saludos!!
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