Durante una reciente visita a tierras extremeñas y andaluzas y sin tenerlo previamente previsto, tuve la ocasión de acercarme hasta los alrededores del río Tinto.
Hace algunos años que había leído algún artículo acerca de sus peculiaridades y las increibles tonalidades de sus aguas por lo que automáticamente pasó a engrosar mi larga lista de sitios a visitar. Sin embargo, la gran distancia que me separa de aquel recóndito lugar no invitaba demasiado a desplazarse hasta allí para visitarlo. Pero las casualidades existen y cuando me encontraba de regreso a casa tras una breve escapada al lejano sur, me encontré de bruces con un cartel que indicaba Minas de Riotinto...
Inmediatamente recordé las imágenes del río y consideré que aquel era el momento justo de conocerlo. Sin tener demasiado tiempo ni saber muy bien dónde tenía que dirigirme, me acerqué hasta la localidad de Minas de Riotinto donde no tardamos en ver los carteles que anunciaban el museo minero.
Una vez en la entrada del museo nos explicaron las distintas visitas que organizaban desde allí y que se pueden encontrar detalladas en su web: https://parquemineroderiotinto.es/?page_id=1470
Una vez en la entrada del museo nos explicaron las distintas visitas que organizaban desde allí y que se pueden encontrar detalladas en su web: https://parquemineroderiotinto.es/?page_id=1470
Como de costumbre nos suele suceder, el tiempo se convierte en nuestro más cruel enemigo obligándonos a elegir entre las distintas opciones que nos ofrecían.
Nuestra prioridad era acercarnos hasta el río para poder hacer unas fotografías de las llamativas tonalidades de sus aguas por lo que preguntamos dónde se encontraba su nacimiento con la intención de hacer un pequeño recorrido por la ribera del mismo para tratar de inmortalizar sus increibles colores.
Al mismo tiempo sacamos un billete para el ferrocarril minero que hace un pequeño recorrido por la zona y que casualmente, a las 13,30, se haría con una máquina a vapor del siglo XIX.
La huella que ha dejado en la zona su explotación minera salta a la vista quedando aún vestigios de las antiguas infraestructuras mineras y ferroviarias. Más de 300 kilómetros de vías sirvieron, durante el apogeo de la explotación, para transportar tanto el mineral extraído como a la población de las distintas localidades de la zona.
Hoy en día se han recuperado unos 12 kilómetros del antiguo trazado para hacer un pequeño recorrido turístico a bordo de unos vagones restaurados para tal fin.
Los comentarios del guía que nos acompañará, nos explicarán las curiosidades y la historia del lugar mientras circulamos a través de singulares paisajes y paralelamente al río Tinto que no nos abandonará en todo el trayecto.
Perfecto, teníamos dos horas hasta que nuestro tren partiera, un tiempo que intentaríamos aprovechar para sacar unas fotografías y "patear" un poco por aquel maravilloso lugar.
Nos dijeron que deberíamos dirigirnos hacia la mina Peña de Hierro donde encontraríamos un pequeño cartel que indicaba el nacimiento del río Tinto pero no lo vimos y acabamos en el pequeño arroyo de la peña del hierro.
No estábamos donde pretendíamos pero habíamos encontrado lo que buscábamos.
Llegamos hasta el pequeño parking de la mina de la Peña de Hierro y continuamos andando por una pista que giraba a la izquierda para llegar a un pequeño mirador desde donde se veía el rojizo arroyo que parecía transportar sangre en lugar de agua.
Como pudimos, bajamos hasta el riachuelo para disfrutar en primer plano de la amplia gama de colores que nos regalaba aquel mágico lugar .
Llegamos hasta el pequeño parking de la mina de la Peña de Hierro y continuamos andando por una pista que giraba a la izquierda para llegar a un pequeño mirador desde donde se veía el rojizo arroyo que parecía transportar sangre en lugar de agua.
Como pudimos, bajamos hasta el riachuelo para disfrutar en primer plano de la amplia gama de colores que nos regalaba aquel mágico lugar .
La alta concentracción de piritas y calcopiritas ricas en sulfuros de hierro y cobre y la existencia de unas bacterias que contribuyen a la oxidación de dichos minerales, son los responsables de las variadas y espectaculares tonalidades que presenta un agua que en esta ocasión no podemos decir que sea fuente de vida.
Efectivamente, estas aguas con un PH notablemente ácido y con escasos niveles de oxígeno, apenas permiten la vida de un reducido número de microorganismos que se alimentan de minerales y que se han adaptado increiblemente a este hábitat tan extremo.
Es por ello por lo que organismos como la NASA se han desplazado hasta el lugar por considerar las condiciones de la zona muy similares a las que se podrían encontrar en planetas como Marte.
De cualquier manera, nosotros no podíamos dejar de compararlo con la zona de geíseres de Yellowstone; aquellos tonos amarillos, naranjas y rojos intensos no dejaban de recordarnos los majestuosos colores de la Grand Prismatic....
2 comentarios:
El museo minero está en el antiguo hospital, lugar de nacimiento de un servidor. Me alegro de que te haya gustado el lejano sur. En mi caso es una excursión que tengo pendiente, ya que marché de allí cuando tenía cuatro años y no he vuelto. Será que me pilla más lejos que a ti...
Vaya casualidad, Tawaki!!!
Pues elegiste un sitio precioso para nacer..
Una pena que estés tan lejos de tu tierra pero volver a tus raices es una tarea de obligado cumplimiento ;-))
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