16 agosto 2015

Isla de Samosir. Lago Toba.


Abandonamos Berastagi, dominio de la cultura Karo para adentrarnos de lleno en territorio Batak. Las características casas tradicionales no tardan en dejarse ver con sus coloridas pinturas y sus inconfundibles tejados que se asemejan a los cascos de los barcos. 


Una amplia mayoría de la población que se reúne alrededor del Lago Toba pertenece a la etnia Batak de profundas raíces animistas aunque en la actualidad la religión mayoritaria es el cristianismo. También cuentan con su propia lengua local: el Batak.
Estamos a punto de surcar las aguas del que se considera el lago volcánico más grande del mundo. Con sus más de 1.100 km² de extensión y una profundidad máxima que ronda los 500 metros, podríamos encontrar en él más semejanzas a un mar que a un lago. El origen del Lago Toba se remonta a unos 75.000 años atrás cuando una erupción volcánica de  magnitud incalculable, tuvo lugar en la zona.



A pesar de que Samosir, la gran isla interior que alberga el lago, está unida a Sumatra por su parte occidental, el acceso habitual a la misma se hace por su parte oriental a través de un ferry que sale cada hora de la población de Parapat.
Y allí es exactamente donde nos encontramos, a menos de una hora de navegación para llegar a la isla más grande del planeta, dentro de otra isla: Samosir en Sumatra.

 
Estamos a primeros de junio y salta a la vista que el turismo no está en su punto álgido ya que apenas monta gente con nosotros en el ferry. Nada más subir a bordo, nos preguntan por nuestro hotel y llevan nuestro equipaje a una especie de camarote. 
Tras la breve y agradable travesía lacustre, el ferry hace su primera parada en un pequeño embarcadero que da paso a unos cuidados jardines y una preciosa piscina que miramos con indisimulado deseo. Mientras permanecemos ensimismados, un grito nos saca bruscamente de nuestro letargo: ¡¡Tabo Cottages!!
Se trata de nuestro hotel. Varios tripulantes suben nuestros equipajes a cubierta mientras una enorme sonrisa se dibuja en nuestras caras; creo que el lugar no está nada mal para hacer una pausa en nuestra aventura indonesia.



Tras hacer el papeleo de rigor en recepción, nos dirigimos a nuestras habitaciones. Una típica construcción batak de dos plantas en exclusiva para los cinco con dos bonitas terrazas con vistas al lago parecen prometernos una estancia más que aceptable.
La planta de abajo cuenta con una enorme cama y otra más pequeña además del baño y una amplia estancia; la de arriba tiene una cama grande, otra más pequeña y una rústica y estrecha escalera que conduce a una especie de pequeño ático con otra cama y unas excelentes vistas al lago. Un gran baño y una terraza con una hamaca, sillas y una mesa, completan esta segunda planta.
Cinco minutos tardamos en sacar las cervezas que teníamos en los minibares de las habitaciones y subir a la terraza de arriba para sentarnos todos juntos para disfrutar de las excelentes vistas y estudiar el mapa de la isla.



La jornada había sido larga y dura ya que llevamos despiertos desde las 4 de la mañana. Hemos subido al volcán Sibayak para ver amanecer y hemos tardado más de 4 horas en llegar a Samosir desde Berastagi así que esta tarde nos limitaremos a dar una pequeña vuelta por los alrededores del hotel y cenar en su restaurante para meternos prontito en la cama. 
Unos platos de arroz, pollo y gambas con las correspondientes cervezas fueron suficiente para llenar nuestras tripas antes de ir a dormir (300.000 rupias).

La luz del día me despertó a las 7 de la mañana; había dormido 9 horas seguidas.
Me senté un rato en la terraza disfrutando de la agradable temperatura y de las primeras luces del día pero viendo que mis compañeros de viaje no daban señales de vida, me dispuse a investigar los caminos que conducían al pueblo de Tuk Tuk y a llegar hasta sus primeras construcciones. Fue un breve recorrido antes de desayunar todos juntos y decidir qué hacer a lo largo del día que teníamos por delante.



Una vez despiertos y reunidos todos, nos acercamos hasta el cercano restaurante donde nos esperaba un desayuno tipo buffet. Podemos decir que, al menos durante nuestra estancia, éste fue el punto negativo del hotel. A pesar de que el buffet disponía de frutas, zumos, café, leche, dulces y algunos platos calientes, las cantidades que ofrecían eran muy escasas y continuamente se agotaban; el tiempo que tardaban en reponer, se hacía interminable....
Era hora de explorar todos juntos la isla y a pesar de que muchos visitantes optan por alquilar una moto (60.000- 75.000 al día, o sea 4-5€), nosotros preferimos limitarnos a visitar lo que pudiéramos abarcar andando para disfrutar calmadamente de sus rincones y su gente. A mi juicio la isla no cuenta con atractivos espectaculares y su mayor encanto reside en disfrutar de su tranquilidad y las bellas estampas y rincones que ofrece el relajado devenir de la vida de sus habitantes.



El pueblo resultó no ser más que una sucesión de establecimientos dedicados al turismo. Hoteles, restaurantes y tiendas se sucedían en lo que indudablemente era la zona más turística de la isla.
Continuamos andando hasta atravesar el pueblo y poco después paramos en un pequeño bar para tomarnos una cerveza fría en una bonita terraza con inmejorables vistas al lago. 
En el mapa descubrimos un pequeño camino que se encuentra más adelante y que nos debería conducir a las inmediaciones de nuestro hotel así que como el sol empieza a apretar fuerte, decidimos que es el mejor momento para probar las excelencias de nuestra piscina.
El camino de vuelta es mucho más agradable ya que nos cruzamos con montones de niños que salían de la escuela y que se dirigían a sus casas, muchas de ellas situadas en el camino que ahora recorríamos. En unos pocos minutos llegamos hasta las mismas puertas de nuestro hotel, habíamos descubierto un bonito atajo.


 

El baño resultó perfecto, toda la piscina era para nosotros y por si ésta nos resultaba pequeña, nos bastaba dar unos pocos pasos para sumergirnos en las aguas del lago que curiosamente estaban aún más calientes que las de la piscina. Según dicen, su elevada temperatura se debe a la actividad geotérmica de la zona. De ser así y tras ver en directo la gran erupción del volcán Sinabung hace un par de días, parece que el subsuelo de Sumatra encierra una auténtica bomba natural.
El chapuzón nos ha devuelto a la vida y ésta, a su vez,  nos recuerda que es hora de recargar nuestras pilas. No queremos andar demasiado así que decidimos comer en el Bagus Bay, cercano a nuestro hotel y que se encuentra totalmente vacío a nuestra llegada. Hoy eligiremos todos el mismo plato, arroz con pollo, pero con diferentes salsas y la experiencia nos servirá para tomar una decisión vital a la hora de comer en Indonesia: preguntar si el plato elegido pica.
A pesar de los sudores padecidos por los integrantes del grupo que pidieron sin saberlo, una salsa picante, la comida en la tranquila y apacible terraza del Bagus con vistas al lago, resultó muy agradable.
Tras pagar 430.000 idr, unos 30€ por la comida de los cinco, postres, cafés y numerosas cervezas incluídas, nos dispusimos a descubrir otra parte de la isla, más allá del centro turístico.
Esta vez el recorrido es mucho más atractivo y nos permite disfrutar de las tareas cotidianas de la gente local, de las casas donde viven y de los preciosos paisajes que salpican las orillas del lago.



Nos hemos propuesto llegar hasta Ambarita, donde se encuentra la famosa Plaza de las Ejecuciones y no tardamos demasiado en conseguirlo. Tras pagar los 3000 idr que cuesta entrar al pequeño recinto, visitamos las ocho construcciones batak de su interior y la mencionada plaza donde hace tan sólo 150 años decapitaban a los acusados de ciertos delitos y se practicaba el canibalismo.



El lugar no da para mucho más así que emprendemos el camino de vuelta no sin antes intentar cambiar dinero en un pequeño banco que hemos visto indicado. Desgraciadamente, nos dicen que no cambian dinero.
Casi llegando a nuestro hotel, conseguimos cambiar en una tienda a 14.000 idr, el mejor cambio conseguido hasta el momento.
Un bañito y una ducha rápida fueron suficientes para recuperarnos del paseo antes de decidir que hoy cenaríamos en el
restaurante Jenny´s . Habíamos leído que allí se comía el mejor pescado del lago así que cogimos nuestras linternas y nos dispusimos a recorrer a la luz de la luna, los 20 minutos que separaban nuestro hotel del restaurante. 
El local es pequeñito y me temo que en temporada alta no será sencillo conseguir una mesa libre pero en estas fechas no supuso ningún problema. Todos queríamos pescado y cuando nos preguntó si lo queríamos "grilled" o a la barbacoa, no sé por qué razón todos nos inclinamos por ésta última opción. De pronto alguien gritó: ¿eso pica?. Jenny no pudo evitar una malévola sonrisa cuando nos respondió sin dudar: YES!!
Inmediatamente los cinco pescados a la barbacoa se convirtieron en cinco "grilled", que por supuesto, no picaban. 
Bueno, los cinco no, una integrante del grupo especialista en devorar toda clase de picantes a lo largo del mundo, se atrevió con la barbacoa. 
Me atrevo a asegurar que aquel pescado ha sido el pez de agua dulce más sabroso que me he comido en mi vida. Del picante de la barbacoa prefiero no opinar; unté la punta de mi lengua con una microgota de aquel ungüento y tuve toda la boca dormida durante un buen rato!!
Pagamos 420.000 idr por los platos de pescado que venían acompañados con ensaladas y patatas fritas y emprendimos el camino de regreso a nuestro hotel donde tomamos unas piñas coladas en la tranquilidad de la noche antes de retirarnos a dormir por última vez en esta tranquila isla.
Mañana, tras desayunar tranquilamente, tomaremos el ferry a Parapat donde nos debiera estar esperando un conductor para llevarnos hasta nuestro próximo destino: Bukit Lawang.




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