06 octubre 2018

De Revelstoke a Banff. Llegada a las Rocosas canadienses.


El día de hoy estaba marcado en rojo en nuestro viaje por el oeste canadiense ya que era el día en el que teníamos prevista nuestra llegada a las Rocosas.
Las Canadian Rockies, como son más conocidas por aquellos lares, discurren por las provincias de Alberta y Columbia Británica y se extienden al sur hasta la parte norte de los estados de Idaho y Montana, en EEUU.

Resulta obvio comentar que para cualquier amante de los paraisos naturales, las Montañas Rocosas suponen un inhóspito territorio de innegable belleza cuya visita se convertirá con el paso del tiempo, en una promesa de obligado cumplimiento.
Picos, glaciares, lagos, cascadas, cañones, cuevas y cómo no, su prolífica fauna, compiten en este majestuoso entorno por hacerse merecedores de los excepcionales calificativos que sin duda les dedicarán todos aquellos que se acercan hasta sus dominios.
Lo cierto es que cada vez que me acerco a un lugar como éste siempre me asalta la duda de si responderá a mis expectativas o por el contrario se me quedará un sabor agridulce, como seguramente nos habrá pasado a todos alguna vez, y me diré a mí mismo: " me esperaba bastante más ".
Llegaba la hora de comprobarlo pero después de los tres días que llevaba en Canadá y de lo que había podido ver hasta ahora, todo parecía indicar que el éxito estaba garantizado.




Eran alrededor de las 6,30 cuando dejábamos nuestro hotel en Revelstoke y comenzábamos nuestra ruta hacia Banff. 

Ayer nos planteamos hacer una pequeña visita al Parque de Revelstoke antes de iniciar la ruta a Banff pero finalmente decidimos pasar el mayor tiempo posible en las Rocosas. Esperar hasta las 9 de la mañana para poder acceder al parque de Revelstoke no nos parecía una opción demasiado atractiva.
Dejamos atrás Revelstoke y comenzamos a ver los primeros carteles que avisaban sobre la posibilidad de toparnos con osos en la carretera lo que provocó gran entusiasmo entre nosotros a la vez que oteábamos con detenimiento cada palmo de carretera que atravesábamos. 

En apenas media hora, unos 50 kms más adelante, ya nos encontrábamos atravesando el Glacier National Park, otro bello rincón que en esta ocasión pasaremos de largo por falta material de tiempo. 


Otros 100 kms más adelante, aprovecharíamos la obligada parada técnica en una gasolinera, para tomar unos cafés y unos chocolates antes de proseguir nuestro camino. Como dato anecdótico señalo en el mapa esta gasolinera porque está atendida por un simpático matrimonio cubano con el que compartimos agradable charla mientras desayunábamos.
Teníamos que comprar pan y algo para comer a lo largo del día y nuestros amigos cubanos nos dijeron que nos acercáramos al lindante pueblo de Golden ya que no íbamos a encontrar mucho más en nuestra ruta. Así lo hicimos y justo bajando un poco desde la gasolinera, llegamos a un supermercado a la entrada de Golden.
Sin más tiempo que perder y tras las compras de rigor, volvimos a nuestro coche para emprender los 30 kms que nos separaban del primer punto fuerte de la jornada: el Parque de Yoho.


Yoho National Park

La tribu Chippewa-Cree bautizó este parque que ha mantenido su nombre con el paso de los tiempos.  
Yoho, para los antiguos habitantes de estas tierras, no representaba otra cosa que una expresión que denotaba asombro y admiración y nosotros estábamos a punto de comprobarlo.
Fundado en 1885 y localizado al oeste de las Montañas Rocosas en la Columbia Británica, fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1984. 

Se recomienda visitar este parque durante el verano ( Junio- Setiembre ) ya que en invierno las duras condiciones climatológicas pueden condicionar demasiado tu ruta debido a las bajas temperaturas que llegan a alcanzar los -35ºC. 
Nosotros lo visitamos en Mayo y nos tememos que encontraremos zonas a las que no podremos aún acceder.
Nada más entrar al parque, llegamos al primer punto que queremos visitar, las Wampta Falls.


 

Wampta Falls.
Ubicadas unos 50 km al oeste de Lake Louise y 26 km al oeste de Field, esta cascada cuenta con 30 metros de altura y 150 metros de ancho; es la cascada más grande que podremos encontrar en el río Kicking Horse.
Un cartel indica el parking donde se puede dejar el coche y desde donde parte el sendero de 2,4 km que te conducirá hasta la cascada a través de un denso bosque de coníferas. Normalmente se asegura su accesibilidad desde mediados de junio hasta mediados de octubre. Afortunadamente, estamos a mediados de Mayo y el acceso al parking se encuentra accesible.

El parking no es muy grande lo que nos hace suponer que en verano no será sencillo aparcar aquí pero nosotros no tenemos ningún problema para hacerlo; alguna ventaja tenía que tener viajar fuera de la temporada alta..
No estamos sólos en la zona pero no hay aglomeraciones de ningún tipo por lo que nuestra primera caminata por las Rocosas nos permitirá saborearlas con la calma y tranquilidad que se merecen.
Los cuatro iniciamos juntos la ruta pero cuando me quedo rezagado tratando de sacar una fotografía a una ardilla que se ha cruzado en nuestro camino, soy consciente de que me encuentro en el hogar de los osos. Reconozco que nunca había oído tantos ruidos extraños en un bosque y es que el cerebro trabaja de distinta manera cuando te encuentras en un lugar con peligros a los que no estás habituado. De manera apresurada abandono las fotografías y acelero la marcha para reunirme con el grupo.



Al llegar a las Wampta Falls, encontraremos tres miradores: el primero te permite observar la cascada desde arriba, más abajo hay otra aproximadamente a media altura y descendiendo un poco más llegamos hasta el río desde donde podemos verla desde abajo.
Estamos en pleno deshielo y el caudal de agua es excepcional lo que provoca un ruido ensordecedor. Cuando esta primera sensación auditiva se une a la que nos brindan nuestros ojos, el espectáculo resulta soberbio.
El estruendo que provoca aquella caída de agua rodeada de bosques entre los que asomaban, al fondo, imponentes moles de roca teñidas de blanco por la nieve, iba a conformar nuestra primera postal canadiense. Efectivamente, aquellos paisajes existían de verdad.





Era hora de emprender el regreso al coche para continuar con las visitas y apurar el día al máximo pero antes aún descubriríamos un confíado urogallo que ni se inmutó por nuestra presencia y nos permitió sacarle numerosas fotografías. 
Aunque no estamos del todo seguros, creemos que se trata de un Urogallo Canadiense ( Falcipennis canadensis ) 





 










Seguimos carretera hacia Banff pero nuestros próximos objetivos se encuentran tomando un desvío a la izquierda que nos lleva hasta Emerald Lake.

Emerald Lake.
El lago Esmeralda se encuentra ya cerca de la frontera entre la Columbia Británica y la provincia de Alberta. Con unas increibles aguas de color turquesa y rodeado por las montañas de la cordillera Presidente, soporta temperaturas de hasta -30ºC durante el invierno. Por eso no es extraño que a mediados de Mayo todavía encontramos bastante nieve en sus orillas.
Varios carteles advierten del peligro de avalanchas en la margen izquierda del lago.





Damos un breve paseo por la orilla derecha del lago y regresamos desandando nuestros propios pasos para llegar a Natural Bridge, un mirador que no exije ningún esfuerzo ya que se encuentra junto a la carretera.
En medio del típico paisaje de la zona, este punto muestra cómo las aguas del río Kicking Horse, se han abierto paso a través de un muro de rocas con el paso del tiempo. Desde aquí se inician otras rutas que te llevan hasta donde el río Amiskwi y el río Emerald se fusionan con el río Kicking Horse.





Tras las fotos de rigor nos acercamos hasta la cercana localidad de Field donde queremos preguntar si las Athabasca Falls están abiertas.
La primera decepción del viaje llegaba cuando en el centro de información de Field nos confirman que no es posible visitar las cataratas.


Athabasca Falls
Estas cataratas están ubicadas en el Parque de Jasper ya en la provincia de Alberta. Con 24 metros de altura y unos 18 de anchura, las Athabasca Falls se distinguen por el gran caudal de agua que soporta durante todo el año, lo que le confiere un atractivo que atrae a gran número de visitantes.
Otra vez será....

No hay tiempo para lamentaciones así que seguimos dirección al Lago Louise pero antes de llegar, aún nos esperaban dos reveses importantes para nuestros planes de los días venideros. 

Tanto los accesos al Moraine Lake como la Bow Valley Parkway, la ruta escénica alternativa entre Banff y Lake Louise, se encuentran cerrados. 
Ya advertimos días antes de salir, que en su web avisaban de su estado pero hasta el último momento confiamos en que gracias al gran tiempo que estábamos disfrutando, podriamos acceder a ambos lugares. 
Desgraciadamente, no iba a ser así.

Era momento de acercarse al Lago Louise y olvidarse de los contratiempos.
No habíamos llegado a esta zona en el mejor momento ya que es fin de semana y los visitantes se multiplican para visitar unos de los lugares más emblemáticos del Parque Banff por lo que no nos sorprendió encontrarnos con un parking repleto y multitudes visitando las orillas del lago más accesibles.
Acabamos de encontrarnos con lo que menos nos gusta de este tipo de lugares: la masificación.
Decidimos salir de allí cuanto antes y para ello intentamos tomar el sendero que conduce al Lago Agnes, a unos 3,5 kms de donde nos encontrábamos pero al poco de comenzar el camino que ascendía ligeramente, nos dimos cuenta que no íbamos preparados para hacerlo con garantías.
Las grandes placas de hielo que teñían de blanco el Lago Louise, nos mostraban que nos encontrábamos en una zona bastante fría. Nos encontramos a 1750 metros de altitud y deberíamos subir casi 400 más para llegar al Lago Agnes pero el hielo se hizo protagonista del sendero apenas llevábamos unos cientos de metros recorridos. Seguir por aquel camino sin crampones suponía un riesgo que no estábamos dispuestos a correr así que optamos por descartarlo y hacer el que discurría paralelo al Lago Louise con el fin de huir un poco de la aglomeración de la zona cercana al parking.
Llegamos hasta el final del lago y tras las obligadas fotogafrías de recuerdo, volvimos al coche tras hacer unos 4 kms siguiendo las orillas del lago.







La caminata sirvió para abrirnos el apetito por lo que nos acercamos hasta un área de descanso cercana para preparar unos bocadillos y recuperar energías. Un gran cuervo y una ardilla terrestre fueron nuestros compañeros de jamada.







 









Teníamos pensado haber visitado el Lago Moraine y posteriormente trasladarnos a Banff por la Bow Valley Parkway, una carretera secundaria bastante frecuentada por la fauna local pero como ya vimos que ambos objetivos estaban inaccesibles, no tuvimos otro remedio que dirigirnos a Banff a través de la autopista.
Cuando estábamos a unos 30 kms de Banff, vimos unos carteles que volvían a indicar Bow Valley Parkway así que no lo dudamos y volvimos a intentar acceder a esta carretera con la esperanza de que este tramo estuviera abierto. 

Esta vez la fortuna se puso de nuestra parte y pudimos comprobar que a partir de aquí podríamos llegar a Banff por la Bow Valley Parkway.

Habíamos leído que esta carretera era una zona excelente para ver todo tipo de fauna y en especial osos así que decidimos circular por ella en los dos sentidos hasta que se hiciera de noche con la esperanza de ver algún animal al atardecer.
Lo que no sabíamos era que esta carretera dispone de dos barreras, una en cada extremo, que impide el acceso y la circulación, a partir de las 20h.
Cuando pasada esta hora pretendimos hacer el trayecto hasta Banff, nos encontramos otra vez con la imposibilidad de hacerlo por esta carretera y nos vimos obligados a hacerlo a través de la autopista. Nuestro gozo en un pozo...


Para todos aquellos que visiten esta zona, es conveniente que sepan que el tramo de la Bow Valley Parkway que va desde el Lago Louise a Castle Junction, permanece cerrado desde Octubre a Junio y el tramo de Castle Junction a Banff, o viceversa, cierra sus barreras a las 20 horas. Por la mañana se abre a las 8.

Obligados finalmente a llegar a Banff por la autopista, hicimos una parada antes de llegar para admirar al atardecer un paisaje al que no pudimos resistirnos. Nos encontrábamos en Vermillion Lakes.


 
Un escenario típicamente canadiense donde lagos, montañas y bosques se entremezclaban conformando la postal perfecta, nos obligó a detener nuestro coche para admirar como se merecía, el espectácular atardecer.
Los últimos rayos de luz iluminaban la cima del monte Rundle a la vez que su silueta se reflejaba en las calmadas aguas del lago como si se trataran de un perfecto espejo. 
Muchos fotógrafos se afanaban por inmortalizar el mágico momento, alguno de ellos sumergiéndose en el agua hasta la cintura, buscando el mejor encuadre posible.
Si os gusta la fotografía o sencillamente los atardeceres impresionantes, no dejeís de visitar este lugar al atardecer.
La belleza del lugar es excepcional pero además parece una zona extraordinaria para el avistamiento de fauna por lo que seguramente ésta no sería nuestra última visita al lugar. Vimos que en la parte de abajo, una estrecha carretera rodeaba al lago y supusimos que desde Banff debería haber acceso a estos lagos.





Se estaba haciendo de noche y aún debíamos llegar a nuestro hotel pero justo al entrar a Banff, hicimos otra parada para fotografíar a los primeros wapitíes de nuestro viaje. 

Resulta gracioso que tras llevar casi una semana por Canadá y todo el día por los Parques de Yoho y Banff, vamos a ver los primeros ciervos canadienses a las puertas de una ciudad.
Un grupito de 6 ciervos pastaban tranquilamente en unos prados cercanos a la carretera y no pudimos resistirnos a intentar acercarnos un poco para sacarles una fotografías, eso sí, guardando siempre las distancias de seguridad y más en estas fechas que se vuelven más agresivos por haber parido recientemente.





Tras el primer avistamiento de fauna de tamaño importante, iba siendo hora de llegar al Inns of Banff donde nos alojaríamos las dos noches siguientes.
Tras el papeleo de rigor e instalarnos en las habitaciones, bajamos al bar que se encontraba en el piso inferior para tomar unas cervezas y preguntar si era posible cenar algo. La cocina estaba cerrada y estábamos un poco cansados por lo que no nos apetecía ponernos a buscar un sitio para cenar así que nos tomamos otra cerveza y dimos por concluida la jornada.
Mañana madrugaremos para seguir explorando las Rocosas, más concretamente el Parque Nacional Banff.


Ruta de la jornada: 

 
 
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