Eran las 4,15 cuando el sonido de mi despertador anunciaba el inicio de una nueva aventura. Con el tiempo justo para lavarme un poco la cara con la intención de despertarme, vestirme y cargar con la mochila que ayer dejé ya preparada, bajé a la calle donde ya me esperaba el taxista que me llevaría hasta el aeropuerto.
A pesar de haberse convertido en todo un ritual, una vez más ese gusanillo en el estómago revoloteaba ante la eminente partida hacia tierras lejanas y desconocidas.
Veinte minutos más tarde ya me encontraba facturando mi equipaje hasta mi destino final, Quito.
Sobre las 7 despegamos de Bilbao para hacer nuestra primera escala en Frankfort, una hora y cuarenta minutos después.
Tres horas más tarde, alrededor de las 12, despegamos para cruzar el charco y hacer otra parada más en Panamá, once horas y cuarto más tarde. Para nosotros ya casi son las 12 de la noche pero aquí aún no son las 5 de la tarde y lo peor es que nuestro vuelo final a Quito, no saldrá hasta las 21,30.
La verdad es que cada año se hacen más pesados estos vuelos interminables. Llevamos despiertos desde las 4 de la mañana y parece que no llegamos nunca...
Afortunadamente, tras la hora y cuarenta minutos de nuestro último vuelo, los trámites de entrada en el aeropuerto de Quito van muy rápidos y en la salida nos esperan Melissa y Roberto para llevarnos a su casa donde dormiremos esta primera noche. Se agradece no tener que lidiar con taxistas a esas horas, cuando estás literalmente muerto de cansancio y sueño.
Estamos a casi 3.000 metros de altitud y Melissa que ya lleva muchos años viviendo allí, nos lleva un termo con infusión de coca para paliar los posibles efectos que pudiéramos sufrir. Lo cierto es que no he notado nada de momento pero al llegar a su casa y subir unos pocos escalones, el corazón se me acelera anormalmente y el aire parece resistirse a entrar en mis pulmones. Habrá que tomarse las cosas con calma...
Ruta de nuestra primera jornada en Ecuador.
El jet lag se deja notar y a las 5 de la mañana me despierto para no volverme a dormir.
A las 7 ya estamos todos arriba y nos preparamos para visitar Quito durante unas horas, antes de salir hacia Mindo donde tenemos previsto llegar esta tarde-noche.
Melissa y Roberto serán nuestros guías y además, nos llevarán en su coche hasta Mindo donde se quedarán a dormir una noche.
Lo primero que haremos es ir a desayunar a un local cercano, el Happy Verde, donde tenemos nuestra primera toma de contacto con la gastronomía ecuatoriana, siempre aconsejados por Melissa.
Un contundente desayuno con tostones a base de plátano macho con huevos, jamón york y queso, acompañados de unos generosos zumos de frutas del país, saciaron nuestro apetito sobradamente. La cuenta ascendió a 32$ pero cuando intentamos pagar con un billete de 100$, nos dijeron que no tenían cambios.
Es conveniente saber, si llevaís dólares cambiados desde casa, que los billetes de 100$ e incluso los de 50, no tienen buena aceptación y no te los aceptarán en muchos sitios. Por desgracia nuestro banco nos había dado un montón de billetes de 100$.
Nuestros amigos nos llevaron hasta un cajero donde sacaron todo el dinero que pudieron para cambiarnos los billetes de 100 por otros de 20 y de 10 mayormente. Ellos ingresarían nuestros billetes de 100$ en su banco más adelante.
Con el tema del dinero resuelto para los próximos días, hicimos un recorrido en coche por la ciudad durante el que nos mostraron algunos de sus principales encantos, antes de buscar un parking en la zona centro para dejar el coche y recorrer a pie los lugares más emblemáticos.
Aunque en un principio no teníamos pensado visitar Quito puesto que, como se suele decir somos más de bichos que de piedras, la posibilidad de conocer aunque fuera de refilón, una ciudad tan especial, era algo que despertó nuestra curiosidad.
Y es que Quito reune curiosidades tan atractivas como éstas:
- es la capital más antigua de sudamérica
- es la ciudad latinoamericana con la zona colonial más grande y mejor conservada de latinoamérica
- fue el primer lugar del mundo declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco
Dejamos el coche en un parking frente al Monasterio de la Inmaculada Concepción y comenzamos nuestra ruta a pie para sumergirnos en pleno centro histórico.
Animadas callejuelas, amplias plazas y numerosas iglesias bellamente ornamentadas salpican esta zona de Quito revelando su rico bagaje colonial.
- Plaza Grande
- Plaza S.Francisco
En su perímetro se han organizado todo tipo de actos sociales, ha albergado un mercado popular y en la actualidad, se ha convertido en un lugar habitual de encuentro para todos los ciudadanos.
Plaza e iglesia de S.Francisco |
- Iglesia de S. Francisco
Una auténtica joya dentro de esta bella capital, cuya construcción se extendió durante 150 años y que alberga numerosas obras de arte colonial.
- Iglesia de la Compañía
- Catedral de Quito
- Basílica de Quito
Basílica desde El Panecillo |
- Mirador El Panecillo
En su parte más alta se erige una escultura de aluminio dedicada a la Virgen de Quito.
Otras atracciones como el teleférico o La Ciudad Mitad del Mundo, las dejaremos para otra ocasión.
Como nota anecdótica pero desagradable, debo decir que Quito cuenta con el dudoso honor de ser la primera ciudad del mundo donde fui víctima de un robo. Apenas llevaba una hora en la ciudad cuando mi móvil pasó a manos ajenas con las correspondientes molestias y problemas que todo ello acarrea.
Soy consciente de que se trata de algo a lo que no se debe dar más transcedencia porque te puede pasar en cualquier sitio incluyendo tu propia ciudad. Pero como a mí me pasó en Quito, te animo a que extremes las precauciones con tus pertenencias y no te alejes demasiado de las zonas más concurridas.
Quizás más adelante me anime a escribir algo acerca de los móviles y la información que llevamos en él. Yo nunca tomé medida de seguridad alguna porque no llevo nada importante en mi móvil pero después de sufrir este percance, os aseguro que mi visión del tema ha cambiado radicalmente. Llevamos mucha más información delicada de la que pensamos y más en situaciones como ésta, cuando estamos lejos de casa.
Tras poner la oportuna denuncia por el robo de mi teléfono, lo suyo me costó, decidimos comer algo antes de tomar rumbo a nuestro próximo destino: Mindo.
Melissa nos aseguró que en el interior del mercado Iñaquito, sirven unos platos de "chancho" excelentes. Personalmente no sabía qué era el chancho pero el hecho de visitar un mercado ya me parecía una idea excelente así que fuimos para allí dispuestos a reponer las energías perdidas durante la agitada jornada.
El mercado no era demasiado grande pero como es habitual en este tipo de locales, el ambiente y el colorido de sus productos nos hace pasar un buen rato antes de sentarnos para degustar un sabroso plato de cerdo acompañado de patacones, arroz y ensalada. Unos zumos naturales exquisitos nos ayudan a dar buena cuenta del chancho famoso.
Cerdo asado |
Mercado Iñaquito |
Mercado Iñaquito |
Ahora sí, con la tripa llena, volvemos a casa para cargar en el coche los equipajes y salir hacia Mindo para intentar llegar antes de que se haga de noche.
El coche es pequeño y el maletero no es demasiado grande así que sólo llevaremos una mochila para pasar los dos próximos días.
Apenas nos separan 100 kms de Mindo pero según nos dicen nuestros amigos, la carretera tiene muchas curvas y nos llevará alrededor de una hora y media llegar.
Hemos reservado dos habitaciones en el Yellow House ( Hacienda S. Vicente ) en Mindo y hacia allí nos dirigimos directamente.
El local está un poco apartado del pueblo aunque a no más de 10 minutos andando y al llegar descubrimos que somos los únicos clientes.
Un enorme edificio de madera de dos pisos con amplios salones y varias habitaciones para nosotros sólos. A las puertas de nuestra habitación, un porche con una hamaca desde donde se veían los jardines aledaños. La habitación amplia con un baño y otra pequeña habitación comunicada por una puerta; sin lujos pero cómoda y agradable. Pagaremos 25$ por persona con desayuno incluido.
Tras acomodarnos, bajamos al pueblo para reunirnos con Melissa y Roberto que se alojan en otro establecimiento.
Mientras tomamos unas cervezas, Roberto hace una llamada para ver si podemos organizar para mañana un tour pajarero por los alrededores.
Mindo es un excelente lugar para pajarear y un sitio privilegiado para avistar el Gallito de las Rocas, una curiosa y espectacular ave que habita en esta zona.
Tras cerrar la excursión para mañana, tomamos unas cervezas más antes de entrar al Restaurante italiano La Mecha para cenar algo antes de ir a dormir.
Cenamos una ensalada, una pizza, y dos platos de pasta más un ron, el descorche del vino que llevaba Melissa y tres postres. La cuenta asciende a 73$.
Mañana hemos quedado a las 5,30 ya que para intentar ver al Gallito de las Rocas hay que madrugar así que poco a poco nos vamos retirando a nuestros alojamientos.
Al llegar, avisamos de que no nos preparen desayuno ya que nos iremos muy pronto y ya no volveremos hasta el atardecer pero nos dicen que entonces, nos prepararán una bolsita con fruta, un sandwich y bebida para que nos la llevemos a nuestra excursión. Nos lo dejarán dentro de un rato en una nevera que hay en la planta baja de nuestra cabaña. Perfecto.
Subimos a nuestra habitación pero antes de dormir, nos echamos un rato en la hamaca para escuchar los increibles sonidos que surgen de la selva que nos rodea. Tengo que decir que jamás había oído nunca en ningún lugar del mundo una sinfonía como la que tuve la oportunidad de escuchar en esos momentos. Desconozco si el origen de aquellos sonidos provenían de pájaros, insectos o anfibios pero era imposible abstraerse de aquel espectáculo auditivo.
Durante muchos minutos permanecimos los tres tumbados en el porche sin mediar palabra y disfrutando en silencio de aquella maravillosa melodía nocturna, antes de retirarnos a nuestras habitaciones con una indisimulada sonrisa dibujada en nuestros rostros.
Realmente espectacular e inolvidable.
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