El final de la aventura ecuatoriana está próxima, tan sólo nos quedan unas horas antes de dirigirnos al aeropuerto de Guayaquil para tomar el vuelo de regreso a casa.
Nuestros cuerpos están ya acostumbrados a madrugar y a las 6 nos despertamos.
Una ducha y a preparar la mochila por última vez aunque en esta ocasión nos lo tomamos con calma para organizar todo mínimamente.
Una vez que tenemos todos los equipajes listos, los dejamos en una habitación para dejar libre la otra. Comunicamos en recepción que volveremos sobre las 12,30 para recoger todas nuestras pertenencias y les decimos que si necesitan la habitación antes, nos guarden los equipajes en cualquier sitio.
Salimos dispuestos a visitar el Parque Histórico, un parque recreativo inaugurado en 1997, de 8 hectáreas de extensión donde se puede disfrutar de la fauna y flora local además de la arquitectura típica de la ciudad y las costumbres de sus gentes.
Justo en la puerta del hotel, un hombre que está limpiando un vehículo, nos pregunta si queremos un taxi. Cuando le decimos que queremos ir hasta el Parque Histórico, a unos 10 kms de distancia, nos dice que nos lleva por 5$.
Son las 8 de la mañana y cuando llegamos al parque descubrimos que éste permanece cerrado.
Nos dicen que abren a las 9 y lo primero que pensamos es buscar un sitio para desayunar tranquilamente hasta que abran pero desgraciadamente no hay ningún sitio para hacerlo por los alrededores. Por fortuna aún seguimos a bordo del coche y como el desértico lugar no invita a quedarse por allí 45 minutos, le preguntamos al conductor si conoce algún sitio para hacer alguna compra.
Nos lleva hasta un mercado cercano a la noria del Malecón donde nos asegura que podremos encontrar todo tipo de productos artesanales.
Pero lo que olvida nuestro conductor es que hoy es domingo y no abren hasta las 10.
De lunes a sábado abre de 9 a 19 pero durante los festivos, su horario es de 10 a 16h.
Si buscas información de este lugar, puedes visitar su web.
Afortunadamente, por allí cerca vemos algún local abierto donde poder desayunar así que nos despedimos de nuestro improvisado taxista y nos metemos en un pequeño local lleno de lugareños.
Mientras mi compañera y yo pedimos unos zumos, café y té, el otro integrante del grupo nos sorprende pidiendo un plato local a base de pasta, arroz y patatas. Qué bien me come mi niño....😆
Cuando salimos de allí vemos una panadería abierta llena de dulces a los que no nos pudimos resistir. Probamos varios de ellos y realmente estaban riquísimos.
Todavía queda un buen rato hasta que abran el mercado así que decidimos ir paseando de nuevo hasta la zona donde se encuentra la noria del Malecón y dar un paseo por los alrededores para hacer tiempo.
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" El Cangrejero " |
A las 10 en punto estamos en el mercado.
Este mercado, construido en 1982, ofrece una gran diversidad de productos originarios de todas las regiones del país, muchos de ellos fabricados a mano.
Numerosos puestos de pequeñas dimensiones repletos de artículos de madera, textiles y todo tipo de materiales, se suceden a lo largo de los laberínticos pasillos que conforman el mercado.
Tras un buen rato recorriendo el local, emprendemos el regreso al hotel pero hoy, a la luz del día, decidimos hacer el camino andando. La ruta nos permite comprobar que esta parte de Guayaquil no resulta tan atractiva como la que vimos ayer en el Malecón y el barrio de Las Peñas.
De camino al hotel, recuerdo haber leído de la existencia de un parque donde abundaban las iguanas y donde había posibilidad de hacer buenas fotografías.
Como disponíamos de internet en nuestro teléfono gracias a la tarjeta sim que habíamos comprado, no dudé en buscar en maps la ubicación exacta de este parque. Casualmente descubro que se encuentra a menos de un km de nuestro hotel.
Tenemos tiempo de sobra así que nos dirigimos hacia allí.
La que inicialmente se erigió como Plaza de Armas de la ciudad, se ha convertido en el Parque Seminario también conocido como Parque Bolívar o Parque de las Iguanas.
Ubicada en el centro de la ciudad junto a la Catedral de Guayaquil, este sencillo parque urbano se ha hecho famoso por el gran número de iguanas que alberga en sus jardines. Muchísimos turistas tanto locales como extranjeros, se acercan hasta aquí con el único objetivo de ver y fotografíar las iguanas.
Catedral de Guayaquil |
Al llegar no nos sentimos defraudados. Cientos de palomas e iguanas tienen la plaza totalmente ocupada mientras los visitantes disfrutan y comparten espacio con ellas.
Nos sorprende descubrir que las iguanas no sólo corretean por sus jardines sino que trepan hasta los árboles llegando hasta las ramas más altas.
Es conveniente vigilar el espacio aéreo si no quieres verte fatalmente sorprendido por los excrementos que expulsan tanto palomas como iguanas.
Además de las enormes iguanas con espectaculares baberos, pudimos ver otras más pequeñas de un increible color verde.
Tras las fotos de rigor, volvíamos al hotel cuando nos vimos sorprendidos por un colorido desfile musical que atraía la atención de la gente local.
Se trata de los actos conmemorativos de la Independencia de Guayaquil. Exactamente, este año celebran el 198 aniversario.
Durante un buen rato permanecemos en una calle cercana a nuestro hotel viendo pasar a diferentes grupos y asociaciones que desfilaban sin descanso ante los aplausos de los asistentes.
De pronto fuimos conscientes de que nos encontrábamos en una zona totalmente aislada ya que todas las calles se encontraban cerradas al tráfico a causa de las celebraciones. Y habíamos olvidado que teníamos que pedir un taxi para que nos llevara al aeropuerto!!!
Inmediatamente nos acercamos al hotel para preguntar si era posible que un taxi nos viniera a buscar.
La respuesta no por esperada resultó menos preocupante : imposible que un taxi se acerque a esta zona.
Son las 13h, tenemos tiempo de sobra, pero cargar con todo el equipaje bajo un sol abrasador en busca de un taxi, no resultó una tarea sencilla.
Primero debíamos salir de la zona acotada al tráfico y luego encontrar un taxi en un momento en el que toda la gente estaba en la calle y todos los taxis iban ocupados.
Llegamos a agobiarnos un poco hasta que por fin, un taxi paró junto a nosotros y nos acercó al aeropuerto. Le pagué 5$ y entramos para facturar el equipaje.
Nuestra ruta de la jornada:
Tras pasar los controles de rigor y pasar a la zona de embarque, respiramos aliviados. Nos sentamos en unas mesas para comer unos bocadillos y tomar unas cervezas mientras nos reíamos de la apurada situación que acabábamos de pasar cuando de repente escuchamos nuestros nombres por megafonía.
¿ Qué pasa ahora ?
Nos acercamos al mostrador de la puerta de embarque y allí nos dicen que debemos pasar un control aleatorio de equipajes. Nos acompañan hasta una puerta que nos abren con un código secreto y nos mandan bajar un piso.
Nos encontramos en la zona donde distribuyen los equipajes hacia los aviones correspondientes y vemos nuestras mochilas sobre un mostrador frente al que se encontraban varios policías. Tras preguntarnos si eran nuestros equipajes, nos pidieron que los abriéramos para registrarlos.
Imagino que registrar una mochila que lleva dando la vuelta a Ecuador casi tres semanas, no debe ser algo demasiado agradable. Quizás por ello, tras meter las manos entre mi sucia y maloliente ropa, el policía decidió dar por finalizado el registro y me mandó cerrar la mochila.
Volvimos de nuevo a la zona de embarque para acabar los bocadillos que todavía permanecían sobre la mesa mientras nos quejábamos de lo accidentada que estaba resultando nuestra despedida de Ecuador.
Pero afortunadamente no tuvimos más percances. Justo nos dio tiempo para acabar los bocadillos antes de despegar rumbo a Panamá donde aterrizaremos dos horas más tarde.
Tras el vuelo a Franckfort, que se prolongó durante algo más de diez horas, ya sólo nos quedaba volar a Bilbao a donde llegamos a las 18,30 tras hora y media de vuelo.
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