25 marzo 2023

Queen Elisabeth National Park II


 U
n día más nos despertamos en el campamento Engiri con los primeros cantos de las aves que pueblan sus jardines. Los escandalosos tejedores, inundan con sus chirridos el nuevo amanecer.
Pero no sólo las aves visitan diariamente la zona sino que otros habitantes más grandes y ruidosos han merodeado por la zona. No sé si eran hipos o elefantes pero por el ruido que provocaban a su paso, imagino que los responsables serían alguna de estas dos especies.

Cuando nos levantamos para ir al cercano baño, nuestro querido " tío de la vara " permanece vigilante para protegernos de cualquier amenaza.
Un rápido aseo precede a otro abundante y sabroso desayuno mientras los pájaros tejedores continúan con la frenética tarea que supone la construcción de sus nidos.
De pronto, un impresionante sonido consigue hacernos revolvernos en nuestros asientos. Tras unos segundos de asombro, nos levantamos para descubrir al responsable del alboroto.
No tardamos en avistar un enorme elefante que se abre paso entre la vegetación para adentrarse en los jardines del campamento.
Afortunadamente, el comedor se ubica en el piso superior del edificio de recepción, ya que de haber estado al mismo nivel que nosotros, yo creo que me hubiera quedado muerto al instante, en mi propia silla. Vaya susto!!!




Charis se había sentado con nosotros a desayunar y nos estaba contando que nuevamente se topó con unas hienas justo a la entrada del campamento. Parece que el Engiri tiene mucha aceptación entre los animales salvajes 😀.
Era hora de subirnos al coche y acercarnos de nuevo a la entrada del parque.
Unos elefantes fueron los encargados en esta ocasión, de darnos la bienvenida.
No mucho después, conseguimos ver a plena luz del día, a la familia de leones que tuvimos oportunidad de ver ayer durante el safari nocturno.
El gran macho, la hembra y dos cachorros nos tuvieron entretenidos durante un buen rato. Varios coches, al borde de la pista, observábamos embobados los juegos y arrumacos de los cachorros. También asistimos boquiabiertos a la irrupción de un jeep a través de la vegetación que se acercó hasta unos pocos metros de los felinos. Charis nos explicó que se trataba de una agencia que cobraba una importante cantidad diaria a los turistas que los contratan y que disponen de un permiso especial para salirse de las pistas con el fin de acercarse a los animales.
Poderoso caballero don dinero en cualquier parte del mundo...😠😠😠






Ya habíamos visto la fauna más emblemática del parque durante los días que llevábamos por aquí así que Charis nos propuso visitar unos cráteres volcánicos cercanos.
Habíamos visto que había otra entrada al parque, al otro lado de la carretera pero nunca habíamos explorado esa zona así que no dudamos en preguntar a Charis por qué no lo habíamos hecho hasta ahora.
Nuestro conductor nos relató que en el pasado, en esta zona se encontraba la entrada principal del parque, donde se construyeron varias instalaciones enfocadas al turismo pero curiosamente, caprichos de la fauna, los animales fueron abandonando esta zona para desplazarse hasta el área que hemos visitado días atrás.

Así pues, nos disponemos a explorar el antiguo corazón del parque. Comenzamos con una parada ante el lago Nyamanyuka, formado en el interior de un antiguo cráter volcánico.
Tras las fotos de rigor en el relajado rincón, volvemos al coche para dirigirnos a la que fue la entrada principal del parque.





Visitamos la Península de Mweya, de la que se dice que era el punto más visitado del parque en el pasado. Un embarcadero desde donde parten las embarcaciones para explorar el Canal de Kazinga y varios alojamientos, constatan la importancia que tuvo el lugar en sus tiempos.
Un precioso lagarto monitor parecía ser el encargado de vigilar el lugar ante la ausencia de humanos mientras que un simpático grupo de mangostas anilladas, alguna provista de localizador, se dejaron ver durante nuestra visita.
De ahí nos desplazamos hasta el cercano poblado de Katwe surgido junto al cercano lago salado del mismo nombre y cuya principal actividad radica en la explotación de la sal de sus aguas.
Una parada a orillas del Lago Edward, donde pudimos ver pelícanos, águilas, garzas, cigüeñas y algún cocodrilo semisumergido en el agua, puso fin a nuestra visita a esta zona del parque.










Aún nos quedaba tiempo para hacer un último recorrido por el parque antes de ir a comer al campamento así que nos dispusimos a hacer un corto safari con el ánimo de descubrir algo interesante.
Y la diosa fortuna nos volvió a sonreír. De pie en nuestro vehículo, oteando cada metro de terreno, uno de mis compañeros gritó de repente: "stop, stop, please".
Tumbado frente a unos arbustos, descansaba al sol un precioso leopardo. Tras unos segundos se levantó y se dirigió hacia la pista por la que habíamos llegado. Parecía que iba a cruzarla, unos metros delante de nosotros pero el ansia de nuestro conductor por acercarse demasiado para permitirnos una observación más cercana, acabó asustando al gato que terminó refugiándose en unos arbustos. Ya no saldría de allí.
Charis actuó con su mejor intención pero quizás le faltaba un poco de experiencia. Le explicamos que debería dejar espacio a los animales para no molestarlos en exceso y alterar sus comportamientos. Con toda seguridad, el leopardo hubiera cruzado la pista frente a nosotros de no haberse acercado tanto.
Pero no pasaba nada, habíamos disfrutado a tope de otro avistamiento a placer de los esquivos gatos.
Era hora de volver al campamento para comer y descansar un poco.






Durante la jornada Charis nos había ofrecido hacer un paseo por el Canal de Kazinga en una embarcación con un conocido suyo, propuesta bien recibida por el grupo.
En esta ocasión yo decidí quedarme en el campamento. Quería hacer una colada y descansar un poco ya que prefería dejar el paseo en barco para otra ocasión. Por otro lado, llevábamos ya una semana de madrugones y mi cuerpo pedía un descanso. Quedaba mucho por delante.....

Mis compañeros no descansaron demasiado y poco después de comer salieron de safari acuático. Yo me fui tranquilamente a la ducha y aproveché para lavar la ropa usada hasta ahora, lo que me permitirá tener ropa para el resto del viaje.
Con todos los deberes hechos, me tumbé en la cama un rato para dormirme entre los espectaculares cantos de los pájaros que pueblan el campamento.
Un buen rato después, el bocinazo de un ibis junto a la puerta de mi tienda, me despertó bruscamente. Nunca había oído antes tan de cerca, el canto de este ave y mucho menos, mientras dormía.

Mientras tanto mis compañeros negociaban el precio de su excursión por la que acabarían pagando 20$/persona en lugar de los 30 que pedían inicialmente.
Durante el agradable y relajante paseo por el canal, Charis no quiso faltar a la cita y disfrutó como el que más.
Aves, hipos, elefantes y cocodrilos del Nilo fueron los principales protagonistas del paseo por el Canal de Kazinga, un ancho canal de 32 kms de largo que conduce las aguas del Lago George hasta el Lago Edward.
Tanto los lagos como el propio canal, conforman una orografía emblemática del parque y son muchos los turistas que se acercan hasta la zona para realizar estos recorridos e intentar avistar la abundante fauna que se acerca a sus orillas.








Nuestro paso por el Queen Elisabeth finalizaba con esta visita y una vez reunidos todos en el campamento, comenzamos a preparar la siguiente jornada.
Habíamos comentado la posibilidad de acercarnos hasta la Garganta de Kyambura con el objetivo de avistar chimpancés. Era el sitio más barato donde se podían ver estos primates en libertad pero no encontramos mucha información al respecto.
Casualmente, esa noche se alojaban unos alemanes con los que nos habíamos cruzado en Ishasa y que casualmente también, estuvieron en Kyambura ayer.
Su experiencia en la garganta, no nos dejó lugar a dudas: mañana iremos a Kyambura a buscar los chimpancés.

Tras la agradable cena, pagamos las deudas contraídas durante nuestra estancia en el Engiri y encargamos el desayuno para mañana con objeto de perder el menor tiempo posible y salir a primera hora hacia la Garganta de Kyambura.
El "tío de la vara" nos acompañó hasta la tienda en medio de una impresionante tormenta. 


Ruta de la jornada:




Video de la jornada:



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