09 abril 2023

Entre Chimpancés. Aventura en Kyamburu.

Engiri Lodge Camp

 Fiel a su cita, " el tío de la vara " esperaba pacientemente a que saliéramos de nuestras tiendas por última vez en el campamento Engiri.
Como cada mañana, vigiló nuestra visita a los baños y nos acompañó hasta el restaurante para desayunar.
Esta noche le he echado en falta cuando la vejiga me ha exigido salir al baño entre las tenebrosas risas de las hienas que merodeaban alrededor de la tienda. 
Ya a salvo, en el restaurante, nos dispusimos a dar buena cuenta del último desayuno, una vez más entre los bulliciosos chirridos de nuestros vecinos, los tejedores.
Charis no tarda en unirse al grupo y al desayuno mientras nos asegura que se ha vuelto a encontrar con las hienas en la entrada al campamento. Yo no las he llegado a ver pero las he oído demasiado cerca...
Dejábamos atrás esta etapa del viaje para continuar la ruta hasta la zona de Fort Portal pero antes teníamos pendiente una visita en la que teníamos depositadas muchas ilusiones: La Garganta de Kyambura.


  • La Garganta de Kyambura

Al noreste del Parque Nacional Queen Elizabeth y en el interior de la Reserva de Caza Kyambura, se encuentra esta profunda garganta, hogar de un notable grupo de chimpancés que reúne unos 30 individuos.
En una estrecha grieta de alrededor de un kilómetro en su parte más ancha y unos 100 metros de profundidad, conviven a salvo de depredadores, primates, antílopes, hipos y otras muchas especies de aves y mamíferos.
Se trata de uno de los pocos lugares de Uganda y el único en el Parque  Queen Elizabeth, donde se pueden ver chimpancés en libertad.
De los 156 km² de extensión con los que cuenta la Reserva, la Garganta tan sólo ocupa alrededor de 11.
El río Kyambura atraviesa la brecha para unirse más adelante al Canal de Kazinga, siendo el rsponsable de alimentar la tupida selva tropical que tapiza el suelo y las paredes rocosas de la garganta.
Se dice que es el segundo mejor sitio para ver chimpancés, sólo por detrás de Kibale, llegando a asegurarse que las probabilidades de verlos son del 80%.
Otras 12 especies de primates entre las que se encuentran los colobos, los monos de cola roja y los monos verdes, se pueden encontrar en Kyambura.
La mejor época para visitarlo, es la seca ( entre diciembre y enero y entre junio y octubre ). El motivo no es otro que tratar de evitar los barrizales que se forman en la época de lluvias y que dificultan en gran medida las caminatas .






Con las primeras luces del día, salimos hacia la Garganta de Kyambura ya que los alemanes con los que hablamos ayer nos dijeron que la pista está en bastante mal estado. Aunque esta noche ha llovido bastante, nuestro coche está respondiendo bien de momento, lo que unido a la pericia de Charis, nuestro conductor, todo nos hace pensar que no tendremos problemas para superar los poco más de 10 kms que nos separan.
Craso error!!!

Cuando abandonamos la carretera asfaltada para tomar una pista totalmente embarrada por las últimas lluvias, fuimos conscientes de que no sería sencillo llegar pero Charis se desenvolvía bien sobre este tipo de terreno y poco a poco íbamos avanzando, no sin algún problema.
Pero no habíamos contado con otros posibles contratiempos...
Una furgoneta sin tracción a las 4 ruedas, cargada de turistas, se había quedado atrapada en el lodazal, impidiendo el paso de cualquier otro vehículo. A pesar de que todos bajamos para tratar de sacarla de allí, nuestros esfuerzos resultaron inútiles.
Llenos de barro y viendo que apenas quedaba un kilómetro para llegar, los cuatro integrantes del grupo tomamos una decisión al unísono: seguiremos andando.




En los tres o cuatro coches que se han quedado atrapados tras la furgoneta, había gente bastante mayor y no sabíamos si iban a poder seguir andando por aquella pista que resbalaba como si fuera hielo.
Realmente era complicado continuar andando ya que el barro se pegaba a las botas y los resbalones eran inevitables. Aún así, dos de nuestros compañeros consiguieron adelantarse bastante, quedándonos otros dos más rezagados.
De pronto, fui consciente de que nos habíamos precipitado a la hora de tomar la decisión de continuar andando.
Unos excrementos de considerable tamaño que sólo podían ser de un gran depredador, me recordaron que estábamos en la Africa más salvaje. Sólos en una pista totalmente embarrada, flanqueada por extensos pastos de hierba alta, fui consciente de que estábamos totalmente expuestos y desprotegidos.
Unos gruñidos que escuché a mi derecha, me lo dejaron aún más claro. No dije nada a mi compañera de andadura para no preocuparla más todavía y continuamos andando hasta que un hombre armado que bajaba del aparcamiento haciendo aspavientos nos dijo que no podíamos seguir sólos ya que más adelante había elefantes peligrosos.
Cambio de planes. Esperaremos al resto de la gente para seguir todos en grupo.
La gente mayor sufría por mantenerse en pie y la marcha se ralentizó bastante. De pronto, un elefante apareció a la izquierda sembrando la inquietud entre el grupo. Le dije a mi compañera que siguiera adelante pasara lo que pasara sin mirar atrás pero unos gritos nos lo impidieron. Una de las señoras más mayores se había caído en el barrizal y no podía levantarse. Justo frente al elefante!!!
Los que iban con ella eran tan mayores como ella así que me acerqué para ayudarla a levantarse.
Afortunadamente, el elefante nos ignoró por completo y siguió comiendo sin inmutarse.
Por fin llegamos arriba sanos y salvos aunque estábamos preocupados por los otros dos compañeros que habían seguido en solitario.
Nos sentimos aliviados cuando comprobamos que habían llegado también sin problemas y ya habían sacado las entradas para el tour de los chimpancés pero todo lo sucedido nos dejó claro que no podíamos separarnos más en esas circunstancias. 





La caminata en busca de chimpancés cuesta 50$ pero llegar hasta allí es bastante más costoso si llueve unas horas antes...
El desconcierto reinaba en las oficinas. Una mujer abroncaba a un hombre armado, suponemos que por no haber ido en busca de los turistas atrapados, con más diligencia. Todos hablaban en la lengua local pero se adivinaba que el nerviosismo y la desorganización eran las protagonistas de las discusiones.
Sólo un coche había conseguido llegar hasta allí y creemos que le intentaron convencer para que nos fuera acercando a todos hasta el punto donde comenzaba la caminata, unos kilómetros más adelante pero el conductor no parecía estar por la labor. 
Después de tiras y aflojas y varios cambios de planes, nos asignaron un guía y comenzamos la ruta a pie en grupos de 8 .
El nerviosismo cundía en el grupo porque sabíamos que el mejor momento para ver los chimpancés es a primera hora, cuando se están desperezando. Después se empiezan a mover en busca de alimento y puede resultar difícil encontrarlos.

Comenzamos a andar sin saber la distancia que nos separaba hasta el verdadero punto de partida pero no queríamos perder más tiempo. Unos calaos desde lo alto de un árbol, nos observaban con curiosidad.




De pronto oímos el motor de un coche y no pudimos disimular nuestra alegría cuando descubrimos que se trataba de Charis. El resto del grupo no sabía qué pasaba pero cuando les dijimos que era nuestro coche y les invitamos a subir a bordo, se miraban confundidos. Cómo íbamos a montar 11 en un coche??
Pues sí, nos arreglamos como pudimos; unos dentro y otros fuera agarrados donde podían pero todos llegamos en unos minutos al inicio de la ruta.

Una densa selva nos recibió con sus estrechos senderos mientras oíamos a lo lejos los inconfundibles gritos de los chimpancés. Ocasionalmente, algún hipopótamo nos sobresaltaba con sus gruñidos pero sin interrumpir nuestra acelerada marcha en busca de los primates.
En varias ocasiones volvimos sobre nuestros pasos porque los monos cambiaban su ubicación pasando de una orilla del río a otra, lo que provocó una caminata bastante alocada y acelerada.
Por momentos el pesimismo se adueñó del grupo y pensábamos que era demasiado tarde y no íbamos a poder encontrarlos.
En un momento dado, el paso ligero se convirtió en una auténtica carrera. Parte del grupo se quedó atrás mientras otros dábamos continuos traspiés en la carrera por lograr nuestro objetivo.
Imagino que nunca habréis corrido en una selva pero la sensación de que en cualquier momento te quedarías atrapado por ramas, zarzas o acabarás empotrado contra el suelo o un árbol cercano, tras tropezar con alguna raíz terrestre, es algo que no podrás evitar.
Con la lengua fuera llegamos hasta una zona donde entre la vegetación descubrimos al grupo de personas mayores que se quedaron atascados con nosotros en el barro. Pero cómo es posible que esta gente haya llegado hasta aquí antes que nosotros?
Por un momento pensé que nos habían tenido a los más jóvenes dando vueltas por la selva mientras habían llevado directamente a los mayores al punto exacto donde se encontraban.
No sé si fue así o no pero lo cierto es que a nuestra llegada, el otro grupo abandonó el lugar para que ahora sí, nuestro grupo disfrutara de la compañía de los chimpancés.




Estábamos rodeados de chimpancés. En todos los árboles había alguno sentado en sus ramas o comiendo frutas. En el suelo había más ejemplares; unos comiendo y otros tumbados entre la vegetación.
Mientras sacaba unas fotos a un chimpancé en el suelo, algo me cayó encima. Otro que estaba en la rama de un árbol, sobre mi cabeza, me había cagado.
Seguí sacando fotos sin dar más importancia al incidente hasta que un gran fruto cayó sobre mi cabeza. El mono se había ensañado conmigo y no sabía por qué pero no tardé en descubrirlo. El bicho quería bajar del árbol y mi presencia junto al tronco le incomodaba así que se empeñó en dejármelo claro.
Cuando me levanté y me separé del árbol, bajó a tierra para continuar su camino a través de los senderos de la selva.
Durante muchos minutos, estuvimos a pocos metros de ellos, fotografiándolos y disfrutando de sus monadas. Cuando el grupo se ponía a gritar al unísono, sus voces retumbaban por toda la selva.
Allí permanecimos con ellos hasta que el grupo decidió seguir su camino. 
No llegamos a estar la hora establecida pero tras seguirles durante unos minutos por estrechos senderos, decidimos poner punto final a la experiencia.








No más fotos, please.



Ya sólo quedaba volver a la pista donde todos los coches habían ya conseguido llegar y cada uno esperaba a su respectivo grupo. 
La vuelta fue rápida; los chimpancés no se encontraban realmente lejos de la pista pero nosotros dimos unas cuantas vueltas...
Nos despedimos de los compañeros de excursión y cada uno montamos en nuestro vehículo para continuar viaje.
Volvíamos con una gran sonrisa de satisfacción tras el éxito de la jornada a pesar de todas las aventuras vividas. El coche estaba lleno de barro tanto por fuera como por dentro pero todo había merecido la pena y el esfuerzo.
Nuestro siguiente destino era la zona de Fort Portal y ya íbamos con bastante retraso pero ya sabemos que las cosas en Africa funcionan a su propio ritmo.
Tras un último vistazo a la impresionante brecha que acabábamos de visitar, nos dispusimos a abandonar el lugar.




Aún en la pista de barro, poco antes de llegar ya a la carretera asfaltada, vimos una fila de coches parados. No puede ser, otra vez no....
Pero sí, la misma furgoneta que se había atascado al venir, en vez de dejar salir antes al resto, se había quedado de nuevo atascada.
Otra vez todos abajo, otra vez a llenarse de barro, otra vez a empujar...pero no hubo manera.
Intentaron sacarlo tirando de ella con una cadena pero el enganche se soltaba o rompía continuamente hasta que un norteamericano propuso usar su cinturón como enganche. Los conductores se miraron perplejos pero le hicieron caso. Nadie se explica cómo sucedió pero el cinturón aguantó y la furgoneta salió.




Ya valía de aventuras por hoy. Cruzamos los dedos y le pedimos a Charis que saliera de aquella trampa cuanto antes.
Vámonos a Fort Portal... 



Ruta de la jornada:





Video de la jornada:



Capítulo anterior: Parque Queen Elizabeth II
Capítulo siguiente: Llegada a Fort Portal.






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