23 junio 2023

De Kibale a Murchison Fall

 


Por última vez, amanecimos a orillas del Lago Nyamirima. 
Hoy dejaremos atrás esta fascinante zona de cráteres volcánicos que han dado lugar a curiosos lagos rodeados de espesa vegetación, hogar de numerosos primates, aves y multitud de otras especies animales.
Resultará difícil olvidar los impresionantes amaneceres que hemos tenido oportunidad de admirar estos últimos días.



Durante la jornada de hoy tomaremos rumbo al norte en dirección a otro parque nacional: Murchison Fall.
Nos separan 325 kms, que según "Maps" nos llevarán alrededor de 5 horas y media. En un principio habíamos pensado hacer noche a mitad de recorrido, por la zona de Hoima pero Charis nos dijo que podríamos llegar tranquilamente hasta el mismo parque, si no hacíamos ninguna visita larga durante el recorrido. Y como en la zona de Fort Portal ya habíamos visitado todo lo planeado, decidimos hacerlo así; hoy llegaremos a Murchison Fall. 
Tuvimos que hacer un cambio en la reserva de nuestro próximo alojamiento, el Red Chili, adelantando un día nuestra llegada pero afortunadamente, no pusieron inconveniente alguno.
Así pues, hoy tocaba rehacer la mochila antes de bajar a desayunar para reponer fuerzas antes de emprender una ruta que se adivinaba durilla.
Desayunamos relajadamente, pagamos lo que teníamos pendiente y salimos temprano para aprovechar las horas menos calurosas del día.

Mientras atravesábamos las cercanías del parque de Kibale, unas señales nos advertían de que estábamos atravesando el hogar de nuestros primos, los chimpancés.
Los viajes por carretera en Africa acostumbran a ser toda una experiencia y Uganda no iba a ser una excepción. Una vez más, las típicas estampas de la gente acarreando agua, yendo al trabajo o al colegio, los puestos de fruta, las curiosas tiendas de ropa, los puestos de carne y otras cientos de situaciones que sin duda asombrarán a los viajeros que no conozcan este singular continente, se suceden a cada instante mientras atravesamos las pequeñas poblaciones que se levantan a ambos lados de la carretera. 
Estos recorridos por carretera, a pesar de ser duros, siempre me han parecido una experiencia muy interesante.










Al llegar a la ciudad de Hoima, hicimos una parada para echar gasolina y estirar un poco las piernas. No perdimos la ocasión de visitar su mercado, repleto de vida como no podía ser de otra manera.
Dimos una breve vuelta por el lugar y volvimos al coche ya que queríamos llegar a Masindi para comer y aún nos quedaba más de una hora de camino.





Charis nos preguntó qué nos apetecía comer y todos respondimos al unísono: PORK
Los llamados "pork points" nos habían encantado y hacía varios días que no parábamos en uno así que cuando llegamos a Masindi, y tras dar una vuelta infructuosa, Charis preguntó a un motorista dónde había un buen pork point. El chaval nos hizo un gesto para que le siguiéramos y nos guió hasta las afueras de la ciudad donde había un "atractivo restaurante".
Un enorme marabú nos recibió a sus puertas mientras unos vergonzosos niños se escondían ante la llegada de los muzungus blancos.
Sara comentó a Charis que ella prefería comerse un roles y ante nuestra sorpresa le preguntó si podía llevarle a algún sitio donde los prepararan buenos. Más tarde nos confesaría que cuando vio toda la carne cruda amontonada en el suelo, prefirió ser cautelosa y abstenerse de comer cerdo. El caso es que se montaron en el coche en busca del roles deseado y aunque no resultó tarea fácil, al final lo consiguieron.
Ya todos juntos, dimos buena cuenta de toda la comida que nos sacaron. Estaba todo muy bueno.









Ya sólo nos quedaba media hora hasta la entrada del parque pero hicimos otra breve parada en un hotel para tomar un café antes de continuar.
Kichubanyobo fue la siguiente parada. Allí debíamos pagar la entrada al parque y registrarnos explicando dónde íbamos a dormir. Mientras hacíamos el papeleo, coincidimos con unos ingleses con los que habíamos compartido aventuras y desventuras en Kyamburu. Nosotros llegábamos y ellos se iban tras haber estado una sola noche.
Con todo el papeleo arreglado, proseguimos nuestra ruta tras pedir a Charis que subiera el techo del vehículo por si veíamos algo interesante. Nos dijo que en esta zona no se solía ver nada pero nosotros estábamos ya ansiosos de buscar animales así que nos pusimos en pie y vigilamos ambos lados de la carretera por si aparecía algo.
Charis conducía rápido y el viento caliente nos sacudía la cara con fuerza. No vimos nada a excepción de los numerosos babuinos que se amontonaban en la carretera y algún que otro colobo.




Aún estuvimos una hora en carretera hasta llegar al Red Chili Rest Camp pero cuando estábamos llegando, como aún quedaba un rato antes de que anocheciera, preguntamos a Charis si podíamos dar una vuelta por el parque antes de ir al alojamiento. Charis asintió, cruzamos el puente sobre el río Nilo y nos adentramos en el parque con celeridad. 
Sólo estaba permitido conducir hasta las 19 horas y había un control con una barrera muy cerca del puente.
Cruzamos el control y a toda velocidad, nos dispusimos a disfrutar de nuestra primera toma de contacto con el parque.

En cuanto comenzamos a atravesar las rojizas pistas que contrastaban con la basta sabana que tapizaba esta zona del parque, la fauna volvió a erigirse como la protagonista indiscutible de la jornada. Los curiosos alcélafos o búbalo común (Alcelaphus buselaphus), los nerviosos monos patas  (Erythrocebus patas), las elegantes jirafas Rothschild, búfalos, cocodrilos y gran número de aves entre las que destacaremos una gran avutarda kori y una preciosa águila marcial, se dejaron ver a las primeras de cambio.





Como no teníamos demasiado tiempo, no nos adentramos demasiado en el parque así que nos lo tomamos con calma, parando frecuentemente para disfrutar del paisaje y los animales, relajadamente.
Estando parados, vimos a lo lejos una furgoneta que permanecía inmóvil. Comentamos a Charis si nos podíamos acercar hasta allí por si había algo interesante. Aunque nos dijo que seguramente estarían viendo alguna jirafa, arrancó el coche y se dirigió hacia allí. Cuando llegamos, el coche ya se había puesto en marcha pero se paró ante nosotros y su conductor habló con Charis. De pronto le hizo un gesto para que le siguiera y se salió de la pista unos metros.
Allí había un grupo de leones ocultos por la alta vegetación que pudimos observar a placer pero cuando estaba haciendo unas fotografías a los felinos, el conductor del otro coche me hacía señas indicando a lo alto del árbol bajo el que estábamos. Cuando miré hacia arriba, me quedé con la boca abierta.
Justo sobre mi cabeza colgaba la cola de un lindo gatito. Tumbado sobre una rama, ocultando su cara, permanecía inmóvil un leopardo!!!
Era la primera vez que veía juntos a estos dos depredadores. En tierra los leones y justo sobre ellos, un precioso leopardo.
Estábamos fuera de la pista y Charis estaba nervioso porque se arriesgaba a una sanción así que le dijimos que saliera de allí para evitar problemas. 
No podíamos pedir más, en el poco tiempo que habíamos estado en el parque.




Ya era tarde e iba a ser difícil salir del parque antes de las 19 horas por lo que Charis aceleró por las pistas de barro tratando de llegar lo antes posible. No sabíamos si las autoridades eran muy estrictas con los horarios por lo que la euforia por el éxito de la corta excursión, se entremezclaba con la incertidumbre de si nos dirán algo por traspasar el horario permitido.
Afortunadamente, llegamos al alojamiento sin problemas ni apercebimientos de ninguna clase.
Era hora de registrarse en el Red Chili Rest Camp.

El Red Chili era uno de los pocos alojamientos baratos que había en la zona. Reservamos dos chozas con dos camas cada una por 40$ cada habitación. Nos exigieron el pago por adelantado así que cuando en recepción nos pidieron pagar lo que faltaba, no lo entendimos. El caso es que su banco les había cobrado una comisión de poco más de un dólar que ahora ellos nos pedían a nosotros. Nos pareció bastante lamentable.
Cuando vimos nuestras pequeñas chozas, la impresión no mejoró nada. Aparte de ser pequeñas y muy básicas, estaban en un estado de abandono lamentable. Las ventanas no abrían ni cerraban en condiciones, la puerta tampoco encajaba en el marco y la higiene era más bien justita. Sin duda, el peor alojamiento del viaje hasta el momento.
Desgraciadamente, el trato de sus empleados hacia los clientes también fue el peor hasta el momento. En todos los alojamientos nos habían tratado maravillosamente pero allí el trato era distante y cortante.
Pero en fin, estábamos en pleno parque y no habíamos pagado demasiado así que pasaremos las tres noches como podamos...





Si piensas alojarte en este campamento debes tener en cuenta que estás dentro del parque por lo que tanto tu entrada como la salida, la deberás adaptar a los horarios del parque. Fuera de estos horarios no podrás entrar ni salir de allí.
Además deberás pagar los 45$ que cuesta la tarifa de entrada al parque, válida para 24 horas a partir de tu entrada; es decir, cada noche que pases allí deberás pagar, además del alojamiento, la tarifa de entrada al parque.

Nos acomodamos en las minúsculas habitaciones, dejando el equipaje en el suelo ya que no había otro sitio donde dejarlo, nos dimos una ducha en unas viejas y lejanas instalaciones y nos fuimos al restaurante a refrescarnos y comer algo.
Tan solo dos integrantes del grupo cenaron ya que no teníamos demasiado hambre.
Permanecimos un rato charlando tras la cena antes de ir a dormir hasta que el sueño se apoderó lentamente de nosotros y nos retiramos a nuestros aposentos.


Desgraciadamente, la noche no fue todo lo apacible que prometía. Mi compañero empezó a sentirse mal, con fuertes dolores abdominales y abundantes vómitos que no cesaban pese a tomar analgésicos, antieméticos y protectores de estómago.
Apenas pegué ojo durante la noche, preocupado por el estado de mi compañero y cuando vi que por fin se había dormido, me vi obligado a vacíar mi vejiga. Tras la tensión vivida, no estaba dispuesto a ir hasta los baños, al otro lado del campamento.
Me puse el frontal y salí fuera buscando un sitio cercano para poder realizar mis necesidades así que cuando vi unos arbustos que delimitaban el campamento, me acerqué a ellos para poner solución a la situación.
Unos extraños ruidos me sobresaltaron y cuando dirigí mi frontal hacia ellos, me encontré frente a frente con la mirada de un hipopótamo a menos de dos metros. Estaba a cinco metros de la habitación pero creo poder asegurar que batí todos los records de velocidad existentes hasta el momento. 
Eso sí, me meé encima....

Ya dentro de la habitación, comprobé que mi compañero dormía y me metí en mi cama con la esperanza de dormir un poco.
Mañana será otro día...


Ruta de la jornada:






Video de la jornada:




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