09 mayo 2024

Explorando Pouso Alegre. Pantanal brasileño.



El despertador sonó cuando todavía era noche cerrada. Ayer habíamos quedado varios integrantes del grupo en salir andando hasta el pozo para llegar allí con las primeras luces del día.
Eran las mejores horas para andar y estirar las piernas y de paso, intentar avistar algún animal que se acercara a beber al amanecer.
Algo más de tres kms separaban la posada del pozo por lo que deberíamos salir de noche para llegar al amanecer.

Quedamos en las puertas del comedor y cuando llegamos allí, la posada se encontraba en total silencio. No se veía ningún alma, ni signo alguno de vida.
Tomamos la pista que llevaba al pozo y no tardamos en ver los primeros animales que aprovechaban el frescor de la noche, seguramente en busca de presas. Unos zorros cangrejeros se cruzaron en el camino, huyendo de inmediato en cuanto nos vieron.
Más adelante, unos extraños ruidos nos dieron un buen susto mientras atravesábamos una zona encharcada. No estamos seguros pero pensamos que provenían de los caimanes, algunos con crías, que habitaban la zona.





Continuamos la marcha, tratando de llegar al pozo al amanecer, confiando encontrar animales en los alrededores mientras otro espectacular amanecer se iba abriendo paso en el horizonte. No me cansaré nunca de ver este espectáculo.
Las primeras luces daban paso al nuevo día cuando comenzamos a ver numerosas huellas de tapires en la arena, ya cerca de nuestro destino.
Tardamos unos 40 minutos en llegar a la poza y a pesar de que estuvimos un buen rato explorando con nuestros prismáticos los alrededores, no conseguimos descubrir ninguno de los habitantes del Pantanal.
Era hora de regresar a la posada para desayunar y recobrar fuerzas tras la caminata nocturna.
No lejos de la posada nos entretuvimos con un gavilán cangrejero posado en las ramas de un árbol hasta que un compañero vino a buscarnos con el coche para llevarnos de vuelta a la posada.




El intento mañanero no había tenido el éxito esperado pero al menos nos había servido para darnos un agradable paseo sin tener que soportar temperaturas extremas.
Ahora tocaba desayunar tranquilamente y organizar el resto del día.
Con el estómago bien relleno, cada uno decidió aprovechar el resto de la mañana a su manera. Unos se quedaron descansando, otros pasearon alrededor de la posada y yo volví al pozo con otro compañero para ver si teníamos más suerte en esta ocasión.
Cerca del comedor había una zona donde echaban comida a las aves y pasamos un buen rato observando la actividad de los pajarillos y sacando alguna fotografía.
Un gran lagarto se unió de pronto al grupo buscando su ración de comida.



Cacique crestado (Psarocolius decumanus)

Gralha-do-pantanal possui ( Cyanocorax cyanomelas )



El sol comenzaba a apretar y decidimos acercarnos hasta el pozo esta vez en el coche. No teníamos demasiadas esperanzas después de la experiencia matutina pero había que seguir intentándolo.
Cuando llegamos, encontramos un grupo de pécaris que se habían acercado a saciar su sed.
Un confiado gavilán cangrejero, a orillas del pozo, nos permitió acercarnos bastante y llegamos a pensar que estaba herido pero no tardó en alzar el vuelo.
Ciervos, un nutrido grupo de monos capuchinos, tortugas y muchos coatíes se acercaron a tomar su ración de agua pero cuando ya íbamos a recoger todo para volver a la posada, un inesperado visitante surgió entre la maleza para acercarse al agua.











Una tayra, también conocida con el nombre de viejo de monte o hurón mayor (Eira barbara) fue la grata sorpresa de la jornada. Se trata de un mustélido de una longitud aproximada de un metro y un peso de 5 kgs que se alimenta de frutos y pequeños roedores principalmente.
Nos llama la atención la cautela con la que todos los animales se acercan a beber, mirando continuamente a todos lados y moviéndose con claros signos de nerviosismo. No sabemos si temen la presencia de algún depredador o simplemente la presencia de los humanos que habitualmente se encuentran en el observatorio cercano.






El calor comienza a hacerse insoportable y volvemos a la posada. Pronto servirán el almuerzo pero aún nos da tiempo de dar una vuelta por los alrededores de la posada y nos acercamos a una alta torre de observación que permite unas excelentes vistas a la zona. Mi vértigo me impide subir hasta arriba pero mi compañero sube hasta lo alto de la torreta metálica.
No había tiempo para más por lo que volvimos a la posada bajo un sol que amenazaba con derretirnos en cualquier momento.
Tan sólo unos emúes que se nos cruzaron en el camino parecían aguantar aquellas temperaturas.



                                                              


T
ras la comida, decidimos descansar un poco hasta que el sol comience a bajar y la temperatura nos permita salir al exterior.
Sobre las 5 de la tarde nos reunimos para hacer la última visita de la jornada al pozo. Sabemos que es uno de los mejores lugares para intentar el avistamiento de tapires pero son numerosos los animales que se acercan a saciar su sed al acabar el día.
Curiosamente, al llegar al observatorio, una mujer nos comenta que ayer, un poco antes de que llegáramos nosotros, una pareja de tapires con su cría se acercaron hasta allí para beber. No pudimos disfrutar de este avistamiento por poco pero al menos, todo se debió a que nos entretuvimos viendo un espléndido ejemplar de tapir en la Transpantaneira.
Desgraciadamente, tampoco hoy tendríamos demasiada fortuna y los animales más anhelados no hicieron acto de presencia. Nos tuvimos que conformar con una pareja de pavones muitú, algún tucán, tortugas, pecarís y un bonito Aracarí de orejas castañas (Pteroglossus castanotis) que apareció con las últimas luces del día.



pavón muitú ​ (Crax fasciolata)



Aracarí de orejas castañas (Pteroglossus castanotis)




Mono Capuchino


Abandonamos el lugar andando, aprovechando la benévola temperatura del atardecer mientras disfrutábamos de otro cielo espectacular antes de que la noche se apoderara totalmente del lugar.
Una ducha rápida y a disfrutar de nuestra última cena en el Pantanal.
Mañana abandonamos la posada y definitivamente el Pantanal
Habíamos dejado una noche libre para decidir sobre la marcha dónde pasarla y por unanimidad decidimos que mañana dormiríamos en Cuiabá.
Habíamos visto casi todos los animales que deseábamos y decidimos darnos un merecido descanso en algún hotelito con piscina antes de emprender la vuelta a casa.
Posiblemente, lo más duro de la aventura habían sido las altas temperaturas que hemos soportado por lo que mañana y pasado, queremos relajarnos en algún sitio con piscina.
Mañana pasaremos la mañana por los alrededores de la posada y después de comer, saldremos hacia Cuiabá.



Ruta de la Jornada




Video de la Jornada




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