22 mayo 2024

Ultimo día en el Pantanal. Traslado a Cuiabá.



Disponíamos de toda la mañana para pasar nuestras últimas horas en el Pantanal brasileño. 
Hoy, al igual que ayer, pusimos los despertadores a las 5 para dar un paseo hasta el pozo mientras amanecía.
Veríamos o no veríamos animales, era sin duda la mejor hora para pasear y no estábamos dispuestos a dejar pasar la ocasión.
Nuevamente, al llegar al humedal donde ayer un extraño ruido nos dio un buen susto, me quedé fotografiando una pequeña garza.
Y una vez más, una especie de rugido que parecía salir de la densa vegetación existente a orillas del agua, me dejó la sangre helada.
¿ Pero qué era aquel ruido que ayer nos hizo dar un gran salto y que de nuevo hoy nos había vuelto a sobresaltar? Sinceramente, en la penumbra en la que nos encontrábamos en medio de aquel salvaje paraje, tengo que confesar que aquel ruido me impresionó.




Seguramente, si hubiéramos ido acompañados de alguien de la zona, nos hubiera sacado de dudas inmediatamente pero aquel ruido era algo desconocido para nosotros. Atravesamos aquella zona presurosos pero no ha sido hasta llegar a casa e investigar un poco qué animal podía ser el responsable de producir aquel sonido, cuando descubrí al culpable.
La pista me la dio un caimán que llevaba encima varias pequeñas crías. Era el único animal de tamaño importante que pude ver en los alrededores y aquel ruido lo tenía que hacer un animal grande pero realmente podría un caimán, hacer un sonido como aquel?
Pues ahora lo puedo confirmar. El rugido de un caimán en plena oscuridad y a escasos metros de ti, resulta sobrecogedor.
Y por si alguien piensa que exagero, podéis escuchar este video de youtube donde se reproducen los sonidos de los caimanes.




Una vez dejamos atrás aquel humedal, los ruidos dejaron de oírse y proseguimos la marcha mucho más tranquilos. La pista de tierra y arena delataba el paso de numerosos animales.
Era increíble la gran variedad de huellas que dejaban los animales a su paso y más increíble todavía que resultara tan difícil verlos.
Desde que llegamos a la posada, los únicos mamíferos que hemos visto han sido monos capuchinos, coatíes, zorros cangrejeros, ciervos, pécaris y una escurridiza tayra.
Y definitivamente, hoy tampoco íbamos a engrosar la lista. Nos tuvimos que conformar con un carpintero lúgubre al que localicé gracias al típico repiqueteo contra un tronco y unos cuantos tucanes que siempre resultan espectaculares.



Volvimos sobre nuestros pasos para recargar pilas con el desayuno y dar un último paseo por los alrededores de nuestro alojamiento.
Por un bosque cercano, al que nos acercamos tratando de protegernos del sol abrasador, vimos algunos monos, coatíes y algún agutí, además de un enorme lagarto. Alguna serpiente también había pasado por allí recientemente como demostraba la camisa que había dejado por el camino al haber mudado su piel.
Papagayos jacintos y algún tucán completaron los avistamientos de la mañana.
De vuelta a casa, un colorido turpial amazónico nos recibió muy cerca de la habitación.



                                                                                   





No había tiempo para mucho más así que nos dimos una ducha refrescante, hicimos el equipaje y lo cargamos en el coche para dejar todo preparado y salir rumbo a Cuiabá después de comer.
Teníamos por delante 145 kms que esperábamos recorrer en aproximadamente 2,30 horas por lo que la posibilidad de estar en unas horas en un hotel con piscina y todas las comodidades ya olvidadas, nos hacía olvidar que la aventura estaba llegando a su final.
La última foto en la Transpantaneira se la dedicamos a un cartel que avisaba del paso de fauna salvaje, con la silueta de un tapir.



El viaje transcurrió sin incidentes hasta que llegamos a las inmediaciones de Cuiabá. Un atasco impresionante provocó que la llegada al hotel se produjera mucho más tarde de lo esperado.
El caótico tráfico impidió que llegáramos a tiempo para darnos un bañito en la piscina pero al fin, llegamos a nuestro destino, el Hotel Fazenda Mato Grosso.
El monumental atasco provocó que llegáramos bastante cansados así que llevamos el equipaje a las habitaciones y nos fuimos a cenar al restaurante directamente.


Mañana volaremos a Sao Paulo donde pasaremos la noche para salir hacia Madrid al día siguiente pero el vuelo de mañana será a la noche por lo que tenemos todo el día para disfrutar del hotel, de su piscina y habrá que celebrar por todo lo alto, la última comida del viaje.


Ruta de la Jornada




Video de la Jornada




Capítul o anterior:Pouso Alegre
Capítulo siguiente: Cuiabá, final del viaje.

No hay comentarios: