Cuando elegí Tatla Lake para hacer una parada intermedia antes de llegar a Bella Coola, fueron varios los factores por los que decidí apostar por este minúsculo y desconocido lugar.
En efecto, cuando una búsqueda de alojamientos por la zona me llevó hasta allí, el lugar no destacaba por tener nada especial. Buscaba un alojamiento en un radio de 50-70 kms, en esta zona y lo cierto es que no encontré demasiadas opciones que se ajustaran a nuestros gustos y presupuesto.
El lugar que más me gustaba en relación a calidad/ precio/ ubicación, era éste así que me puse a investigar un poco sobre este territorio.
Al principio solo encontré generalizaciones sobre esta zona, hasta que algo captó poderosamente mi atención y finalmente me hizo decidirme por Tatla Lake.
TATLA LAKE
"Tatla Lake está ubicado en la Columbia Británica, destacando por ser una zona salvaje preciosa, con paisajes muy diversos y una fauna variada e interesante. No es un pueblo “urbano”, es una comunidad rural dispersa alrededor de un lago largo del mismo nombre.Se encuentra en la región de los Chilcotin (Chilcotin Plateau), siendo una puerta de entrada a varios valles de montaña importantes: el valle de Tatlayoko, el valle de Chilko y otra rama montañosa.De carácter remoto, natural y muy conectado con la naturaleza, cuenta con escasa población.Si excluimos las típicas actividades en esta zona de Canadá ( senderismo, esquí nórdico, pesca, paseos en canoa o kayak, campamentos, etc ) posiblemente el único "atractivo" de este minúsculo enclave sea Graham Inn, la antigua casa del pionero Robert Graham, un edificio histórico donde ahora ofrecen alojamiento y buena comida casera.La zona es rica en fauna y se pueden observar si tienes suerte, cabras montesas, ciervos mule, ovejas bighorn, alces, osos grizzly y negros; también otros depredadores mucho más difíciles de descubrir como pumas, lobos, linces y zorros, habitan la zona, además de muchos otros mamíferos más pequeños (nutrias, martas, castores, marmotas, liebres, etc.).En conclusión, Tatla Lake y su región son un destino ideal para quienes aman la naturaleza más salvaje y menos intervenida. No es un lugar de turismo de masas, sino un área para conectar con paisajes remotos, hacer senderismo, pescar, observar fauna, y disfrutar de la tranquilidad de un entorno auténtico."
En principio, el lugar era atractivo para nuestros planes pero era plenamente consciente de que podríamos encontrar una descripción similar para cientos de lugares como éste, a lo largo de toda la Columbia Británica.
Pero de pronto, una nota sobre avistamientos de osos, me llamó la atención inmediatamente.
Los osos, que en verano ascienden a las zonas más altas, comienzan una migración hacia zonas más bajas en busca de los salmones que comienzan a llegar al río Chilko.
De mediados de Setiembre a mediados de Octubre, la población de osos grizzlies que se concentran a orillas de este río, aumenta notablemente. Y en esas fechas llegábamos nosotros.
Inmediatamente me puse a buscar algún alojamiento a orillas de dicho río pero descubrí que lo poco que había, superaba notablemente nuestro presupuesto ya que estaban enfocados a fotógrafos y documentalistas profesionales. Pero tampoco me preocupaba demasiado ya que podíamos recorrer tranquilamente la zona en nuestro vehículo, tratando de buscar algún rincón desde donde ver los osos pescando salmones. Esto se ponía interesante....
Desgraciadamente, no tardé en descubrir que la carretera que discurría paralela al río, se cerraba en esas fechas a partir de un determinado punto. La razón oficial asegura que es para proteger a los turistas que van por cuenta propia, de los ataques de los osos.
Personalmente pienso que las razones son mucho más mundanas y materialistas.
Pero bueno, ya me había picado la curiosidad y si de verdad había tantos osos, quizás podríamos verlos en otros valles cercanos y accesibles.
A pesar de que el río Chilko y sus afluentes eran el mejor sitio para ver Grizzlies, habíamos leído que zonas como Tatlayoko Valley, los alrededores de Tatlayoko Lake Bird Observatory y las carreteras secundarias y caminos forestales cerca de Tatla Lake, también eran buenos lugares para intentar ver tanto osos negros como grizzlis.
Así pues, hoy nos levantaremos antes de que amanezca para tomar la pista que discurre a lo largo del valle de Tatlayoko hasta llegar al lago del mismo nombre.
Un café rápido para intentar desperezarnos, fue el prólogo a la excursión matutina.
Entre la oscuridad y la niebla, pudimos distinguir una pequeña ardilla al poco de iniciar la ruta.
Íbamos a recorrer alrededor de 40 kms hasta el lago a lo largo de una pista de grava así que condujimos con calma y con la esperanza de que en algún momento nos sorprendiera la aparición de cualquier animal.
El entorno era totalmente salvaje y la pista discurría a través de un bosque infranqueable que ofrecía una visibilidad prácticamente nula en su interior. La única esperanza es que saliera algún animal a la pista o verlos en alguna de las pocas zonas despejadas.
Poco a poco avanzábamos por la pista sin que ningún habitante del bosque, exceptuando alguna nerviosa ardilla y los ya habituales urogallos, hiciera aparición.
Ya de día, comenzamos a ver algún que otro ciervo hasta que finalmente se convirtieron en acompañantes habituales de nuestra ruta.
Hicimos una parada para estirar las piernas mientras observábamos más detenidamente un grupo de ciervos pastando, cuando en la lejanía descubrí lo que en principio pensé que era un zorro pero que más tarde identificamos como un coyote. Lo vimos durante unos largos minutos hasta que desapareció en el bosque.
El siguiente avistamiento nos llamó poderosamente la atención pero no por ser un animal salvaje sino una bonita escultura hecha con troncos y ramas de madera. El telón de fondo tampoco desmerecía...
Muy cerca un cartel nos anunciaba que estábamos en territorio Xeni Gwet'in y Tsilhqot'i, quienes nos daban la bienvenida a la vez que recordaban algunas normas y rogaban respetar la naturaleza como ellos siempre habían hecho a lo largo de su historia.
Y así discurrió nuestro camino hasta llegar a nuestro destino, donde la luz de un precioso día producía unos reflejos espectaculares en las calmadas aguas del lago Tatlayoko.
Permanecimos un buen rato en el lugar, disfrutando de la calma que ofrecía aquel entorno cuyo silencio sólo era roto por los cantos de los pajarillos.
Un pequeño halcón, algún pájaro carpintero y algún pato que nadaba sobre las aguas, nos tuvieron entretenidos un rato hasta que iniciamos el viaje de regreso a casa.
Durante el regreso no tuvimos demasiada fortuna y a excepción de algunos ciervos, insectos y un par de grullas canadienses que sobrevolaron nuestras cabezas con su habitual griterío, no vimos gran cosa.
Ya en casa, picamos algo, nos aseamos un poco y nos acercamos hasta el pueblo, por llamarlo de alguna forma, para intentar hacer algunas compras.
Allí encontramos la típica tienda de pueblo donde lo mismo compras unos calcetines que pescado congelado. Sinceramente nunca hubiera esperado encontrar un sitio como aquel en Canadá.
Pero más aún me sorprendió descubrir que era un establecimiento relativamente reciente ya que se creó en 1993, contando con una historia curiosa y un papel de vital importancia para toda la comunidad.
El propietario o al menos uno de los principales, es David Wright, quien tiene una peculiar historia personal con el lugar ya que era oficial de la RCMP (policía montada de Canadá) cuando se enamoró de la zona Chilcotin. Compró el negocio en 1993 y desde entonces, se ha convertido en un negocio clave para toda la comunidad. Allí se venden suministros diversos, actúa como estación de gasolina, funciona como oficina postal e incluso hace funciones de taller, al menos para resolver problemas del transporte local. Por todo ello, no es extraño que este oscuro y rústico local se haya convertido en piedra angular del tejido social local.
Y nosotros sin saberlo...
Allí cerca había un hotel que también daba comidas y por unanimidad decidimos que hoy no comeríamos en casa.
Lo que también desconocíamos era que aquel viejo edificio fue el hogar de Robert Graham, un colono irlandés que se estableció en Tatla Lake sobre 1901.
Este loco colono comenzó su aventura ranchera en un territorio hostil y poco agradecido para acabar construyendo su nueva casa en lo que hoy es el actual hotel.También creó una tienda en el mismo edificio que resultó fundamental para el asentamiento definitivo y posterior auge de la pequeña localidad.Así pues, nos encontrábamos nuevamente en un lugar cargado de historia y fundamental en el progreso de la localidad.
Una “sala de estar rústica” con chimenea, estanterías con libros, objetos antiguos, y un ambiente acogedor nos recibió ante las sorprendidas miradas de los pocos locales que se encontraban allí tomando un humeante café.
La carta por supuesto, no era extensa aunque los platos parecían ser de típica comida casera.
Yo pedí pollo a la plancha con patatas fritas y lo cierto es que las cantidades de patatas que nos sacaban en todas partes eran tremendas incluso para mí, confeso amante de este manjar.
Todavía nos quedaban unas horas de luz cuando salimos del restaurante. La zona estaba salpicada de lagos por todas partes así que nos adentraríamos en otra pista de grava para llegar a los lagos Horn y Bluff.
Urogallos, ardillas y pruebas fehacientes de la existencia de castores, fueron los avistamientos más destacados de la tarde y aunque insistimos en la búsqueda de los esquivos castores, nos resultó imposible descubrirlos.
El día estaba empeorando y una brusca tormenta nos obligó a guarecernos en el coche e iniciar el camino de vuelta pero pocos minutos más tarde, dejó de llover y un impresionante arco iris apareció ante nosotros, cruzando el bosque de lado a lado. Creo que nunca había visto un arco iris tan intenso.
Cuando llegamos a la carretera principal aún quedaban una media hora de luz por lo que decidimos hacer un último acercamiento hasta un lago llamado Martin Lake.
Antes de llegar vimos una manada de caballos salvajes que se acercaban al trote, a una pequeña charca donde saciar su sed.
Una vez en el lago, despedimos la jornada con una bonita puesta de sol que puso punto final a nuestra visita por los alrededores de Tatla Lake.
Desgraciadamente, no había sido tan fructífera como nos hubiese gustado pero hemos disfrutado una vez más de un entorno natural salvaje y unos paisajes para recordar.
Era hora de regresar a casa.
Había llegado el momento de tomarse un descanso, ducharse, cenar algo y preparar el equipaje de nuevo ya que mañana saldríamos hacia Bella Coola donde pasaríamos los próximos 5 días.
Pero antes de salir rumbo a Bella Coola, a todos nos intrigaba saber hasta dónde llegaba la carretera que se cortaba al llegar al " punto caliente de grizzlies ".
Decididamente, mañana tomaríamos la pista que llevaba al río Chilko y que permanecía cortada a partir de un determinado punto.
Una vez allí volveríamos a casa para desayunar, cargar los equipajes y, ahora sí, tomar definitivamente rumbo a Bella Coola.
Ruta de la jornada:
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