27 febrero 2022

Osos en Eslovenia.


¿Serías capaz de pagar una importante suma de dinero por encerrarte durante muchas horas en una cabaña de madera de apenas 2 metros cuadrados, con el único objetivo de que un oso pardo se digne a pasar frente a tí, a unos pocos metros de distancia?
Posiblemente me dirás que no. Anda, que no hay cosas que hacer en esta vida mucho más agradables y gratificantes.....
Pues afortunadamente, en esta vida hay gente para todo y yo me encuentro entre ese reducido grupo de personas que está dispuesta a encerrarse en un pequeño cubil y además pagar una buena pasta ante la simple posibilidad de ver de cerca un animal salvaje.
El artículo de hoy irá dirigido principalmente a mi experiencia osera en Eslovenia ya que gran parte de la jornada la dedicaré, acompañado de un amigo tan pirado como yo, a intentar avistar en directo algún Ursus arctos en estado salvaje.

La jornada comenzó relajadamente en algún lugar perdido de Eslovenia donde habíamos llegado ayer a la noche, buscando un lugar donde alojarnos.
Nos encontramos en una pequeña y remota localidad eslovena llamada Ratečevo Brdo, ubicado en las colinas al norte de Ilirska Bistrica, en la región de Inner Carniola.
Nos habíamos alojado en Janezinovi House, una especie de granja inmersa en un entorno inequívocamente rural rodeada de campas y árboles que otorgaban al lugar un ambiente muy agradable y relajado. Unos columpios para los más pequeños parecían indicar que se trataba de un lugar frecuentado principalmente por familias eslovenas que acudían a la zona para pasar unos días de relax con niños.
Cuando llegamos ayer por la noche tuvimos un problema con la reserva ya que sólo tenían sitio para tres personas cuando realmente reservamos para siete. Mientras resolvíamos el problema, cenamos todos juntos allí hasta que una mujer vino a buscarnos para llevar a cuatro de nosotros a su casa donde disponía de dos habitaciones libres. 
 
 
Así finalizó nuestra jornada ayer, sin saber bien dónde nos encontrábamos ni dónde estaban nuestros amigos que se llevaron la furgoneta.
Pero no hay problema, hoy habíamos quedado en Janezinovi House para desayunar todos juntos de nuevo y decidir dónde realojarnos esta noche. Nuestra habitación había resultado muy pequeña para tres personas y apenas podíamos movernos en ella ya que para poder dormir los tres, debíamos abrir un sofá cama que ocupaba la casi totalidad de la habitación.
Así pues, cuando nuestros compañeros llegaron y nos comentaron que habían estado muy cómodos en la casa donde les habían llevado y que la dueña era una mujer muy simpática y agradable, decidimos mudarnos todos hasta allí para dormir esta noche.
 

M
ientras dábamos buena cuenta de un copioso desayuno a base de fruta, tortillas, crepes, tostadas, café, etc, etc, pedimos la cuenta por la cena de ayer, el alojamiento y el desayuno de hoy ya que esta noche dormiríamos todos en casa de Marta que era el nombre de la propietaria de la casa que sería nuestro próximo alojamiento.
Una vez saldadas las deudas, recogimos nuestro equipaje y lo cargamos en la furgoneta para desplazarnos unos 5 kms hasta Marta Kranjec Sobodajalca, una humilde casa local en el pequeño pueblo de Merece.
Marta nos recibe feliz de alojarnos en su casa mientras nos acompaña a las habitaciones y nos muestra todas las estancias de su casa.
En ocasiones los viajes te conducen a sitios insospechados y sin duda alguna, ésta es una de ellas. Hemos acabado sin saber muy bien cómo, en un lugar que con toda seguridad no acoge a demasiados turistas extranjeros pero el lugar tiene su encanto a pesar de que no hay puntos reseñables cercanos.

Tras acomodarnos en la casa y mantener una animada charla con Marta, abandonamos el lugar rumbo a otra pequeña localidad de la que nos separan algo más de 60 kms y que nos llevará más de una hora recorrer.
Se trata de Markovec, un pequeño asentamiento al este de Stari Trg, en el municipio de Loška Dolina, en la región de Inner Carniola.
Nos habíamos acercado hasta este recóndito lugar con el único objetivo de intentar avistar algún ejemplar salvaje de oso pardo.
¿Pero si Eslovenia cuenta con una población aproximada de unos 1000 ejemplares de osos, por qué habíamos elegido concretamente este lugar?

Dónde ver osos en Eslovenia.
Mi pasión por la fauna salvaje me llevó a estudiar con detenimiento la posibilidad de intentar algún avistamiento de oso pardo durante mi próximo viaje a Eslovenia. Sabía que no era una actividad que resultara muy atractiva al resto del grupo con el que viajaba así que la posibilidad de llevarla a cabo dependería de que mis compañeros aceptaran dedicar un día a tal menester.
He tenido oportunidad de ver osos salvajes en Asturias, en el Parque Nacional de Yellowstone y en varias ubicaciones del oeste canadiense pero si existía la posibilidad de intentarlo en Eslovenia, no iba a dejar escapar la ocasión.
Hay varias empresas que organizan estas excursiones en Eslovenia e incluso particulares que cobran cantidades mucho más asequibles que dichas empresas. Sin ir más lejos, en el último alojamiento nos dieron el contacto de una mujer que ofrecía excursiones de avistamientos de osos por unos 30€. Las tarifas de las empresas que había encontrado y que organizaban este tipo de eventos eran bastante más altas oscilando entre 80-160€. Algunas devolvían parte del dinero en caso de no ver ningún oso; otras no.
Busqué referencias por internet acerca de las distintas opciones que existían y la que más garantías parecía ofrecer, o al menos mayor porcentaje de éxito pude documentar, me llevaron hasta el pueblo de Markovec donde un tal Miha Mlakar, ofrecía sus hides privados durante varias horas para intentar ver y fotografíar osos. 
 

 

Miha Mlakar (slovenianbears.com).
Antes de emprender el viaje a Eslovenia, me puse en contacto por correo con un ex-cazador que un día soñó con cazar osos (quién sabe si lo hizo en alguna ocasión) y que en la actualidad lucha por promover la coexistencia pacífica entre humanos y plantígrados.
Como él mismo explica en su web, en 2008 conoció a dos fotógrafos italianos con los que vivió jornadas inolvidables fotografíando la fauna salvaje de Notranjska, lugar donde nació. A partir de ahí surgió la idea de construír hides, escondites dirigidos al avistamiento y fotografías de fauna salvaje.
Miha Mlakar, respondió presto a mi correo para decirme que durante la segunda quincena de setiembre (fecha de mi viaje) quedaban plazas en sus hides para intentar el avistamiento. La excursión se llevaba a cabo por la tarde (aproximadamente de 13,30 a 18,30) y el precio ascendía a 160€. El éxito o fracaso no afectaba al precio final y definitivo.
Resumiendo un poco el asunto, se trataba de encerrarse en una cabaña de madera de unos 2 metros cuadrados, en medio de un bosque durante unas 5 horas sin poder salir de la cabaña bajo ningún concepto y sin poder llevar ningún tipo de alimento. Por la "módica" cantidad de 160€, podría disfrutar de dicha estancia y si la suerte me acompañaba, hasta podría ver algún oso.
Cuando comuniqué todo ésto al resto del grupo, como ya imaginaréis, no despertó demasiado entusiasmo. Sólo un componente del grupo, compañero habitual en este tipo de "aventuras", mostró su disposición a acompañarme.

Mi experiencia.
Cerca del Parque Regional de Notranjska y del Parque Nacional Risnjak están ubicados, escondidos en lo más recóndito de sus bosques, los hides de Miha Mlakar.
Habíamos quedado a las 13h en su casa para tener una reunión previa a la excursión para explicarnos alguna regla y recomendación sobre la actividad que íbamos a realizar a continuación.
Un cuarto de hora antes estábamos alli, dedicando el tiempo a fotografíar flores y bichitos que encontramos en el jardín de la casa de Miha Mlakar hasta que tuviera lugar la reunión. Unos bonitos girasoles y una curiosa concentracción de Pyrrhocoris apterus, donde se entremezclaban larvas y adultos, nos tuvieron entretenidos durante un buen rato.
 
Pyrrhocoris apterus
Girasol


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
No tardaron en llamarnos para sentarnos en un banco de piedra donde nos juntamos 8 personas que atentamente escuchamos las reglas a seguir próximamente.
Básicamente se dedicaron a explicarnos que estaríamos divididos en 4 grupos de dos personas y que una vez en el hide, deberíamos guardar silencio absoluto, no podíamos salir para nada del hide y no podíamos llevar ningun tipo de comida ya que los osos gozan de gran olfato y podríamos tener problemas.
Las preguntas surgieron de inmediato. ¿Y si tengo ganas de orinar o hacer caca? ¿Y si surge cualquier tipo de problema con un oso?
Las respuestas no fueron demasiado esclarecedoras. Nos dijeron que lleváramos encima todo lo que pudiera hacernos falta y que en caso de que surgiera algún problema grave, nos pusiéramos en contacto con ellos por teléfono. Al menos, nos aseguraron que había cobertura telefónica....

Con la típica sensación de hormigueo en el estómago, nos preparamos para montar en el coche que nos llevaría hasta las proximidades del hide, no sin antes visitar el servicio para tratar de vacíar al máximo nuestra vejiga. Por si acaso, llevaremos un recipiente...
Recorrimos unos 5 kms por una pista forestal antes de abandonar el coche para proseguir andando poco menos de un km hasta llegar al hide.
Una fotógrafa italiana acompañada de su pareja nos acompañaron hasta el bosque donde se encontraban dos minúsculos hides. Nos deseamos suerte y nos metimos a la "ratonera" con la esperanza de que la suerte nos acompañara. Eran las 13,30 y teníamos por delante entre 5 ó 6 horas de soledad...

La suerte estaba echada. Elegimos el hide que se encontraba más a la izquierda y nos metimos dentro. Mientras tanto, Miha se dedicaba a repartir por el terreno, dos baldes llenos de trigo que había subido en el todoterreno desde su casa.
Con la partida de Miha nos quedamos sólos en medio del bosque y se hizo un silencio sólo roto por los cantos de los pájaros y por el motor de una sierra no muy lejana que suponemos provenía de gente que se dedicaba a cortar árboles.
Nos acomodamos en aquel cuchitril como pudimos, a la vez que preparábamos cámaras y móviles por si hacía aparición nuestro amigo el oso.
La paz se adueñó del lugar y sólo algún ratoncillo que cruzaba raudo ante nosotros rompió la monotonía del momento. No tardaron en aparecer arrendajos, torcaces y otros pajarillos atraídos por el trigo derramado.
En un principio nos mantuvimos entretenidos fotografíando a los arrendajos y las torcaces pero según pasaban las horas la desolación comenzaba a adueñarse de nosotros; allí no se movía nada.
 


 
Los ruidos de nuestros estómagos se empeñaron en recordarnos que no habíamos comido nada desde el desayuno y ya eran más de las 4 de la tarde. Por supuesto, está terminantemente prohibido llevar comida a los hides ya que los osos gozan de un excelente olfato y no era cuestión de verlos demasiado cerca. Para animar aún más la situación, nuestras vejigas se unieron a la fiesta y exigían su vacíado inmediato. Sin apenas podernos poner en pie, tuvimos que hacer uso varias veces de la botella de plástico que habíamos llevado para tal fin ya que tampoco estaba permitido salir del hide bajo ningún concepto, por motivos de seguridad.

A las 5, ya con las esperanzas bajo mínimos, decidimos usar nuestro teléfono como televisión para entretenernos un poco, eso sí, con el volumen apagado. Llevábamos ya casi 4 horas encerrados entre los rugidos de nuestras tripas cada vez más enojadas y unas vejigas que se empeñaban en ser vacíadas continuamente sin que supiéramos cómo podían llenarse tantas veces sin que bebiéramos absolutamente nada.
Pero como suele ocurrir a veces en este tipo de situaciones, de repente mi compañero me dio un codazo y me señaló nervioso hacia la izquierda. Allí estaba, un ejemplar de oso pardo que venía de la parte izquierda del bosque, pasó frente a nosotros a 8-10 metros de distancia para detenerse no mucho más lejos para comer unos granos de trigo.
Durante más de una hora disfrutamos de la presencia del plantígrado, a escasos metros de nosotros y a pesar de que la mayor parte del tiempo estuvo dándonos la espalda evitando que le hiciéramos buenas fotos, no dejamos de regocijarnos con sus reacciones a los ruidos y a la presencia de los numerosos arrendajos que le disputaban la comida.
 

 
 



 

De la misma forma que apareció como un fantasma, desapareció desandando sus mismos pasos para desvanecerse entre la espesura del bosque. Se ha hecho de rogar pero finalmente hizo acto de aparición para inconscientemente, hacer felices a cuatro personas que le esperaron durante horas encerrados en un cubil de apenas dos metros cuadrados.
Miha no tardó en llegar para llevarnos de vuelta al punto de partida. No estuvo demasiado comunicativo y personalmente esperaba alguien más apasionado con su trabajo y con un trato mucho más cálido pero en fin, quizás no tenía un buen día o simplemente era su forma de ser. He tenido oportunidad de conocer muchos guías de naturaleza y casi todos desbordaban alegría e ilusión por lo que hacían hasta el punto de contagiar su entusiasmo a todos los que le rodeaban. No fue su caso.
Ya en el aparcamiento de su casa, se despidió, se dio la vuelta y se marchó. 
Era hora de llamar a nuestros amigos para que nos vinieran a buscar con la furgoneta. Las últimas luces del día se agotaban y empezaba a hacer frío....
 
 

Nuestros amigos no tardaron en llegar. Habían pasado la tarde cerca de Markovec y habían aprovechado el día para dar algún paseo en plan relax y comer unos apetitosos platos que nos mandaron por wasap mientras estábamos encerrados en la cabaña, consiguiendo que nuestros jugos gástricos se volvieran locos.
 


 
Nosotros dos estábamos muertos de hambre y como por aquí se cena bastante pronto, no había tiempo que perder. Paramos en el primero que vimos abierto, de nombre Gostilna in Pizzeria PORTUS pero en un principio nos dijeron que la cocina estaba ya cerrada. Cuando vieron que éramos siete personas salieron a buscarnos para decirnos que nos podían preparar algo para cenar, incluso nos ofrecieron carne de oso.
No nos acabó de convencer así que volvimos hacia atrás para tratar de encontrar otro que anunciaba nuestro GPS.
Esta vez sí, llegamos al Ludvik Zakrajšek s.p. gostilna " Pav" donde desde el principio nos recibieron con los brazos abiertos.
En esta ocasión, mi compañero de aventura y yo pedimos el plato especial de la casa que tenía prácticamente de todo. Cuando vimos la enorme bandeja que nos trajeron, nos abalanzamos sobre ella dejándola limpia en unos minutos. El resto del grupo nos miraba asombrado.
Nuestros compañeros, sin demasiado hambre, pidieron alguna sopa y platos típicos de la zona mucho más livianos. Se notaba que ellos habían jamado bien...
 


Ahora sí, con la tripa satisfecha y los embriagadores efluvios del vino y de los licores locales a los que fuimos invitados, nuestra felicidad era plena tras la exitosa jornada osera.
Algo menos de 40 kms nos separaban de nuestro alojamiento donde al llegar nos esperaba Marta para invitarnos a unos licores caseros antes de ir a dormir. No podíamos despreciar una invitación como esa así que pasamos a la sala y probamos aquellos deliciosos licores de cereza, de fresas y otros de sabor desconocido pero de efectos sobradamente conocidos.
No hace falta decir que dormimos como niños....  
 
 
Ruta de la jornada 
 

 

Capítulo anterior: Parque nacional de Triglav

2 comentarios:

Antonio Ruiz dijo...

Flipante Aitor!!! Hacía tiempo que no me pasaba por aquí y he descubierto que estuviste en Eslovenia. Vaya psada el avistamiento de osos.
Espero que estés bien, pues hace años que no sé de tí.
Un fuerte aabrazo.

aitor dijo...

Pues sí, Antonio, me he adelantado unos meses a tu visita a Eslovenia. Yo ya te he visto entre el frío y la nieve por tierras eslovenas. Imagino que Yogui estaría ya durmiendo ;-))

A ver si algún día nos acercamos un poco y podemos tomar unas cervezas y contarnos aventuras pasadas...
Un abrazo para tí y los tuyos.