Cuando llegamos a Delhi pensábamos que la pesadilla había acabado. Habíamos logrado salir de Leh tras un temporal que amenazaba con dejarnos allí atrapados sin escapatoria pero ya estábamos en la capital de India.
Afortunadamente nos habían cancelado el vuelo de hoy reubicándonos en otro para mañana y así nos habíamos evitado tener que correr con los gastos del nuevo vuelo. Parecía que al final había salido todo bastante bien, exceptuando el día de trabajo perdido.
Al llegar al aeropuerto de Delhi nos esperaba nuestro contacto quien nos acompañó a Air India para sacar las tarjetas de embarque del vuelo de mañana. También nos hizo entrega del equipaje que nos habían guardado en la oficina.
Ahora tocaba buscar hotel y un taxi que nos llevara hasta conseguir dar con alguno que tuviera habitaciones libres.
Nuestro contacto se ofreció amablemente a buscarnos un amigo que nos llevaría en su furgoneta por buen precio. Así lo hicimos pero no tardamos en comprobar que nos la jugó ya que pagamos bastante más de lo establecido.
En Delhi existen dos zonas de hoteles: la zona de clase alta donde los hoteles son de tipo occidental y la zona local donde los establecimientos son bastante más básicos, de tipo local. Las diferencias de precio son abismales.
Pero en nuestro caso, la compañía debía hacerse cargo de los gastos ocasionados por la cancelación del vuelo por lo que intentamos dormir de nuevo en el hotel donde dormimos a nuestra llegada, hace dos semanas.
El hotel estaba completo por lo que nos acercamos al Ibis, muy próximo a donde nos encontrábamos. Allí conseguimos dos habitaciones enanas a precio de lujo. Más de 100€ por persona por alojarnos en un cuchitril.
Además tuvimos un desagradable incidente cuando nos obligaron a dejar nuestros telescopios y prismáticos en un cuarto destartalado. En un principio nos negamos ya que los equipos eran muy costosos y se negaban a entregarnos un recibo que justificara la entrega del material.
Tras llamar al responsable, la respuesta fue tajante. O entregábamos el material o no dormíamos allí.
Estábamos cansados y los hoteles estaban llenos por lo que no nos quedó otro remedio que aceptarlo. A día de hoy seguimos sin entender a qué se debe esa política.
Nos duchamos y salimos dispuestos a encontrar un restaurante para cenar en condiciones y tomarnos unas cervezas bien fresquitas.
No tuvimos que andar demasiado ya que conocíamos la zona de cuando estuvimos hace unas semanas y no tardamos en encontrar un local apropiado.
La cena resultó exquisita y las cervezas inolvidables.
Nos retiramos pronto a la cama ya que mañana había que madrugar.
Al levantarnos al día siguiente, desayunamos tranquilamente y nos llamaron un taxi para que nos llevara al aeropuerto. El precio, bastante inferior al del amigo de nuestro contacto.
Al llegar al aeropuerto volvimos al caos perfecto. Colas para entrar, colas para facturar, gente colándose por todos lados, una auténtica locura.
Cuando nos acercamos a facturar, la cara del empleado indicaba claramente que algo pasaba. Nos mandaban de un sitio a otro hasta que finalmente nos dijeron que había overbooking y debíamos esperar a última hora para ver si fallaba alguien y podíamos volar.
Intentamos hablar con alguien de Lufthansa pero no había oficina. Nos acercamos a Air India y nos dijeron que no era problema suyo, que el responsable era Lufthansa. Pedimos hojas de reclamaciones y se negaron a entregárnoslas.
Acudimos a un puesto de atención al pasajero y allí nos pusieron en contacto con el responsable de Lufthansa que se acercó a regañadientes hasta donde estábamos. En un principio se negó a hacerse cargo del problema pero finalmente nos dijo que esperáramos hasta confirmar si podíamos volar y de no ser así, le llamáramos de nuevo para solucionar el problema.
Cuando finalmente nos quedamos sin embarcar y nos pusimos en contacto con él, se negó a hablar con nosotros. Estábamos alucinando....
La compañía con la que nos habían reubicado, Air India, no se hacía responsable de nada y nos mandaba a Lufthansa y ésta no quería saber nada del asunto. Qué podíamos hacer??
Ni siquiera teníamos un justificante de que nos habían denegado el embarque por overbooking ya que se negaban a dárnoslo así que incluso podrían decir que no nos habíamos presentado.
Volvimos a Air India y exigimos una hoja para presentar una reclamación. Nadie nos hacía caso pero al final conseguimos un folio con el sello de la compañía donde escribimos todo lo sucedido aunque no sabíamos si tendría alguna validez.
Una vez todos reunidos, intentamos buscar una solución. No tuvimos otra opción que llamar a Lufthansa en España para explicarles lo sucedido. Increíblemente a ellos les constaba que habíamos embarcado en el vuelo de Air India. Afortunadamente, tras varias llamadas más conseguimos que nos reubicaran en otro vuelo mañana. Otro día más de trabajo perdido.
Ya llevábamos dos noches de hotel pagadas de nuestro bolsillo, a lo que había que añadir taxis y comidas más otra noche de hotel que debíamos buscar para hoy. Ya sabemos cómo funcionan las reclamaciones a las compañías aéreas por lo que suponíamos que no se iban a hacer cargo de todos los gastos así que esta vez reservaríamos un hotel local. No estábamos dispuestos a pagar otra vez más de 100€ por una habitación minúscula.
Desde allí mismo, aprovechando el wifi del aeropuerto, buscamos por internet un buen hotel local en el que alojarnos. El Gracious by Vishesh Hotel fue el elegido.
Cuando llegamos al hotel, la calle hervía de actividad. Ubicado en la típica calle bulliciosa de una ciudad como Delhi, donde tuk tuks, motos y coches peleaban por hacerse sitio en la carretera a base de bocinas, no parecía ser el lugar más tranquilo del mundo ni mucho menos.
Sin embargo cuando nos llevaron a las habitaciones, el ambiente cambió por completo. No había ruidos y las habitaciones eran amplias y limpias. Por 14€ no podíamos pedir más.
Habíamos estado todo el día en el aeropuerto intentando resolver un problema que parecía insuperable y estábamos exhaustos, pero finalmente parecía que lo habíamos logrado, aunque no estuviéramos completamente seguros.
Intentamos relajarnos tomando una cerveza en la coqueta terraza del hotel pero no vendían alcohol. Bajamos a la recepción para averiguar si había algún lugar cercano donde comprar cervezas. Al oírnos, el botones nos indicó con un gesto que lo siguiéramos. Esquivando a la carrera motos, carros y coches, llegamos a una tienda donde nuestro nuevo amigo entró rápidamente y logró obtener las cervezas que tanto deseábamos en solo un minuto.
Ahora sí, nos sentamos en la terraza y brindamos con la esperanza de que por fin mañana consiguiéramos salir de aquí, algo que se estaba convirtiendo en una misión imposible.
No nos apetecía salir a las atestadas calles llenas de ruidos y gentío para buscar un sitio para cenar así que acabamos comiendo algo en el hotel para seguidamente, irnos a la cama con los dedos cruzados.
Al día siguiente conseguimos poner punto final a la odisea y despegamos rumbo a casa. Nunca había deseado tanto poner fin a un viaje y es que entre temporales de nieve, cancelaciones de vuelos y overbookings, llegó un momento en el que pensamos que nunca podríamos salir de allí.
Un exitoso viaje con un final caótico y agotador.
Capítulo anterior: Conseguimos salir de Leh, rumbo a Delhi.