09 enero 2025

En busca del leopardo de las nieves ( II )


T
ras una plácida noche, a pesar de que un ligero dolor de cabeza se empeñó en recordarme la altitud a la que me encontraba, me volví a despertar con la luz de la mañana. Al descorrer la cortina, ya no me sorprendió la capa de hielo formada sobre el cristal de la ventana, pero sí me asombró contemplar otro cielo azul completamente despejado, sin una sola nube a la vista. Parecía mentira que nos encontráramos en el Himalaya en pleno invierno.
Al igual que ayer, mis compañeros ya se encontraban oteando el horizonte en busca de signos de vida. Yo preferí desperezarme más lentamente antes de salir al exterior y darme el paseíto matutino por los alrededores. Poco a poco parecía que me encontraba mejor y ya no me fatigaba tanto al andar.




Repetimos la estrategia de ayer, permaneciendo cerca del alojamiento mientras los guías se afanaban buscando fauna a través de sus teles, esperando que algún rastreador avistara algún leopardo y diera la voz de alarma pero una vez más, no hubo tal noticia.
Tras desayunar e insistir un rato más, los guías decidieron de nuevo montar en los vehículos y trasladarnos a otros lugares.
Los sitios elegidos fueron los mismos que ayer por lo que supusimos que eran éstos los mejores para tratar de avistar leopardos pero lo único que logramos ver, fueron íbices y ovejas azules o bharales.





Pero esta vez ocurrió algo que iba a alterar la tranquilidad del grupo. Nos encontrábamos en un punto que ya habíamos visitado ayer y que contaba con unas excelentes vistas a un ancho valle. Teníamos los teles montados y una calma total que no parecía presagiar ninguna sorpresa. Nuestros guías sacaron unos tes calientes y unas galletas, tratando de amenizar un poco el momento y de paso, calentarnos un poco en medio de aquella gélida atmósfera.
De pronto, un " walkie " sonó y aunque nadie entendió ni una palabra de lo que dijeron, la actitud de nuestros guías revelaba que algo interesante pasaba en algún lugar.





Rápidamente recogieron los termos de te, los dulces y los teles y nos mandaron montar en los coches.
Absolutamente nadie sabía qué pasaba pero todos queríamos pensar que algún leopardo se había dejado ver.
Durante casi media hora, los coches " volaron " por unas pistas pedregosas flanqueadas por unos precipicios que ponían los pelos de punta. La sensación era extraña; por un lado, la emoción por la posibilidad de ver un leopardo nos hacía desear llegar lo antes posible al destino pero por otro, moverse a esas velocidades por aquel terreno, provocaba un temor ineludible.

Cuando vimos un montón de coches parados a lo largo de la pista, tuvimos la certeza de que habíamos llegado. Efectivamente habían visto un leopardo durante unos instantes dirigiéndose hacia la izquierda por la ladera de una montaña pero hacía ya rato que lo habían perdido de vista.
Montamos los teles y nos unimos al equipo de búsqueda del gatito pero después de un buen rato con resultados infructuosos, llegamos a la conclusión de que no estaba ya por allí.

Los guías decidieron comer allí mismo, con la esperanza de que el leopardo se hubiera guarecido en algún recoveco y en algún momento volviera a aparecer.
Mientras comíamos, maldecíamos la mala suerte que habíamos tenido al decidir ir a otro lado en lugar de haber tomado esta dirección ya que aquí estuvimos también ayer, pero esto es así.... unas veces se acierta y otras no.
Justo estábamos acabando de comer, cuando los guías comenzaron a recoger todo apresuradamente, lo que nos puso en guardia y nos levantamos inmediatamente pensando en que el leopardo había parecido pero no, lo que pasaba es que lo habían localizado no lejos de aquí.




Otra vez a los coches sin tiempo ni de desmontar los teles y vuelta atrás por donde habíamos venido. De nuevo unos coches parados y varias personas mirando fijamente por sus teles, parecían anunciar que esta vez llegábamos a tiempo.
Salimos de los coches corriendo y plantamos los teles inmediatamente en la dirección a la que todos miraban.
Nos decían que estaba allí tumbado pero éramos incapaces de verlo. Cuando descubrimos el rincón donde se encontraba, no podíamos creer que alguien hubiera podido descubrirlo. Estaba lejos sí, muy lejos pero es que además estaba inmóvil entre unas rocas que yo había recorrido a través del tele un montón de veces sin verlo. Tan sólo una vez que levantó su cola, fui consciente de que allí había un leopardo de las nieves.

La emoción es indescriptible. El Fantasma del Himalaya acababa de ser descubierto. Cada vez que movía las orejas o erguía su cabeza, los allí presentes lanzábamos grititos de emoción.
Pero de pronto alguien dijo que había otro leopardo un poco más abajo, entre las rocas. No podía ser....dos?
Estaba a 6-8 metros del otro pero nadie lo había visto, lo que demostraba la dificultad de descubrir a estos animales que se camuflan perfectamente en el terreno.
Durante muchos minutos permanecimos observándolos hasta que uno se levantó, subió por las rocas hasta donde se encontraba el otro, se hicieron unas carantoñas y desaparecieron tras las rocas.




Fueron unos momentos preciosos durante los que pudimos observar a los dos animales en todo su esplendor, interactuando entre ellos.
Pensamos que ya los habíamos perdido pero algún rastreador no tardó en volver a localizarlos.
Durante más de dos horas estuvimos siguiendo el rastro de la pareja de leopardos, admirando cómo se movían por las laderas de la montaña y por lo más alto de sus cimas.
Pudimos verles caminando, correteando y jugando entre ellos en medio de gritos de admiración de todos los que tuvimos la fortuna de compartir esos mágicos momentos con los que nos obsequiaron.
Las distancias a la que los pudimos ver fueron importantes pero los teles nos permitieron disfrutarlos plenamente. Para hacer fotos se necesitan grandes teleobjetivos y trípode pero nosotros confiábamos en haber conseguido al menos unos segundos de video decentes a través de nuestras cámaras. No esperábamos gran cosa pero al menos tendríamos un recuerdo.





La tarde se nos echaba encima y la temperatura bajaba por momentos así que era el momento de regresar a los alojamientos. Todos los allí presentes teníamos una gran sonrisa en nuestros rostros.
Nos despedimos celebrando el éxito de la jornada y cada uno nos dirigimos a nuestro alojamiento. La pareja de fotógrafos que se alojaba con nosotros también estaban allí. Había sido un avistamiento tan duradero que había dado tiempo a todos a llegar. Todo un éxito.




Aquella noche, la cena nos supo aún mejor. No podíamos parar de comentar los momentos vividos a lo largo de una jornada que había conseguido que cumpliéramos con el objetivo principal de nuestro viaje. Y además, por partida doble.
Era hora de irse a la cama e intentar soñar con lindos gatitos....



Ruta de la jornada



Video de la jornada



Capítulo siguiente: En busca del leopardo de las nieves ( III )

28 diciembre 2024

En busca del Leopardo de las Nieves ( I ).

 

Habíamos sobrevivido a la primera noche en Ulley. No hay termómetros en la casa ni en el exterior pero si se cumplían los pronósticos que habíamos visto en nuestros teléfonos los días anteriores, llegaríamos hasta los 20ºC bajo cero.
A pesar de todo ello, no pasé frío en absoluto durante la noche. Incluso me sobró la bolsa de agua caliente que nos dieron antes de retirarnos a nuestras habitaciones.
Cuando me dispuse a retirar la cortina de la ventana para ver qué día hacía, ésta se encontraba pegada al cristal a través de una fina capa de hielo. No lo podía creer...
Cuando conseguí correr la cortina, un luminoso cielo azul se mostró ante mis ojos anunciando otro espectacular día.
Mis dos compañeros ya se encontraban oteando las montañas en busca de los anhelados gatos a través de sus telescopios, desafiando las bajísimas temperaturas existentes.
El anuncio de que el desayuno estaba listo, fue la excusa perfecta para reunirnos todos en el salón e intentar entrar en calor mientras dábamos buena cuenta del desayuno.

16 diciembre 2024

De Leh a Ulley.

 

Había llegado la hora de realizar la última etapa del viaje. Hoy era nuestro tercer día en Leh y previsiblemente, nuestros cuerpos debieran haberse habituado a la altura. Sinceramente yo no estaba tan seguro de haberlo conseguido pero al menos me encontraba con fuerzas suficientes para intentarlo. Pese a no encontrarme al cien por cien, ni mucho menos, estaba bastante mejor que los primeros días.
Nos esperaban otros 500 metros de ascensión en coche hasta nuestro alojamiento final, en una pequeña aldea donde dormiremos en una casa local preparada para albergar turistas.

28 noviembre 2024

Monasterio de Thiksey. Leh. India.


A pesar de que el dolor de cabeza no ha desaparecido, he dormido bastante bien y me levanto algo mejor. Sigo encontrándome flojo y cansado pero con ánimo para hacer la excursión a un monasterio que teníamos prevista para hoy.
Me doy una reconfortante ducha de agua caliente y me preparo para bajar a desayunar.
Un poco de fruta, un croissant recién hecho y un chocolate caliente parecen sentar bien a mi maltrecho estómago.

12 noviembre 2024

Ladakh, la cara oculta de la India.


L
a segunda y última etapa de nuestro viaje a India estaba próxima a comenzar y la singularidad tanto de su orografía como de su climatología y de la propia idiosincrasia de la población que íbamos a visitar, eran cuestiones que nos mantenían expectantes.
Y es que el hecho de pasar los próximos siete días a altitudes superiores a 4000 metros y a temperaturas de -20ºC, en un entorno genuinamente tibetano, suponía un nuevo reto para nosotros.
Es cierto que no era la primera vez que íbamos a estar a esas altitudes y anteriormente ya habíamos soportado temperaturas bajo cero pero el hecho de estar tantos días seguidos bajo esas condiciones, era algo que nos preocupaba un poco. Además, íbamos a pasar de los 200 metros de Delhi a los 3500 de Leh, en tan sólo una hora de vuelo. 

28 octubre 2024

Llegada a Leh


Volvemos a madrugar ya que nuestro vuelo sale a las 8,10 del aeropuerto de Delhi y vistas las estrictas medidas de seguridad que llevan a cabo, no queremos arriesgarnos a sufrir un nuevo incidente. Tengo que confesar que desde el percance que padecimos hace una semana y que nos supuso perder nuestro vuelo, este aeropuerto me produce un desasosiego y una intranquilidad inusual.

14 octubre 2024

Kanha ( III ). Regreso a Delhi.



Hoy podemos decir que acaba la segunda parte de la primera etapa de nuestro viaje. Parece ya muy lejano el día que llegamos a Delhi y el posterior desplazamiento a Pench.
Con el cuarto safari en Kanha pondremos fin a la búsqueda de felinos y demás fauna por los intrincados senderos de los maravillosos parques indios.

30 septiembre 2024

Kanha National Park ( II ). INDIA


Por segunda vez en Kanha, repetimos el ritual que abría cada jornada. Salir de la habitación de noche, acercarnos hasta recepción para tomar un rápido café, recoger una manta y una bolsa de agua caliente y salir hacia la entrada del parque a bordo de nuestro coche.
Hoy el día había amanecido más fresco de lo habitual y una fina neblina se elevaba sobre las zonas inundadas de agua, impregnando el lugar de un halo frío y misterioso.

18 septiembre 2024

Kanha National Park ( I ). INDIA

 


Serán tres las noches que pasaremos en el Kanha Jungle Camp y cinco los safaris que tenemos previstos realizar en el Parque de Kanha.
Para dos integrantes del grupo, esta visita supondría su segundo paso por este territorio. 

30 agosto 2024

Pench ( III ) y traslado a Khana


D
e nuevo nos levantamos de noche para acercarnos hasta el restaurante donde tomamos un rápido café antes de iniciar nuestro último safari en Pench.
Pero hoy íbamos más relajados gracias a los avistamientos de ayer. Tres tigres y tres leopardos supusieron un regalo tan inesperado como satisfactorio. Así que hoy nos despediremos del parque sin presión y con los deberes hechos.