Hoy nos levantamos a las 7,30 con el tiempo justo para desayunar, tirar la basura y dejar la llave de la cabaña en el buzón que hay a la entrada de la recepción.
No tenemos que cargar el cofre del coche ya que como sólo hemos estado una noche aquí, cuando llegamos ayer, nos limitamos a descargar las bolsas de comida y nuestras pequeñas mochilas de mano con lo imprescindible.
Nuestro plan para hoy es llegar hasta la península de Snæfellsnes, donde dormiremos las dos próximas noches en una apartada cabaña en mitad de la nada.
DATOS DE LA JORNADA
DATOS DE LA JORNADA
Hoy haremos alrededor de 300kms en coche, en una jornada en la que llegaremos hasta la península de Snæfellsnes donde haremos una primera toma de contacto. Tan sólo pararemos, antes de llegar hasta allí, en Eiriksstadir para visitar la antigua morada de Erik el Rojo.
Así pues, los lugares y las distancias recorridas durante el día de hoy serán las siguientes:
- Blönduós. (punto de partida)
- Eiriksstadir ( 111kms )
- Cabaña en Snæfellsnes ( 55kms )
- Stykkishólmsbær ( 32kms )
- Kirkjufell vistas ( 45kms )
- Kirkjufellsfoss Parking( 3kms )
- Grundarfjörður ( 3kms )
- Grundarfoss Parking( 2kms )
- Cabaña ( 50kms )
A mi juicio la Península de Snæfellsnes es un punto que se debe explorar con detenimiento. Cráteres, cascadas, volcanes, playas, acantilados, fauna y los impresionantes paisajes que ofrece a cada paso, bien merecen dedicarles un par de días...... si no más.
RUTA DE LA JORNADA
DIARIO DE LA JORNADA
No eran las 8,30 cuando abandonábamos nuestra cabaña en Blönduós para dirigirnos hasta la Península de Snæfellsnes donde pasaríamos las dos próximas noches antes de llegar a Reykiavic para finalizar la vuelta a la isla.
Nos esperaban algo menos de 200 kms para llegar a nuestra cabaña, en la entrada a la península y como queríamos llegar cuanto antes para hacer nuestro primer recorrido por la misma, solamente íbamos a hacer una parada por el camino.
Esta parada nos serviría para estirar un poco las piernas y visitar la casa de Erik el Rojo.
Eiriksstadir
Islandia cuenta con una rica historia vikinga ya que allá por el siglo IX comenzaron a llegar a la isla los primeros vikingos procedentes de Noruega.
En Eiríksstaðir, se encuentra la hipotética casa del famoso vikingo Erik el Rojo, su esposa y donde también nació su hijo, Leif the Lucky de quien se dice que fue el primer europeo en llegar a América.
A nuestra llegada, el lugar se encontraba cerrado y no pudimos visitarlo pero tanto la casa como sus habitantes ofrecen una recreación de la época vikinga en su interior.
Nosotros nos limitamos a sacar unas fotos de la estatua y una pequeña casa vikinga cercana.
Tan sólo las omnipresentes ovejas islandesas salieron a recibirnos....
Cabaña
Tras la parada, que nos sirvió para estirar un poco las pierna, decidimos seguir la ruta hasta la cabaña que sería nuestra casa durante las dos próximas noches.
Había recibido instrucciones muy detalladas ya que para llegar hasta ella debía tomar una pista de tierra que estaría cerrada por una barrera. Debía meter un código en una caja que contenía la llave con la que abriría el candado de la barrera para, una vez subida la barrera, volver a cerrar el candado y devolver la llave a la caja.
Después deberíamos encontrar la cabaña, cuya llave volvería a estar en una caja de seguridad, meter otra clave y coger la llave de la casa y una copia del candado de la barrera. En fin, todo un jeroglífico que esperábamos desentrañar sin dificultades.
Antes de llegar a Islandia, me había dedicado en casa a marcar las posiciones exactas de nuestras cabañas en el GPS y gracias a ese trabajo, pudimos llegar a todas ellas. De no haberlo hecho, dudo que hubiéramos encontrado todas.
Metimos la posición de la cabaña en nuestro GPS y nos dispusimos a recorrer los 55kms que nos faltaban.
En cuanto entramos en la península de Snæfellsnes, los paisajes nos deslumbraron hasta el punto de que nos vimos obligados a parar, iimpresionados por la abrupta costa norte donde nos encontrábamos. Acantilados, playas de roca y numerosos islotes salpicaban toda la zona. Impresionante.
Un poco más adelante, a nuestra derecha, encontramos la desviación que debíamos tomar pero cuando llegamos a la barrera, comprobamos que ésta se encontraba abierta.
Seguimos adelante y no tardamos en llegar a nuestra flamante cabaña aunque nos sorprendió encontrar un coche estacionado a sus puertas.
Se trataba del dueño que estaba limpiando la cabaña antes de que llegáramos.
Nos presentamos y amablemente nos dijo que estaba terminando y que podíamos pasar si queríamos pero como no pretendíamos molestar con nuestra temprana llegada, optamos por dejar en la entrada los bultos que más nos molestaban en el coche y dejar al dueño tranquilo. El sitio era increiblemente bonito.
Habíamos reservado la cabaña por AIRBNB y nos había costado 210€ por noche, es decir 35€ por cada uno de los 6 integrantes del grupo.
Había recibido instrucciones muy detalladas ya que para llegar hasta ella debía tomar una pista de tierra que estaría cerrada por una barrera. Debía meter un código en una caja que contenía la llave con la que abriría el candado de la barrera para, una vez subida la barrera, volver a cerrar el candado y devolver la llave a la caja.
Después deberíamos encontrar la cabaña, cuya llave volvería a estar en una caja de seguridad, meter otra clave y coger la llave de la casa y una copia del candado de la barrera. En fin, todo un jeroglífico que esperábamos desentrañar sin dificultades.
Antes de llegar a Islandia, me había dedicado en casa a marcar las posiciones exactas de nuestras cabañas en el GPS y gracias a ese trabajo, pudimos llegar a todas ellas. De no haberlo hecho, dudo que hubiéramos encontrado todas.
Metimos la posición de la cabaña en nuestro GPS y nos dispusimos a recorrer los 55kms que nos faltaban.
En cuanto entramos en la península de Snæfellsnes, los paisajes nos deslumbraron hasta el punto de que nos vimos obligados a parar, iimpresionados por la abrupta costa norte donde nos encontrábamos. Acantilados, playas de roca y numerosos islotes salpicaban toda la zona. Impresionante.
Un poco más adelante, a nuestra derecha, encontramos la desviación que debíamos tomar pero cuando llegamos a la barrera, comprobamos que ésta se encontraba abierta.
Seguimos adelante y no tardamos en llegar a nuestra flamante cabaña aunque nos sorprendió encontrar un coche estacionado a sus puertas.
Se trataba del dueño que estaba limpiando la cabaña antes de que llegáramos.
Nos presentamos y amablemente nos dijo que estaba terminando y que podíamos pasar si queríamos pero como no pretendíamos molestar con nuestra temprana llegada, optamos por dejar en la entrada los bultos que más nos molestaban en el coche y dejar al dueño tranquilo. El sitio era increiblemente bonito.
Habíamos reservado la cabaña por AIRBNB y nos había costado 210€ por noche, es decir 35€ por cada uno de los 6 integrantes del grupo.
Vistas desde la cabaña |
cabaña |
Stykkishólmsbær
A pesar de que estábamos en mitad de la nada, desde nuestra cabaña podíamos ver la ciudad más importante de Snæfellsnes. Aunque en linea recta sólo nos separaban unos pocos kms, por carretera debíamos salvar 32 kms, de los cuales más de 20 eran por pistas de tierra.
Tras hacer un poco de hueco en el interior de nuestro coche, salimos hacia Stykkishólmsbær para dar una vuelta y hacer unas compras para pasar los próximos días.
Ubicada en el norte de Snæfellsnes y al sur de la Bahía de Breiðafjörður, esta población ronda los 1500 habitantes.
Desde aquí, se puede tomar un ferry que pasa a los fiordos del oeste, haciendo una parada en la isla de Flatey, la más grande de las numerosas islas que podemos encontrar en la preciosa Bahía de Breiðafjörður.
Además de la pesca, el turismo es la otra actividad a la que se dedican sus habitantes. Aquí se pueden encontrar numerosos alojamientos, camping, museos y restaurantes por lo que muchos turistas lo suelen elegir como centro de operaciones para visitar la península.
Nosotros, sinceramente, no le dedicamos demasiado tiempo y nos limitamos a recorrerla con el coche y hacer las compras de rigor en uno de sus supermercados.
Tras hacer un poco de hueco en el interior de nuestro coche, salimos hacia Stykkishólmsbær para dar una vuelta y hacer unas compras para pasar los próximos días.
Ubicada en el norte de Snæfellsnes y al sur de la Bahía de Breiðafjörður, esta población ronda los 1500 habitantes.
Desde aquí, se puede tomar un ferry que pasa a los fiordos del oeste, haciendo una parada en la isla de Flatey, la más grande de las numerosas islas que podemos encontrar en la preciosa Bahía de Breiðafjörður.
Además de la pesca, el turismo es la otra actividad a la que se dedican sus habitantes. Aquí se pueden encontrar numerosos alojamientos, camping, museos y restaurantes por lo que muchos turistas lo suelen elegir como centro de operaciones para visitar la península.
Nosotros, sinceramente, no le dedicamos demasiado tiempo y nos limitamos a recorrerla con el coche y hacer las compras de rigor en uno de sus supermercados.
Stykkishólmsbær desde nuestra cabaña |
Kirkjufell Mountain
Una vez nos hemos hecho con las provisiones, nos dirigiremos hacia uno de los sitios más visitados de la península pero antes haremos una breve parada en el camino para comer algo antes de continuar. Una curiosa señal nos sorprende provocando carcajadas entre el grupo.
Tras la frugal comida tomamos rumbo a nuestro próximo destino. Una vez más, a la evidente belleza de la zona, deberemos añadir la popularidad adquirida por este lugar gracias otra vez, a la famosa serie " Juego de Tronos ".
Efectivamente, Kirkjufell, conocida como "arrowhead mountain" en dicha serie, se ha erigido junto a su vecina Kirkjufellsfoss, en el principal atractivo de Snæfellsnes.
Nosotros vamos a pasarnos de largo esta peculiar montaña para tomar unas fotos desde su parte trasera, unas vistas menos conocidas que la clásica visión frontal.
Para ello tomaremos una desviación a la derecha, una vez pasada la montaña, en dirección a la Prisión de Kvíabryggja. Justo en el cruce que ya prohibe el paso, dejamos nuestro coche y sacamos las primeras fotos a Kirkjufell. Hemos recorrido 45 kms.
Tras estas primeras fotografías a la cónica montaña de origen volcánico, de 463 metros de altitud, retomamos nuestros pasos para esta vez sí, aparcar en el parking más cercano a la montaña.
Es posible ascender a la montaña acompañados de guías locales pero habrá que extremar las precauciones ya que se han producido bastantes accidentes, algunos de ellos mortales.

Tras la frugal comida tomamos rumbo a nuestro próximo destino. Una vez más, a la evidente belleza de la zona, deberemos añadir la popularidad adquirida por este lugar gracias otra vez, a la famosa serie " Juego de Tronos ".
Efectivamente, Kirkjufell, conocida como "arrowhead mountain" en dicha serie, se ha erigido junto a su vecina Kirkjufellsfoss, en el principal atractivo de Snæfellsnes.
Nosotros vamos a pasarnos de largo esta peculiar montaña para tomar unas fotos desde su parte trasera, unas vistas menos conocidas que la clásica visión frontal.
Para ello tomaremos una desviación a la derecha, una vez pasada la montaña, en dirección a la Prisión de Kvíabryggja. Justo en el cruce que ya prohibe el paso, dejamos nuestro coche y sacamos las primeras fotos a Kirkjufell. Hemos recorrido 45 kms.
Tras estas primeras fotografías a la cónica montaña de origen volcánico, de 463 metros de altitud, retomamos nuestros pasos para esta vez sí, aparcar en el parking más cercano a la montaña.
Es posible ascender a la montaña acompañados de guías locales pero habrá que extremar las precauciones ya que se han producido bastantes accidentes, algunos de ellos mortales.
Kirkjufellsfoss
Sólo tendremos que recorrer 3 kms para llegar a este aparcamiento desde donde visitaremos la cascada más famosa de Snæfellsnes.
Justo a los pies de la montaña Kirkjufell, dejamos el coche para hacer un pequeño recorrido a pie hasta la cascada Kirkjufellsfoss.
No es ésta una de las cascadas más impresionantes de Islandia ni mucho menos pero el conjunto que forma junto a Kirkjufell y la bella estampa que ofrecen sus aguas hacia su desembocadura en el Mar de Groenlandia, la acredita como una de las más visitadas de la isla.
Todo el mundo busca el ángulo perfecto desde donde se puede fotografiar la cascada de 16 metros, con la montaña al fondo. Tú también lo harás 😛😛.
Cuando llegues a la parte superior de la cascada, llegarás al puente que servía al antiguo camino para atravesarla. Desde allí verás como las aguas del río Kirkjufellsá, provenientes del volcán Helgrindur, se dirigen al mar conformando un paisaje increible.
De vuelta en el coche, hicimos otra parada un poco más adelante para hacer unas fotos aprovechando los perfectos reflejos que ofrecía un pequeño lago cercano.
Justo a los pies de la montaña Kirkjufell, dejamos el coche para hacer un pequeño recorrido a pie hasta la cascada Kirkjufellsfoss.
No es ésta una de las cascadas más impresionantes de Islandia ni mucho menos pero el conjunto que forma junto a Kirkjufell y la bella estampa que ofrecen sus aguas hacia su desembocadura en el Mar de Groenlandia, la acredita como una de las más visitadas de la isla.
Todo el mundo busca el ángulo perfecto desde donde se puede fotografiar la cascada de 16 metros, con la montaña al fondo. Tú también lo harás 😛😛.
Cuando llegues a la parte superior de la cascada, llegarás al puente que servía al antiguo camino para atravesarla. Desde allí verás como las aguas del río Kirkjufellsá, provenientes del volcán Helgrindur, se dirigen al mar conformando un paisaje increible.
De vuelta en el coche, hicimos otra parada un poco más adelante para hacer unas fotos aprovechando los perfectos reflejos que ofrecía un pequeño lago cercano.
Grundarfjörður
Como aún era pronto, decidimos visitar la cercana población de Grundarfjörður. Se trata de un pequeño enclave que apenas llega a los 1000 habitantes dedicados principalmente a la pesca y su procesado aunque el auge del turismo está comenzando a dejarse notar. Son numerosas las construcciones que se estaban llevando a cabo cuando llegamos. Se encuentra tan sólo a unos 3 kms de Kirkjufellsfoss.
Al entrar al pueblo nos llamó la atención el gran número de personas que se agolpaban en el puerto.
Abundante comida y bebida se repartía en una lonja repleta de gente mientras otros subían y bajaban de un barco atracado en el muelle.
No sabemos si se estaba celebrando la botadura del barco o su regreso después de un largo viaje pero aprovechamos la ocasión para subirnos al barco y disfrutar del momento con la gente local.
Una vueltita por el pueblo me permitió ver gran cantidad de aves y una curiosa foca que sorprendida por mi presencia, permaneció inmóvil sin perderme ojo.
Al entrar al pueblo nos llamó la atención el gran número de personas que se agolpaban en el puerto.
Abundante comida y bebida se repartía en una lonja repleta de gente mientras otros subían y bajaban de un barco atracado en el muelle.
No sabemos si se estaba celebrando la botadura del barco o su regreso después de un largo viaje pero aprovechamos la ocasión para subirnos al barco y disfrutar del momento con la gente local.
Una vueltita por el pueblo me permitió ver gran cantidad de aves y una curiosa foca que sorprendida por mi presencia, permaneció inmóvil sin perderme ojo.
Grundarfoss
Tras la visita al pueblo, una vez en la carretera general, avistamos otra cascada que no dudamos en visitar ya que todavía disponíamos de luz.
El río Grundará forma una caída de unos 70 metros a cuya base no pudimos acercarnos debido a que vimos nuestro camino cortado por un riachuelo que parecía impedir nuestro paso, tomáramos la dirección que tomáramos.
Desconozco si existía algún paso que permitiese avanzar más de lo que nosotros hicimos pero dado que el día estaba llegando a su fin, nos conformamos con las vistas lejanas de la cascada.
Dejamos el coche en un pequeño aparcamiento desde el que abrimos una puertecilla que impedía que salieran los caballos y ovejas pero permitía nuestro acceso.
Inmediatamente, unos preciosos caballos islandeses acudieron a recibirnos, seguramente en busca de algo que llevarse a la boca.
Pasamos unos momentos inolvidables mientras acariciamos a aquellos preciosos animales que conformaban la escena perfecta, con la cascada al fondo del bello paisaje.
Se trata de un paseo agradable, apenas a dos kms de Grundarfjörður, en el que pudimos disfrutar de una tranquilidad total tan sólo alterada por la presencia de los preciosos caballos y alguna que otra oveja que se había colado por algún hueco de la alambrada.

Ahora sí, el día estaba llegando a su fin y nos quedaban unos 50 kms para volver a nuestra cabaña.
Atravesando unos paisajes indescriptibles mientras la noche iba ganando terreno al día, llegamos a nuestra cabaña perdida en un recóndito pero idílico rincón de la no menos idílica península de Snæfellsnes.
Tras abrir la barrera que nos franqueaba el paso, llegamos a casa con la noche ya cerrada.
El cielo se había nublado lo que quería decir que hoy no habría posibilidad de buscar auroras así que preparamos una ensalada y un arroz con setas y gambas que hoy acompañaremos con un vino chileno que hemos comprado en el pueblo.
El día no da para más....
Tras la visita al pueblo, una vez en la carretera general, avistamos otra cascada que no dudamos en visitar ya que todavía disponíamos de luz.
El río Grundará forma una caída de unos 70 metros a cuya base no pudimos acercarnos debido a que vimos nuestro camino cortado por un riachuelo que parecía impedir nuestro paso, tomáramos la dirección que tomáramos.
Desconozco si existía algún paso que permitiese avanzar más de lo que nosotros hicimos pero dado que el día estaba llegando a su fin, nos conformamos con las vistas lejanas de la cascada.
Dejamos el coche en un pequeño aparcamiento desde el que abrimos una puertecilla que impedía que salieran los caballos y ovejas pero permitía nuestro acceso.
Inmediatamente, unos preciosos caballos islandeses acudieron a recibirnos, seguramente en busca de algo que llevarse a la boca.
Pasamos unos momentos inolvidables mientras acariciamos a aquellos preciosos animales que conformaban la escena perfecta, con la cascada al fondo del bello paisaje.
Se trata de un paseo agradable, apenas a dos kms de Grundarfjörður, en el que pudimos disfrutar de una tranquilidad total tan sólo alterada por la presencia de los preciosos caballos y alguna que otra oveja que se había colado por algún hueco de la alambrada.
Ahora sí, el día estaba llegando a su fin y nos quedaban unos 50 kms para volver a nuestra cabaña.
Atravesando unos paisajes indescriptibles mientras la noche iba ganando terreno al día, llegamos a nuestra cabaña perdida en un recóndito pero idílico rincón de la no menos idílica península de Snæfellsnes.
Tras abrir la barrera que nos franqueaba el paso, llegamos a casa con la noche ya cerrada.
El cielo se había nublado lo que quería decir que hoy no habría posibilidad de buscar auroras así que preparamos una ensalada y un arroz con setas y gambas que hoy acompañaremos con un vino chileno que hemos comprado en el pueblo.
El día no da para más....
articulo anterior: De Husavik a Blönduós. Fiordos del Norte.
articulo siguiente: Snæfellsnes
No hay comentarios:
Publicar un comentario