26 mayo 2020

Crónica de un viaje suspendido. El Pantanal brasileño.


Una extraña sensación se adueñó de mí cuando al despertarme y abrir mis ojos, reconocí cada rincón de la habitación donde me encontraba. Realmente a estas horas, si todo se hubiera desarrollado como estaba previsto, debería estar aterrizando en tierras sudamericanas. Pero no, no cabía ninguna duda de que como si de un mal sueño se tratara, me encontraba en mi casa en lugar de al otro lado del charco.
Allá por el mes de Enero, tras intensas deliberaciones para cuadrar las fechas definitivas en las que llevaríamos a cabo nuestra siguiente aventura, realizamos por fin la reserva de tres billetes a la ciudad brasileña de Sao Paulo.
Por entonces, un revoltoso virus causaba problemas en la lejana China pero nada hacía presagiar lo que se avecinaba.

Habíamos decidido trasladarnos hasta los lejanos parajes del Pantanal brasileño con el único objetivo de intentar avistar al felino más emblemático de aquel país: el Jaguar.
Para dos integrantes del grupo se trataba de un lugar conocido, ya que hicimos una pequeña incursión por la zona, hace más de 15 años.
Ya en aquellos tiempos, el Pantanal era un destino muy apreciado debido a la gran densidad de fauna salvaje que reunía aunque el avistamiento de jaguares era entonces, una misión casi imposible.
Sin embargo, hoy en día esta zona se ha convertido en el lugar del mundo con más posibilidades de ver jaguares en libertad. Todos los fotógrafos y amantes de la fauna en general y de los felinos en particular, han convertido aquellas tierras de ganaderos que yo conocí, en un cotizadísimo lugar para el turismo ecológico.



Efectivamente, cuando accedimos al Pantanal a principios de este siglo, lo hicimos con un tour organizado que partía de Cuiabá para adentrarnos a través de la carretera conocida como la Transpantaneira, hasta el corazón de este inhóspito territorio.
Disponíamos de tres noches para tratar de descubrir la abundante vida salvaje que puebla esta zona y aunque pudimos disfrutar de muchas de ellas, otras resultaron mucho más esquivas e imposibles de avistar.
El precio de estas excursiones que incluían vehículo, guía, alojamiento, actividades y todas las comidas, no suponían entonces un gran desembolso ya que por unos 30€ al día por persona, podías encontrar muchas opciones.
Es cierto que ha pasado mucho tiempo y los 30€ de entonces no son lo mismo que ahora pero cuando nos pusimos a consultar lo que costaban actualmente los mismos tours, nos quedamos asombrados. Tanto es así que decidimos desistir de viajar al Pantanal y elegir otro destino.



Pero como soy muy cabezón y es difícil sacarme una idea de la cabeza, encontré información de gente que había visitado el Pantanal de manera menos " convencional ".
Pagar entre 200 y 300€ al día por persona, era algo que se escapaba a nuestro presupuesto ya que queríamos visitar detenidamente y con calma la zona, durante un mínimo de doce días.

Fue entonces cuando encontré otras propuestas de gente que lo había hecho por su cuenta alquilando un coche y buscando alojamiento sobre la marcha.
La idea me pareció interesante y no dudé en ponerme a investigar de inmediato lo que nos podía costar alquilar un coche y alojarnos en el Pantanal por nuestra cuenta.
Para los que no conozcan este lugar, hay que decir que se trata de un gigantesco humedal que permanece inundado gran parte del año, lo que convierte sus carreteras en lodazales prácticamente impracticables durante la época de lluvias. Es obvio pensar que en esas circunstancias, buscar alojamientos no iba a ser una tarea sencilla ya que no había demasiadas opciones.

El Pantanal se divide en dos zonas principales: la sur y la norte, siendo esta última la que mejor oportunidades ofrece para ver el jaguar.
Nuestra intención era acercarnos en primer lugar al sur, volando desde Sao Paulo a Campo Grande para allí alquilar un coche 4X4 y tomar la carretera que se dirige a Corumbá, tratando de buscar alojamiento asequible que nos ofreciera la posibilidad de observar vida salvaje en esta parte del Pantanal.
Son muchas las fazendas, antiguamente dedicadas a la ganadería, que ahora han enfocado su negocio hacia el turismo y se afanan en mostrar al visitante su variada y abundante fauna. 
Durante los últimos años, han descubierto que a pesar de que los jaguares causen daños entre su ganado, reportan también un beneficio económico extraordinario gracias al turismo que atrae. El hecho de haberse convertido en el mejor lugar del planeta para avistar jaguares salvajes, han convertido al Pantanal en una zona turística privilegiada para fotógrafos y aficionados a la fauna salvaje.
Es habitual que las facendas dedicadas al turismo, te obliguen a contratar un paquete que incluye todas las comidas y algunas actividades que encarecen mucho su precio pero nosotros confiábamos en negociar con ellos una vez allí, tratando de llegar a un acuerdo. Sabíamos que no iba a resultar sencillo pero si no lo conseguíamos, buscaríamos otros lugares no tan atractivos pero más baratos. Alternar unos y otros era otra de las posibles opciones.




Tras unos 5 ó 6 días en el sur, volveríamos a Campo Grande para devolver el coche y tomar un autobús nocturno que nos llevara hasta Cuiabá, al norte del Pantanal.
Nuestras intenciones allí, iban a ser las mismas que en el sur: alquilar un coche para poner rumbo a la Transpantaneira y buscar algún alojamiento acorde con nuestras necesidades.
Al final de esta carretera se encuentra Puerto Jofre desde donde se organizan excursiones en lancha para tratar de avistar jaguares. Era éste, por lo tanto, un punto obligado a añadir en nuestra ruta.

El viaje, aún con algunas incógnitas, comenzaba a ser plausible y mis compañeros me animaron a seguir investigando esa posibilidad.
La ilusión de poder ver por primera vez en nuestra vida un jaguar en libertad, influyó decisivamente en nuestra decisión final pero no podíamos olvidar algunos aspectos que podrían enturbiar un poco el viaje. 
Por un lado no eran las mejores fechas para tratar de ver el jaguar ( mejor de julio a octubre ), por otro, algunas carreteras podían estar aún inundadas dificultando nuestra ruta y por último, algunos alojamientos podrían estar aún cerrados.
Pero en el peor de los casos, sabíamos que íbamos a tener muchas posibilidades de ver fauna muy variada y sobre todo, gran cantidad de aves así que la decisión fue unánime: adelante.

La fauna existente en este santuario natural es abundante y muy variada pudiéndose ver, entre otros muchos, ciervos, caimanes, anacondas, nutrias, osos hormigueros gigantes, tapires, zorros, armadillos, ocelotes y su joya más preciada, el jaguar.








La decisión estaba tomada y el primer tema a resolver era reservar el vuelo a Sao Paulo, algo que hicimos a través de Air Europa. Unos días más tarde, reservamos los vuelos internos Sao Paulo- Campo Grande y Cuiabá- Sao Paulo.
El viaje estaba en marcha y una vez con los vuelos en nuestro poder, tocaba estudiar detenidamente los alojamientos mejor ubicados para tratar de ver fauna salvaje, sin dejar de lado otros peor sitúados pero más económicos, por si se nos disparaba el presupuesto.
Nuestra intención era recorrer desde las primeras horas de la mañana, las pistas más intransitadas, intentando descubrir la fauna autóctona desde nuestro coche. 
Había recopilado también información acerca de los mejores sitios para ver determinadas especies animales y confiábamos en que todo ello nos resultara útil. 
De cualquier forma, también contrataríamos alguna excursión para tratar de descubrir la fauna más esquiva.







Con todos los vuelos reservados, recibimos la noticia de que una pareja que conocimos el año pasado en Zambia, se unía a la expedición. Ya éramos cinco los locos dispuestos a embarcarse en una aventura que seguro nos iba a deparar innumerables sorpresas.
Pero esta vez, las sorpresas comenzaron mucho antes de lo deseado. Y no iban a ser precisamente agradables.....
El maldito coronavirus que se encontraba en el lejano Oriente, dio un paso adelante provocando preocupantes problemas sanitarios en Italia.
Pocas semanas más tarde éstas se propagaron por toda Europa y por supuesto, a nuestra ciudad.
Quedaba aún mucho tiempo hasta nuestra partida y durante semanas mantuvimos la esperanza de que todo se solucionara, haciendo números y cálculos imposibles.

El resto ya lo sabeís...... poco a poco se fueron cancelando todos los vuelos y ahora nos vemos inmersos en otro tipo de aventura: intentar recuperar el dinero invertido en la reserva de dichos vuelos.
Tanto Air Europa como edreams y travelgenio, ( con estos dos últimos reservamos los vuelos internos )  han desaparecido del mapa y es imposible contactar con ellos.
Mi lista negra se va ampliando y todos ellos quedan automáticamente añadidos a la misma, tras mostrar su pésima atención a los clientes. 
Todos podemos entender que ésto nos ha desbordado por completo pero no puedes desaparecer e impedir que tus clientes tengan posibilidad alguna de ponerse en contacto contigo. Eliminaron todas las direcciones de correo de sus webs, contactar por teléfono se convirtió en una misión imposible y la reclamación del reembolso de los billetes era una opción inexistente pese a que la ley les obliga a hacerlo.

Pero en fin, ante la magnitud de las tragedias humanas que toda esta situación ha provocado y que desgraciadamente tan cerca me ha tocado vivir, no me considero en situación de quejarme demasiado....

El viaje queda suspendido pero no descartado..... al menos mientras el maldito virus nos lo permita, volveremos a intentarlo.
Cuando todo pase, el Pantanal nos seguirá esperando... 

P.D: Las fotos fueron tomadas durante mi viaje en 2003.

Capítulo siguiente : Retomamos el viaje.2023

No hay comentarios: