17 julio 2023

Safari en Murchison Fall. Uganda.

 


Con las primeras luces y los cantos de los pájaros, me levanté de la cama sin apenas haber dormido.
Mi compañero dormía en la cama de al lado tras haber pasado una noche delicada de vómitos y dolores.
Cuando se despertó, me confesó que estaba mejor pero seguía con algún dolorcillo así que decidimos llamar al seguro y pedir consejo acerca de cómo actuar y dónde podíamos recibir ayuda sanitaria.
Acudí a la casa de al lado donde dormían nuestros amigos y les puse al corriente de la situación. Todos acordamos que de no mejorar el estado de nuestro amigo, cambiaríamos nuestros planes para que fuera atendido por un médico.
Cuando conseguí ponerme en contacto con el seguro, éstos me dijeron que estaba en una zona remota que nos obligaba a desplazarnos hasta la capital para que nuestro compañero fuera atendido. Eso significaba más de 5 horas de carretera...
Todos reunidos, y ante la mejoría de nuestro amigo, acordamos esperar unas horas para ver la evolución de los acontecimientos y tomar una decisión definitiva.
Nuestro compañero se quedaría descansando en la cama toda la mañana mientras el resto haríamos un safari por el parque, manteniendo el contacto telefónico con él en todo momento, por si acaso.

Mientras desayunamos, comentamos a Charis la situación, sin perder la esperanza de que todo se solucionara a lo largo del día.
Así pues, salimos de nuevo a buscar animales sin perder de vista nuestro teléfono móvil.
Las jirafas de Rotchild no tardaron en dejarse ver. El oscuro color de los ejemplares más viejos, llamaban poderosamente la atención.





Elefantes, antílopes y los animales más habituales tampoco faltaron a la cita. Los leones parecían estar hoy escondidos pero a cambio, un leopardo descansando en la rama de una acacia atrajo toda nuestra atención. Estaba bastante lejos y no podíamos sacarle buenas fotografías pero estuvimos durante un buen rato observándole a través de nuestros prismáticos con la esperanza de que algo interesante pudiera pasar pero desgraciadamente ésto no se produjo.
Dejamos al lindo gatito descansando en su rama y seguimos buscando a los esquivos leones y demás fauna en general.
El tiempo vuela cuando estás disfrutando así que cuando miramos nuestro reloj fuimos conscientes de que era hora de volver al campamento a comer algo y ver cómo estaba nuestro amigo.






A nuestra llegada, comprobamos con alegría que nuestro compañero se encontraba mucho mejor hasta el punto de que nos aseguró que por la tarde saldría de safari con nosotros. Todo parecía indicar que algo le había sentado mal ayer y le produjo una intoxicación.
De todas formas, seguiría a dieta, tomando líquidos únicamente. Le dejamos descansando en la cama mientras el resto nos acercamos al restaurante a comer algo antes de salir nuevamente de safari.
Tras la comida descansamos un rato mientras el sol bajaba un poco y la temperatura se hacía más tolerable.
La entrada al parque estaba a punto de expirar por lo que debíamos sacar otra. Charis nos dijo que había una oficina cercana y hacia allí nos dirigimos.

Fran estaba muy mejorado y no dudó en unirse al resto del grupo para hacer el safari vespertino así que todos ya en el coche, nos dirigimos a la oficina del parque para sacar las nuevas entradas.
Nadie en el grupo imaginaba que en el corto trayecto hasta la oficina íbamos a vivir otro gran momento del viaje.

A poca distancia del campamento, tomamos una pista de barro que nos iba a deparar una grata sorpresa. Una enorme serpiente negra comenzó a cruzar la pista frente a nosotros. Yo iba a la izquierda del coche y vi que no me iba a dar tiempo a verla en condiciones así que sin pensármelo dos veces, abrí la puerta para salir al exterior y poder verla sin obstáculos. Lo único que alcancé a oír antes de bajar fue la advertencia de Charis: " be careful!!! ".
Lo que me encontré cuando salí al exterior me dejó con la boca abierta.
La serpiente que se arrastraba hace unos segundos, ahora se encontrada totalmente erguida con la cabeza totalmente plana y mirándome fijamente.
Instintivamente di un paso atrás y volví a meterme en el coche.
Efectivamente se trataba de una cobra enorme.
Ni me acerqué demasiado, ni le pude sacar ninguna fotografía pero aquel momento supuso algo inolvidable. Era la primera vez que veía una cobra salvaje y no lo olvidaré jamás. La cobra desapareció en unos segundos entre la vegetación pero aquellos segundos, resultaron ser uno de los momentos más emocionantes del viaje a juicio de todos.


Egyptian Cobra Ouraeus
https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Egyptian_Cobra_Ouraeus.png


Ya en las oficinas del parque, preguntamos sobre la posibilidad de hacer un safari nocturno pero la empleada no parecía estar muy interesada en ofrecernos esa posibilidad o quizás existía alguna razón que desconocíamos por la que no deseaba hacerlo. El caso es que desistimos de dicha opción y salimos nuevamente hacia el parque. Pero justo en ese momento, el coche empezó a tener problemas.
Las ventanillas no subían, las luces no funcionaban y todo el sistema eléctrico parecía estar fallando. Por un momento nos planteamos volver al campamento pero finalmente decidimos seguir hacia el parque, eso sí, sin parar el motor en ningún momento por si luego no arrancaba.

La fauna habitual comenzó a desfilar ante nosotros mientras nos esforzábamos en descubrir a los esquivos depredadores.
Unos coches aparcados en la pista nos avisaban de que algo interesante había en los alrededores. Nos costó bastante dar con ellos pero finalmente descubrimos a lo lejos, una numerosa familia de leones. Posiblemente era la misma que vimos el primer día.
Una manada de búfalos se dirigía directamente hacia ellos pero cuando todos estábamos esperando un ataque de los leones, éstos no les prestaron demasiada atención. No debían estar hambrientos...





De nuevo en ruta, circulando por las pistas del parque, Fran nos demostró que no había perdido agudeza visual.
Cuando gritó "stop" nadie acertaba a ver nada pero cuando cogimos los prismáticos y dirigimos nuestras miradas hacia donde él nos indicaba, nos quedamos asombrados de lo que había conseguido descubrir en plena marcha.
Una cabeza escondida tras unos arbustos, observaba inmóvil los movimientos de unos antílopes cercanos.
Otro precioso leopardo, mi animal favorito, nos mantuvo entretenidos durante un buen rato mientras permanecíamos en silencio observando cómo acechaba al antílope. Desgraciadamente no hubo escena de caza pero como contrapartida, salió de su escondite y salió a la pista frente a nosotros, regalándonos otro fascinante y cercano avistamiento para nosotros solitos.


              
                      



El sol estaba llegando al horizonte y Sara comenzó a sentirse mal, con ganas de vomitar y de dar solución a otras necesidades fisiológicas que no podían esperar por mucho tiempo.
Para añadir alicientes a una situación ya de por sí desesperante, comenzó a llover intensamente. El agua se colaba por las ventanillas que se negaban a subir, los limpias no funcionaban, no teníamos luces y Sara amenazaba con dar salida a sus presiones gastrointestinales en cualquier momento. No quería salir al exterior ya que estábamos en una zona con vegetación alta que impedía la visión y además era el territorio de leones y leopardos. Intentaríamos llegar hasta la carretera asfaltada.
Cuando llegamos al asfalto paramos y Sara salió del coche a la carrera.
Rodeada de fauna herbívora y bajo una imponente cortina de agua, dio rienda suelta a sus imperiosas necesidades. 😰

El camino de vuelta resultó épico. La lluvia no cesaba, las ventanillas bajadas no subían, los limpias no funcionaban y no teníamos luces a pesar de que era noche cerrada.
Cuando llegamos al campamento, todos respiramos aliviados. Cuando Charis apagó el motor, el coche ya no arrancó; menos mal que no paramos el motor en el parque porque de haberlo hecho, la jornada podría haber sido aún más excitante.
A pesar de que encontramos el problema, no logramos arreglarlo ya que al cambiar un fusible que se había fundido, volvía a fundirse. Había un corto en algún sitio...
Charis contactó con un mecánico que se acercaría mañana para tratar de solucionar el problema pero eso suponía que mañana no tendríamos coche.

Nos dimos una ducha mientras Sara volvía al baño, nos cambiamos de ropa y nos acercamos al restaurante para tomar algo y preparar los planes para mañana.
Parece claro que algo sentó mal a los que cenaron la primera noche así que hoy se quedarán a dieta.
Mientras tomábamos algo para reponer líquidos, decidimos visitar mañana las cataratas Murchison navegando a través del río. Esperemos que a la vuelta ya esté arreglado el coche.
En el mismo campamento reservamos la excursión en barco a las cataratas por 30$ cada uno y decidimos irnos a dormir.
Todos estamos cansados y algunos necesitan recuperarse. 
Esperemos que mañana todo vuelva a la normalidad...


Video de la jornada:



Ruta de la jornada:


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