10 diciembre 2023

Del camping Baía a Sao Joao. Por fin, osos hormigueros.



Un día más amanecemos en el camping Baía. Repetimos el recorrido habitual, acercándonos hasta las orillas del río para ver otro precioso amanecer.
Tras la animada noche de sábado, ahora el campamento permanece en total silencio y tranquilidad aunque algunos pescadores ya están levantados preparando su inminente salida.
Nosotros también proseguimos con nuestra búsqueda del tímido Tamandúa Bandera o lo que es lo mismo, el oso hormiguero gigante.





Con las primeras luces del día y tras dar una vuelta por el campamento, volvemos a tomar la pista que lleva a la pista principal para repetir el recorrido durante el que Fran vio el oso hormiguero ayer.
La temperatura era agradable lo que convertía el paseo en una apacible caminata pero si exceptuamos las numerosas aves que sobrevolaban nuestras cabezas, los mamíferos brillaban por su ausencia.
Estábamos llegando ya al final de la pista, a punto de darnos la vuelta, cuando Fran vio moverse algo a nuestra izquierda entre los arbustos. Todos nos paramos y casi al unísono gritamos: es un hormiguero!!!
Por fin, a escasos metros de la pista, apareció ante nosotros un magnífico ejemplar de Tamandúa bandera. Nuestros esfuerzos habían tenido recompensa.
Durante un buen rato, disfrutamos del tan deseado avistamiento hasta que el oso decidió cruzar de nuevo la pista y perderse entre la frondosidad del bosque. 
Tan sólo pude grabarle un video mientras se dirigía al bosque.





Con una sonrisa de oreja a oreja emprendimos la vuelta al campamento, haciendo alguna parada para fotografía algunos pájaros de vivos colores.
Nos encontramos con nuestro vecino el fotógrafo que estaba tratando de buscar un trogón al que oía cantar pero no conseguía ver. El trogón es una colorida ave muy perseguida por los fotógrafos y que curiosamente yo tenía localizada en el momento de nuestro encuentro. Cuando le dije que acababa de ver un trogón aunque no sabía si era el que él buscaba, me acompañó hasta donde le había visto para comprobar que efectivamente se trataba del trogón buscado. 
Conocido en la zona con el nombre de surucuá-de-barriga-vermelha (Trogon curucui), es un ave de vivos colores.

surucuá-de-barriga-vermelha (Trogon curucui)



 periquitos-de-cabeça-preta (Aratinga nenday)


De vuelta en el campamento, volvimos a encontrarnos con el arara azul y amarillo, un ave realmente espectacular que se llevó unas cuantas fotografías más.
Desayunamos relajadamente y recogimos nuestros equipajes para cargarlos en el coche antes de abandonar este paradisíaco lugar. Un precioso tucán pareció venir a despedirse, justo encima de nuestra casita.
No había tiempo para más, nos despedimos de todos nuestros vecinos y pusimos rumbo a nuestro próximo destino: la Posada Sao Joao.








Habíamos conseguido nuestro principal objetivo en esta zona que no era otro que avistar algún oso hormiguero pero no descartábamos ver alguno más en la pista que nos llevaría a Aquidauana.
Así pues, con los ojos bien abiertos, nos dispusimos a recorrer la pista de tierra muy despacito, atentos a cualquier movimiento a ambos lados de la carretera.
Llevábamos unos 10 minutos en el coche cuando alguien gritó: " para, para, un oso hormiguero!! " .
Otro bonito ejemplar de tamandúa, se encontraba a nuestra izquierda, en una campa al borde de un bosque. 
Le sacamos unas fotografías desde la carretera para más tarde acercarnos un poco más para disfrutarlo a unos pocos metros hasta que fue consciente de nuestra presencia y buscó refugio en el bosque. 
Esta vez lo habíamos disfrutado a placer.




Proseguimos el viaje felices, parando de vez en cuando para fotografiar loros, un carpintero que no habíamos visto nunca, capibaras y un numeroso grupo de guacamayos Jacintos. 
Mientras fotografiábamos los jacintos, descubrimos también una especie de mochuelo posado sobre una estaca.
Más tarde, un grupo de cerdos salvajes con muchas crías, nos obligó a hacer otra parada. 
A este ritmo no llegaremos nunca a Aquidauana. 

 periquitos-de-cabeça-preta (Aratinga nenday)

Carpintero Blanco (Melanerpes candidus)

guacamayo jacinto o guacamayo azul (Anodorhynchus hyacinthinus)

Coruja-buraqueira Athene cunicularia

ema o ñandu (Rhea americana)

gavião-caboclo (Heterospizias meridionalis)


Pero un rato después, el clima de tranquilidad volvió a romperse. Un oso hormiguero se acercaba por la derecha y parecía dispuesto a cruzar la pista frente a nosotros.
Así fue, el tamandúa cruzó la pista a unos metros del coche pero cuando salimos para verle mejor, se refugió en unos arbustos que había al borde de la carretera. Finalmente salió de allí para seguir su camino a través de la extensa campa que se extendía a la izquierda de la pista.
Nos quedaban 20 kms para llegar a la carretera asfaltada y llevábamos ya tres osos hormigueros!!!






Unos 15 minutos más tarde fui yo quien dio la voz de alarma: otro hormiguero a la derecha!!!
Aquello parecía un festival; volvimos a parar el coche y salimos a la carretera. Este estaba más lejos y además se percató de nuestra presencia muy rápido, poniendo metros de distancia inmediatamente.
Cuando le observamos a través del zoom de nuestras cámaras, descubrimos el motivo de su desconfianza. Llevaba una cría consigo.
Pudimos ver perfectamente cómo la cría se subió a sus lomos para emprender una rápida huida. Sólo cuando consideró estar a salvo, se detuvo y siguió comiendo tranquilamente.
Sara estaba emocionada con el avistamiento de la cría a lomos de su madre por lo que decidió intentar acercarse un poco para verlos mejor. 
Curiosamente, cuando vimos estos ejemplares, íbamos hablando en el coche de que las crías se suben encima de sus madres y que hubiera sido maravilloso verlo,
El caso es que aprovechando la mala visión de los hormigueros, Sara pudo acercarse a la familia obteniendo un avistamiento que nunca olvidará. Cuando llegó al coche todavía estaba emocionada.








No podíamos pedir más a esta zona del Pantanal. Habíamos leído que era posiblemente el mejor sitio para ver hormigueros y finalmente lo pudimos corroborar. Nos ha costado pero en una mañana hemos conseguido ver 5 ejemplares.
Ya solo quedaba llegar a Aquidauana para tratar de cambiar dinero antes de proseguir la ruta. 
Pero la tarea se tornó imposible ya que en los bancos nos mandaban a Campo Grande como el lugar más próximo para hacerlo.
Algunos sacaron reales del cajero pese al mal cambio que ofrecían pero necesitábamos algo de efectivo, por si acaso. Afortunadamente yo había sacado 200€ al cambio real sin comisiones con la tarjeta Revolut y disponía de reales suficientes de momento.

Proseguimos ruta ya sin parar porque la fauna nos había entretenido demasiado e íbamos un poco justos de tiempo. No sabíamos cómo sería la pista que nos llevaría a nuestro siguiente alojamiento y no queríamos llegar de noche otra vez. 
La distancia desde Aquidauana era de 200 kms y a pesar de que la carretera estaba asfaltada y en perfecto estado, nuestro GPS nos indicaba que tardaríamos tres horas por lo que sabíamos que en algún momento, abandonaríamos esta cómoda carretera.
Es conveniente respetar los límites de velocidad ya que los radares funcionan a la perfección como hemos podido comprobar a nuestra vuelta 😏😏

Como ya esperábamos, abandonamos la carretera 262, perfectamente asfaltada para tomar una pista de tierra, la 184, que nos llevaría a atravesar el Passo do Lontra antes de llegar a nuestro alojamiento, la posada Sao Joao.
Numerosos puentes de madera se sucedían en una pista en la que tenía muchas esperanzas de ver fauna pero de momento, sólo nos ofrecía numerosas aves y algún caimán que otro.
Media hora más tarde de atravesar el río Miranda por el Passo do Lontra, llegábamos a nuestra posada. El paisaje era impresionante, alternándose los pozos de agua con campos de rabioso color verde. Las aves inundaban cada rincón y la posada irradiaba tranquilidad y sosiego. Sin ninguna duda, la ubicación era idílica. 










La recepción compartía espacio con el bar-restaurante así que lo primero que hicimos fue pedir unas cervezas bien frías antes de proceder al papeleo de rigor.
No habíamos comido nada desde el desayuno pero la cocina estaba ya cerrada y no habría comida hasta la hora de cenar.
Nos quedaban unas horas de luz todavía por lo que tras instalarnos en las habitaciones, básicas pero limpias y correctas, nos pusimos a explorar los alrededores.
Un grupo de extrañas cigüeñas que no había visto nunca, la cigüeña maguari (Ciconia maguari) , merodeaban por un pozo cercano a la posada. Ibis, espátulas, garzas y otras muchas aves les acompañaban.
Por otro lado, en la posada también teníamos caballos, gallinas de Guinea, pavos, etc, etc. 
Un bonito loro tenía el nido en un árbol sobre el restaurante mientras que los guacamayos jacinto se agrupaban en los árboles cercanos, montando el habitual alboroto con sus cantos. Les ponían fruta para atraerlos a la posada pero parece que hoy no habían acudido a la cita.



loro frentiazul o amazona frentiazul (Amazona aestiva)

tapicuru o ibis afeitado (Phimosus infusctus)

cigüeña maguari (Ciconia maguari)



Una reconfortante ducha dio paso a una deliciosa cena. El responsable del local nos explicaba con todo detalle los utensilios que utilizaban para hacer la comida y mantenerla caliente.
Un buffet abundante del que dimos buena cuenta, calmó nuestros necesitados estómagos, consiguiendo poner un perfecto broche final a la jornada.
Mañana daremos una vuelta por los extensos terrenos de la posada, en busca de la fauna del lugar...










Ruta de la jornada





Video de la jornada




Capítulo anterior: Descubriendo el camping Baía

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