09 enero 2024

Buscando jaguares en el río Miranda. Pantanal Sur.

 

Era noche cerrada cuando sonó el despertador. El primer intento por conseguir el objetivo principal de nuestro viaje, estaba próximo a producirse.
Teníamos las maletas casi preparadas desde ayer por lo que en pocos minutos estábamos listos para acercarnos hasta el comedor a desayunar y recoger el lunch que nos habían preparado para llevarnos al río.
Teníamos incluido el desayuno y el almuerzo de hoy en la posada pero ayer decidimos que pasaríamos toda la jornada de hoy en el río buscando jaguares.

El desayuno no fue tan abundante como el de ayer pero resultó más que suficiente para reunir las energías suficientes para pasar el día.
Recogimos el pequeño lunch que nos prepararon, nos despedimos de nuestros anfitriones y felicitamos a la cocinera por su gran trabajo, antes de abandonar la posada Sao Joao donde hemos pasado las dos últimas noches.
La posada es básica pero ha cubierto bien nuestras necesidades. Entre sus puntos fuertes destacaría una comida buena y abundante, una gran riqueza de aves entre las que figuran los Guacamayos Jacinto ( muy abundantes ) y un entorno precioso. En su debe, diría que esperaba más en cuanto a la posibilidad de avistar mamíferos.

Con el equipaje cargado de nuevo en el coche, salimos hacia el Passo do Lontra, a unos 20kms de distancia pero no pudimos resistirnos a perder unos minutos para admirar el nuevo amanecer desde la posada.





Unos 30 minutos más tarde estábamos aparcando en el hotel donde dormiríamos hoy, muy cerca del embarcadero. Cogimos cámaras, gorras y las mochilas con agua y comida y salimos en busca de nuestro guía, Tony. En esta ocasión yo cogeré también una sudadera gordita pero no porque temiera pasar frío sino porque ya no sabía qué hacer para tratar de evitar las picaduras de toda clase de bichos: ni las camisetas, ni los repelentes parecían servir de nada.

Una vez reunidos con Tony, montamos en la barca, nerviosos por las altas expectativas creadas por nuestro guía. Sinceramente, yo no tenía conocimiento de las altas posibilidades de avistar jaguares en esta zona pero después de oír la experiencia del fotógrafo que conocimos en el camping Baía y de las optimistas sensaciones que nos transmitió Tony ayer, comenzamos la excursión con toda la ilusión del mundo.
Posiblemente, no haya mucha gente dispuesta a permanecer diez horas sentados en un bote, surcando un río bajo los abrasadores rayos solares, con la única esperanza de ver un lindo gatito aunque sólo fuera durante unos fugaces segundos pero en este mundo tiene que haber de todo......





Las primeras horas se llevaron bien; la temperatura era fresquita, el sol no tenía apenas fuerza y la ilusión era desbordante.
Cuatro horas más tarde, las cosas comenzaron a cambiar. El sol comenzaba a apretar con fuerza, la barca no tenía toldo y el calor comenzaba a ser sofocante.
Los compañeros que no llevaban nada en la cabeza se la mojaban continuamente con agua y se protegían con cualquier cosa posible.
Por otro lado, a pesar de que el paseo por el río era agradable, los animales tampoco abundaban a excepción de un gran número de aves.
Llegamos a ver capibaras, varios lagartos y un buen número de caimanes y tuiuiús, el ave emblema del Pantanal pero poco más.











Aún no habíamos llegado al punto donde se estaban produciendo la mayoría de avistamientos pero cuando poco más tarde nuestro guía decidió dar la vuelta, mis esperanzas se disiparon de inmediato.
Estuvimos un rato navegando muy despacio, intentando descubrir algún jaguar en " la zona caliente" pero cuando Tony desistió y dio la vuelta, fui consciente de que nuestra aventura no iba a tener éxito.
Quedaban todavía unas horas de camino de vuelta pero mis expectativas se derrumbaron.
Paramos a orillas del río, en una zona sombría para comer algo. No teníamos demasiado hambre pero agradecimos la parada durante la que pudimos guarecernos unos minutos del sol abrasador.

Desgraciadamente, la vuelta no deparó sorpresas de ningún tipo y todo transcurrió entre la más absoluta tranquilidad, viendo los ya habituales habitantes del río. 
Habíamos pasado todo el día surcando los ríos Miranda y Vermelho en busca de gatos pero no habíamos tenido éxito. Según mi GPS, habíamos hecho más de 100 kms por el río y ahora mismo, mi primer objetivo era......tomarme una cerveza fría.... o dos...o....












Afortunadamente, este objetivo lo pudimos llevar a cabo. Tony nos dejó en el pequeño embarcadero del hotel Lontra Pantanal donde bebimos cerveza helada como agua beben los camellos tras una travesía de varios días por el desierto.
Tanto es así que cuando salimos del hotel era ya de noche y llegar hasta nuestro hotel, a unos 500 metros de allí, se convirtió en una pequeña aventura. 
Habíamos pasado todo el día en un bote bajo el sol sin comer apenas nada, ni haber visto ningún jaguar pero con unos litros de cerveza en el cuerpo, nuestras percepciones habían cambiado por completo. Ahora teníamos la sensación de que había sido una jornada maravillosa; de hecho no paramos de reírnos hasta llegar a nuestra habitación. Los maravillosos poderes de la cerveza......

Tras una ducha reparadora, cenamos en el hotel un rico buffet mientras decidíamos dónde pasaríamos nuestro último día en el Pantanal Sur.
Con el estómago bien lleno, llegamos al acuerdo de acercarnos hasta la ciudad fronteriza de Corumbá para hacer una relajada visita y cargar las pilas antes de desplazarnos hasta el Pantanal Norte.
Nuestro periplo por Mato Grosso do Sul, llegaba a su fin.


Ruta de la jornada:





Video de la jornada:




Capítulo anterior: Explorando Pantanal Sur
Capítulo siguiente: Corumbá

No hay comentarios: