25 febrero 2024

De Corumbá a Poconé, una dura jornada.

 

Nuestro paso por el Pantanal Sur había llegado a su fin. Hoy comienza una dura jornada que terminará mañana en Poconé ( Pantanal Norte ), nuestro destino final. Preferimos no hacer cálculos aunque esperamos estar alrededor del mediodía.
Nos levantamos sin prisas ya que nuestro autobús salía de Campo Grande a la tarde por lo que disponíamos de todo el día para llegar hasta allí.

Mientras esperaba a que todo el mundo se iría despertando para desayunar todos juntos, salí de la habitación para disfrutar de las mágicas vistas al río Paraguay, en medio de un silencio sólo roto por las barcas que serenamente surcaban sus aguas.
Con la mirada perdida en el horizonte, me vi sorprendido por la aparición de unas cardenillas piquigualdas, un bonito pajarillo de cabeza roja y un teiú, un gran lagarto habitual en el Pantanal.






Ya todos reunidos, nos sentamos en una pequeña terraza cubierta con excelentes vistas al río donde daríamos buena cuenta del último desayuno en Matto Grosso do Sul. Un jaguar pintado en la pared parecía decirnos que nos esperaba en nuestro próximo destino. Así lo esperábamos...






Con las pilas recargadas, pagamos nuestras deudas y nos despedimos efusivamente de nuestro anfitrión, agradeciéndole sus esfuerzos por hacer de nuestra estancia una experiencia tan gratificante.
Nuestro coche ya estaba cargado con los equipajes y sólo faltaba poner rumbo a Campo Grande, a unos 450 kms de aquí.

El viaje discurrió sin incidentes a través de una carretera sembrada de cadáveres de numerosos animales. Caimanes, osos hormigueros, zorros y muchas serpientes muertas sobre el asfalto, daban fe de que el Pantanal rebosaba de vida aunque esta carretera se empeñara en destruirla.
De camino a Campo Grande, hacíamos apuestas acerca de la tienda de campaña que se quedó en Roma y que Italia airways nos aseguró que entregaría inmediatamente. Durante una semana Sara ha estado enviando whatsapps, correos y llamadas tratando de recuperarla pero ha resultado imposible. Finalmente, acordaron dejarla en las oficinas del coche de alquiler ya que hoy volveríamos para entregarlo. Las apuestas estaban igualadas...

Cuando llegamos a Campo Grande, lo primero que hicimos fue acercarnos hasta un " western union " para cambiar algo de efectivo ya que no sabíamos si nos iban a aceptar las tarjetas en el norte del Pantanal. 
Acto seguido, buscamos un sitio para limpiar el coche ya que, aunque no nos habían dicho que teníamos que entregarlo limpio, se encontraba en un estado lamentable, cubierto de arena por todos los rincones.
Una vez resueltas todas las tareas, nos acercamos hasta la agencia de coches para entregarlo. 
Al llegar, lo primero que preguntamos fue si habían entregado una tienda de campaña. La cara de sorpresa de las empleadas, nos dejó clara la respuesta. La tienda no estaba allí.
Vuelta a hacer llamadas a la compañía aérea, al seguro y mandar correos a todo el mundo; aquello sonaba ya a pitorreo.
El problema era que en Porto Jofre, sólo habíamos reservado una habitación triple ya que Sara y Alvaro iban a dormir en la tienda y ahora no tenían tienda y seguramente tampoco opción de reservar una habitación.
Las opciones eran o comprar una tienda, o dormir en el coche o intentar buscar un sitio para dormir en Porto Jofre. Tras unas llamadas, conseguimos reservar una habitación en el camping.

Con el alojamiento resuelto, entregamos el coche y llamamos a un " uber " para que nos llevara a la estación de autobuses ( rodoviaria ).
Allí esperamos un par de horas hasta que llegó nuestro autobús y subimos a bordo.
Apenas arrancó, yo recliné mi asiento hasta casi convertirlo en cama y no me moví hasta llegar a Cuiabá a pesar de que hizo varias paradas a lo largo de la ruta.





Un importante atasco nos atrapó a la entrada de Cuiabá pero llegamos a la hora prevista. Tras recoger nuestros equipajes, volvimos a hacer uso de " uber " para que nos llevaran hasta la agencia Unidas donde debíamos recoger nuestro nuevo coche.
Esta vez, los trámites fueron más rápidos y en pocos minutos teníamos los equipajes ya cargados en el coche y estábamos listos para partir hacia Poconé, la última ciudad antes de adentrarnos en la transpantaneira. Si no surgía ningún problema, tardaríamos hora y media en recorrer los aproximadamente 100 kms que teníamos por delante. 

El viaje discurría sin incidentes hasta que una increible tormenta de agua y tierra nos sorprendió de improviso. Un fuerte viento y una nube de arena amenazaba con engullirnos por completo.
Afortunadamente aquello no duró mucho y nuevamente salió el sol poco antes de que llegáramos al hotel Canoas, donde dormiremos hoy y mañana.
El hotel tenía pinta de haber sido una construcción moderna y elegante pero como pasa muchas veces en estos países, la falta de mantenimiento había dañado bastante su aspecto en la actualidad.
El caso es que dormir en los pocos sitios existentes en la transpantaneira, resulta bastante costoso así que habíamos decidido dormir en Poconé dos noches para aliviar un poco nuestro presupuesto. Al estar en las puertas de la transpantaneira, haríamos incursiones por ella esta tarde y mañana durante todo el día.
Pagaremos 17€ por alojarnos en una habitación triple con desayuno incluido.





Una vez acomodados en nuestras habitaciones, hicimos algunas compras y pusimos rumbo a la pista de tierra más famosa del Pantanal. Unos 150 kms de pista llevan hasta Porto Jofre, el mejor lugar del mundo para avistar jaguares salvajes. Pero a lo largo de toda la pista puedes verte sorprendido por el paso de numerosos animales que pueblan este territorio, tan rico en biodiversidad.

Un poco más adelante de nuestro hotel, el asfalto deja sitio a la tierra aunque todavía hay que recorrer unos kms hasta llegar al punto donde unos carteles anuncian el comienzo de la Transpantaneira.
La foto de rigor no podía faltar.





Circulamos muy despacio, vigilando a ambos lados de la carretera por si algún animal hacía acto de presencia y no tardamos en ver los primeros caimanes, capibaras, espátulas y otras muchas aves.
Seguimos la pista durante varios kms hasta llegar al desvío que indicaba la posada Pouso Alegre donde dormiremos las dos últimas noches.
Esta posada cuenta con una charca famosa por estar frecuentada por muchos animales así que decidimos abrir la puerta de acceso para conocer el que iba a ser nuestro último alojamiento en el Pantanal.
Nos hubiera gustado acercarnos hasta la charca pero como no conocíamos el terreno, no quisimos aventurarnos a meternos por algún sitio inadecuado así que fuimos hasta la posada y charlamos un rato con el dueño mientras tomábamos una cerveza. Había comenzado a llover y el terreno se estaba complicando un poco por lo que decidimos emprender el camino de regreso.

Caimán

Capibara

avetigre colorada(Tigrisoma lineatum)

busardo colorado (Busarellus nigricollis)




garza capirotada  (Pilherodius pileatus) 

gavilán cangrejero(Buteogallus urubitinga)


El camino de vuelta discurrió entre la lluvia, sin ningún avistamiento importante. El agua no es buen compañero para el avistamiento de fauna y además, el estado de la pista de tierra estaba empeorando por momentos.
De vuelta en el hotel, ya anocheciendo, preguntamos por un sitio para cenar y nos fuimos a la habitación para darnos una ducha y descansar un rato. Unas goteras importantes nos confirmaron que el mantenimiento del local brillaba por su ausencia.





Pusimos punto final a la jornada en el restaurante Tradicao donde celebramos el cumpleaños de Iñaki con unas pizzas y unos platos locales que resultaron estar muy ricos.
Con sorpresa final incluida ya que nuestro compañero no sabía que habíamos comprado unas lucecitas para que sacaran al final de la cena con unos dulces, pusimos fin a nuestro primer día en el Pantanal Norte.

Mañana será otro día...


Ruta de la jornada




Video de la jornada




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