Hoy disponemos de todo el día para explorar la Transpantaneira, una mítica pista de tierra famosa por el agreste territorio que atraviesa y la rica biodiversidad que alberga.
Habíamos dormido en Poconé, última localidad donde alojarse de forma económica y donde hacer las últimas compras si viajas por tu cuenta. Y es que a partir de aquí, en los próximos 150 kms, no encontrarás más que alguna posada turística hasta llegar a Porto Jofre, donde acaba la pista.
Si has contratado algún tour organizado para conocer esta zona, no deberás preocuparte por nada ya que tendrás todo incluido pero si la vas a explorar por tu cuenta será mejor que hagas una parada en Poconé para comprar todo lo que pienses que vas a necesitar los próximos días. Si vas en tu propio vehículo y piensas hacer muchos kilómetros, intenta solucionar el tema combustible; no hay más gasolineras.
Si no piensas alojarte en algún sitio donde te incluyan todas las comidas, haz buena provisión de víveres.
Nosotros nos alojamos en el hotel Canoas, un alojamiento básico ubicado a las puertas de la Transpantaneira desde donde podríamos explorar dicha pista hasta que mañana nos adentremos hasta el corazón del Pantanal.
Cuando nos despertamos, a primeras horas de la mañana, lo primero que hicimos fue mirar si había parado de llover. Setiembre no se caracteriza por lluvias excesivas pero ayer llegamos a preocuparnos porque si seguía lloviendo así, nuestros planes podrían verse seriamente alterados. No teníamos un coche 4X4 y el barro podría impedirnos llegar hasta Porto Jofre.
Llevábamos mucho tiempo organizando este viaje y toda la información que habíamos recogido aseguraba que en setiembre no era necesario alquilar un vehículo 4X4 ya que las lluvias no comenzaban hasta octubre-noviembre. Ahora, sobre el terreno, éramos conscientes de que la climatología podía complicarlo todo si seguía lloviendo.
Afortunadamente, el sol comenzaba a iluminar un día totalmente despejado. Todos respiramos aliviados.
Acudimos al comedor para dar buena cuenta de un desayuno, que aunque no era el mejor del viaje, nos sirvió para llenar bien nuestros estómagos. No sabíamos si íbamos a comer algo más a lo largo del día ya que nuestra intención era pasar toda la jornada en la Transpantaneira tratando de descubrir a la fauna más esquiva.
Con la tripa bien llena y las cámaras preparadas, montamos de nuevo en el coche para comenzar otra jornada de saltos y baches.
No tardamos en comprobar que la pista de tierra había absorbido por completo todo el agua caída ayer. Ya nos habían dicho en el hotel que la tierra estaba muy seca y que no pensaban que las lluvias afectaran demasiado al estado de la pista.
Las aves no tardaron en aparecer de nuevo a ambos lados de la transpantaneira. Más adelante encontraríamos reductos de agua infestados de caimanes y no pocas capibaras.
Fuimos recorriendo kilómetros sin demasiada fortuna en lo que a fauna se refiere ya que a excepción de aves, caimanes y capibaras, no logramos descubrir ningún animal más.
El calor comenzaba a apretar y nos temíamos que la actividad de los animales comenzara a disminuir al mismo ritmo.
Estábamos en las cercanías de la Posada Río Claro y pensamos que la visita a una posada típica de la zona podía aportarnos algo nuevo y nos permitiría descansar un poco y tomar algo fresco.
Habíamos recorrido unos 50 kms desde Poconé, un tercio del total de la pista, cuando decidimos hacer un alto en el camino.
Nos acercamos a la posada con la intención de preguntar si había posibilidad de hacer algún recorrido en barca por el río o algún otro tipo de actividad por la zona. De lo contrario, nos tomaríamos algo, descansaríamos un poco y continuaremos nuestro camino.
Un estrecho camino conducía a la Posada Río Claro donde un gran árbol lucía un nido de tuiuiús con varias crías, ya de importante tamaño.
Aparcamos a la entrada de la posada y nos acercamos hasta recepción donde hablamos con los responsables del local.
Unos jardines con comederos para las aves, dotaban al lugar de gran encanto con numerosos loritos y aves de llamativos colores que hacían las delicias de los visitantes.
Nos invitaron a pasar a un gran comedor donde nos ofrecieron café mientras nos explicaban que podíamos hacer un recorrido por el río de varias horas, recorrer los caminos de la propiedad libremente y disfrutar del buffet de la posada por 300 reales, algo más de 50€.
Todos coincidimos en que se trataba de una buena opción así que nos acercamos hasta el río para dar una vuelta por los terrenos de la posada antes de ir a comer.
Los numerosos pajarillos y paisajes de la posada nos tuvieron entretenidos hasta que acudimos al comedor para disfrutar de un abundante buffet.
Tras la comida, nuestro guía se reunió con nosotros para acompañarnos hasta el embarcadero y embarcar en nuestro bote para recorrer el río Claro.
La excursión no gozó de grandes avistamientos pero resultó amena y entretenida gracias a las habilidades y explicaciones de nuestro guía.
Aunque las aves volvieron a ser las protagonistas de la excursión, también tuvimos oportunidad de ver iguanas, capibaras y monos aulladores además de numerosos caimanes.
Algunos de los momentos estelares tuvieron lugar cuando mientras navegábamos por el río, nuestro guía comenzó a llamar a un tal Felipe. Todos nos mirábamos sorprendidos sin saber a quién llamaba hasta que observamos a un gran caimán que se acercaba a nuestra barca. No podíamos creer que realmente aquel caimán respondía a las llamadas del guía pero cuando éste paró el motor y el animal se detuvo frente a nosotros, fuimos conscientes de que acabábamos de conocer a Felipe.
Cuando nuestro guía ensartó un pescado en una vara y se lo ofreció a Felipe, éste nos deleitó con unos increíbles saltos tratando de hacerse con el pescado.
Pero nuestro guía aún nos tenía reservada otra sorpresa cuando nos mostró sus habilidades para comunicarse con otros animales. Mirando a los árboles comenzó a silbar y hacer unos extraños sonidos que nuevamente nadie sabía a quién iban dirigidos. De pronto algo comenzó a devolverle los mismos sonidos. No tardamos en descubrir al responsable de aquellos sonidos. Una especie de rapaz conocida como Gavião-belo nos vigilaba desde su atalaya en la rama de un árbol.
Volvimos a detener la barca y el guía comenzó a llenar de aire varios peces con una jeringuilla. Su objetivo era que el pescado flotaría en el agua para que todos disfrutáramos de la rápida reacción del Gavião.
En cuanto lanzó el pez al río, éste se quedó flotando en el agua y el ave se lanzó como un rayo a por él atrapándolo con las garras para desaparecer acto seguido en la espesura de la selva con su botín.
Los gaviaos son abundantes en el Pantanal así que repetimos la operación varias veces pero lo más asombroso era que nuestro guía sabía si el gaviao iba a atrapar la presa o iba a hacer caso omiso, dependiendo de la respuesta sonora de las aves a su llamada.
El resto de la excursión transcurrió entre garzas, aningas, tucanes, iguanas y capibaras mientras atravesábamos zonas del río totalmente cubiertas de vegetación.
Pasamos unas horas muy agradables y entretenidas hasta que volvimos al embarcadero de la Posada Río Claro.
Aún nos quedaban unas horas de luz así que parte del grupo decidimos ir andando hasta la pista principal ya que apenas nos separaban un par de kms.
Un asustadizo agutí se nos cruzó en el camino antes de salir huyendo para esconderse en el bosque.
Ya en el coche, de vuelta al hotel, tuvimos oportunidad de ver varios zorros cangrejeros y una preciosa espátula que se dejó acercar bastante.
No había tiempo para mucho más ya que el sol fue cayendo sobre el horizonte anunciando el final del día.
No teníamos hambre por lo que nos acercamos hasta un supermercado cercano para comprar algo de fruta, llenamos el depósito de gasolina y regresamos al hotel para rehacer las maletas, darnos una buena ducha y descansar antes de afrontar la última etapa de nuestro viaje.
Mañana dejaremos Poconé para adentrarnos en la Transpantaneira.
El objetivo principal del viaje estaba cada vez más cerca. Porto Jofre, el mejor lugar del mundo para ver jaguares, sería el destino final de nuestra siguiente jornada.
Mañana dormiremos allí e intentaremos descubrir al escurridizo gato del Pantanal...
Ruta de la jornada
Video de la jornada
Capítulo anterior: De Corumbá a Poconé.
Capitulo siguiente: Llegada a Porto Jofre
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