25 junio 2019

Tour 360º en S Cristóbal. Galápagos ( III )


Durante las dos primeras jornadas en Galápagos nos hemos dedicado a explorar por nuestra cuenta, la isla de S. Cristóbal
Las primeras inmersiones ya nos habían permitido disfrutar de la compañía de tortugas, rayas, lobitos, etc pero para la jornada de hoy, habíamos reservado un tour en el que teníamos depositadas muchas ilusiones.
Las excursiones por mar exijen unos desembolsos importantes en las Galápagos así que queríamos atinar a la hora de decidir qué tour hacer ya que sólo teníamos tiempo para uno. Mañana saldriamos hacia la isla de Sta Cruz.
El León Dormido era uno de nuestros principales objetivos y cuando nos enteramos que el tour de 360º a la isla incluía una parada en este punto, no lo dudamos. Ese era nuestro tour!!!


Tour 360º. S.Cristóbal


Conseguimos rebajar 15$ por persona sobre el precio inicial, por lo que finalmente pagaremos 135$ cada uno.
Saldremos sobre las 7,30-8 y regresaremos sobre las 17. El tour incluye guía, traje de neopreno, gafas, tubo, aletas, la comida y la bebida.
Partiremos desde Puerto Baquerizo, haremos la primera parada en Bahía Rosa Blanca y continuaremos hasta Punta Pitt aunque no volveremos a parar hasta Playa Sardina
De ahí, seguiremos rumbo sur hasta Cerro Brujo donde atravesaremos la Ventana de Darwin para llegar hasta León Dormido donde haremos el último snorkel antes de volver a Puerto Baquerizo.
Ruta del tour:

La noche no presagiaba nada bueno. Fuertes rachas de viento golpeaban contra las ventanas de nuestra habitación y el inconfundible sonido de la lluvia amenazaba con echar por tierra nuestros planes para el día venidero. Mientras me agitaba nervioso en mi cama, no paraba de repetirme a mí mismo, " ¡¡ qué mala suerte !! "....
Cuando las primeras luces del día me despiertan, salto literalmente de la cama para abrir las ventanas y comprobar asombrado que un espléndido cielo azul brilla en el horizonte.
Exultante, salgo a la terraza para desayunar un zumo y los ricos dulces que compramos ayer en la panadería La Cuenca mientras espero que mis compañeros me acompañen.

Una vez apaciguadas las exijencias de nuestros vacíos estómagos, bajamos a recepción donde nos espera Cristian para acompañarnos hasta la agencia desde donde, tras probarnos los trajes de neopreno, aletas y gafas, salimos hacia el puerto.
Un pequeño bote nos acerca hasta la lancha sobre la que pasaremos toda la jornada. El grupo se compone de 5 pasajeros, nosotros tres más una señora mayor y su nieto, los dos de nacionalidad ecuatoriana. Nos acompañan el guía, el capitán y un ayudante.
Cuando nos acomodamos los 5 integrantes del grupo, partimos rumbo al sureste para comenzar a rodear la isla hasta llegar a Bahía Rosa Blanca.
A lo largo del día nos sacan unos dulces y frutas con la intención de que no se nos haga muy larga la espera hasta la hora de comer.
Tardamos algo menos de dos hora en llegar a Rosa Blanca, una pequeña bahía ubicada al noreste de la isla y que cuenta con varias playas de arena blanca y aguas cristalinas que ofrecen a su vez un paisaje con una vegetación y unas dunas únicas en la isla.






Pero el principal motivo por el que nos acercamos hasta aquí es para intentar avistar tintoreras de punta blanca en una especie de piscinas naturales que se forman en marea baja, al otro lado de la playa.

Tras atravesar una zona rocosa salpicada de vegetación, llegamos al lugar deseado.




Exploramos detenidamente la piscina que ha dejado la marea y donde nuestro guía asegura que las tintoreras se quedan a dormir pero no tenemos éxito.
Decidimos entonces, salir a mar abierto a través de un estrecho canal con la esperanza de tener allí mejor fortuna. No tardamos en toparnos con una enorme tortuga a la que seguimos durante un buen rato. Permanecemos cerca del guía con el que conseguimos ver un montón de tortugas, peces globo, muchos pececillos y varias rayas pero ni rastro de las tintoreras.
Nuestro guía no se da por vencido y sigue buscándolos con ahinco pero cuando parece que nos vamos a ir sin lograr verlos, el guía nos hace señas para que nos sumerjamos hasta el fondo. 

Allí están, asentados sobre el fondo junto a la pared rocosa de la costa, dormitan un grupo de unos 6 tiburones de tamaño considerable. Objetivo cumplido.

Volvemos a la lancha para dejar los equipos y saltamos de nuevo al agua para acceder a través de un estrecho paso entre los manglares, a otra playa algo más grande donde nos damos un agradable paseo, disfrutando en total soledad de aquella maravillosa playa de arena blanca. 

Había leido que no esperara encontrar playas idílicas en Galápagos pero he de confesar que playas como ésta no tienen mucho que envidiar a otras con mucha más fama.
El grupo nos espera en la lancha y dejamos aquel pequeño paraiso para proseguir con los planes establecidos.







Vamos ahora hasta Punta Pitt, en el extremo norte de la isla, donde vemos piqueros de patas rojas, piqueros de Nazca y volando a lo lejos, aves tropicales, unas aves blancas de largas colas. 


Punta Pitt


Punta Pitt cuenta con un sendero de unos 100 metros a lo largo de los cuales se reparten varios miradores naturales pero nosotros no desembarcaremos en este punto.
Curiosamente es el único lugar de Galápagos donde se pueden observar piqueros de patas azules, piqueros de patas rojas y piqueros de Nazca, ademas de las dos especies de fragatas anidando.
Gracias a la riqueza marina de esta zona, las diferentes especies disponen de alimento suficiente para no tener que disputar el territorio con sus vecinos rivales.
Piquero de Nazca

Piquero de pata roja


Seguimos rumbo al sur, paralelamente a la costa oeste de S. Cristóbal pero antes de llegar a nuestro siguiente objetivo, Playa Sardina, hacemos una segunda intentona para tratar de pescar algo. El ayudante del capitán prepara la caña y la lanza mientras rebajamos la velocidad ostensiblemente con la intención de que los peces alcancen el cebo sin problemas. 
Antes de llegar a Rosa Blanca ya hemos hecho un primer intento sin ningún resultado pero en esta ocasión la caña pega de pronto un potente latigazo que revela la picada de un gran pez. Inmediatamente el capitán reduce aún más la marcha y se dirige en busca de la presa mientras su ayudante se pone rápidamente una especie de cinturón donde acopla la caña y comienza a luchar contra el pez. Entre grandes esfuerzos por controlar la fuerza con la que tira su presa, el pescador balbucea que posiblemente se trate de un tiburón-martillo debido a la gran fuerza con la que tira. Como aficionado a la pesca que soy, observo embobado la pelea entre pescador y su presa y entiendo perfecamente que al otro extremo del hilo hay un pez de considerables dimensiones. Mi ilusión por ver la presa se desvanece súbitamente al perder el sedal la tensión. Se ha escapado.
Cuando recoge todo el sedal, comprobamos que sea lo que fuera lo que había picado, había roto el anzuelo y había logrado huir. Una pena....




En ruta a Playa Sardina aprovechamos para comer un poco de pescado acompañado con arroz y ensalada. Para beber tenemos agua y coca cola.
Durante la siguiente parada está previsto descansar un poco en la playa para hacer la digestión pero nosotros no desaprovecharemos la ocasión de ponernos de nuevo el traje de neopreno y meternos al agua.
Antes de llegar a nuestro destino, unos inesperados visitantes hicieron aparición haciendo las delicias de todos los allí congregados. Un gran grupo de simpáticos y juguetones delfines nos deleitaron con sus saltos y volteretas durante un buen rato.



 

Cuando fondeamos frente a Playa Sardina, mi compañero y yo saltamos de la lancha y cruzamos una estrecha barra de arena para meternos al agua y comenzar a explorar la zona, al otro lado de la playa pero antes disfrutamos de la cercana presencia de zarapitos, pelícanos, gaviotas de la lava, piqueros y algún lobito recién nacido.
Ya en el agua, vemos dos serpientes marinas y muchísimos peces de colores, algunos de ellos de gran tamaño. Más tarde nos sumergimos en la bahía donde se encuentra fondeada la lancha y allí me veo sorprendido por un gran banco de peces que vienen hacia mí sin intención de apartarse. La sensación de atravesar aquel formidable banco de peces, resulta indescriptible. Seguimos avanzando en paralelo a la costa y descubrimos una raya de gran tamaño con la que permanecemos un buen rato hasta que una voces provenientes de la lancha nos recuerdan que es hora de marchar.
Volvemos a subir a la lancha y me viene a la mente que es el primer snorkel que hago en Galápagos durante el que no he tenido oportunidad de nadar con tortugas. Curioso...


 
 
Nuestro siguiente objetivo era Cerro Brujo, ubicado en la zona noroeste de la isla.
El recorrido hacia el sur, en paralelo a la costa, nos permitió admirar las negras rocas volcánicas que conforman los peculiares paisajes volcánicos  que se extienden hasta llegar a nuestro destino.
Un gran tunel conocido como " Ventana de Darwin " nos permitió vislumbrar, a lo lejos, nuestro último y ansiado objetivo: el León Dormido.



 

El León Dormido ( Kicker Rock ).



Un imponente monumento rocoso de origen volcánico que casi llega a alcanzar los 150 metros de altura, se erige desafiante en medio del mar, adoptando la posición de un león durmiendo. O al menos eso dicen, porque yo fui incapaz de visualizar dicha semejanza.
De cualquier forma, no es su forma ni su altura, ni siquiera su origen volcánico lo que ha hecho de este rincón un lugar emblemático de las Galápagos.
La verdadera razón de su fama, no es otra que la gran riqueza marina que se concentra alrededor de estas majestuosas rocas y en la grieta que se forma entre ambas.
Efectivamente, además de piqueros, fragatas y lobos marinos, en esta zona se concentran habitualmente especies tan fascinantes como tiburones de Galápagos, numerosas tortugas marinas, rayas águilas y los enigmáticos y esquivos tiburones martillo.
El snorkel es algo que me apasiona pero no quiero hacerme demasiadas ilusiones para no sentirme decepcionado en el caso de no tener la fortuna esperada o que la zona no responda a mis expectativas como ya me pasó recientemente en las Maldivas.
Había leído mucho acerca de este lugar y era curioso comprobar que mientras unos lo ensalzaban sin miramientos, otros se mostraban decepcionados tras su paso por la roca.
También leí que era una zona con bastante corriente, algo que me incomoda bastante a la hora de hacer snorkel, pero lo que parecía muy claro es que el resultado de mi experiencia iba a depender en gran medida de la suerte. La observación de fauna siempre implica este hándicap pero aquí más que nunca, parecía que la fortuna resulta determinante. 

Pero ya estábamos aquí, era la hora de la verdad....



Mientras atravesábamos la ventana de Darwin, la inconfundible silueta del León Dormido se hizo protagonista de la jornada. Aún no habíamos llegado cuando Javier, nuestro guía, nos dice que vayamos poniéndonos los neoprenos para no perder ni un segundo.
Las paredes rocosas verticales impresionan y el color de las aguas revelan una profundidad considerable. Los nervios me impiden ponerme el traje con la celeridad deseada pero cuando oigo a Javier gritar : " todos al agua, rápido ", me lanzo de la lancha sin pensarlo un segundo.
Según caigo al agua, se me mueven las gafas y me entra un poco de agua pero o estoy soñando, o ahí abajo hay un tiburón martillo !!!
La señora mayor no hace snorkel así que sólo somos 4 en el agua.

Javier, el guía, ha lanzado un flotador al agua y nos dice que nos agarremos todos a él, a la vez que nos grita que tenemos un tiburón martillo bajo nosotros. Efectivamente, no lo había soñado. Era un enorme tiburón martillo!!!
Estábamos todos emocionados, habíamos logrado el objetivo en el primer segundo pero ésto acababa de comenzar.
Los minutos siguientes resultaron mágicos....


Recuerdo un agua de un intenso color azul; a mi derecha un grupo de seis tortugas en perfecta formación, ascendían de las profundidades hacia la superficie; a mi izquierda dos colosales rayas águila parecían volar en el agua mientras que un nutrido grupo de tiburones de las Galápagos nos observaban con curiosidad al pasar sobre ellos.
No sabía a dónde mirar. Eran demasiadas cosas en muy poco tiempo y todas me parecían maravillosas. Grandes bancos de peces multicolores se cruzaban ante nosotros pero parecían actores secundarios ante la grandeza de todo lo que estaba viendo. Estaba inmerso en un mar de emociones que me estaban desbordando. ¡¡¡ Qué MARAVILLA !!!
El tiempo pasó muy rápido, sería incapaz de saber cuánto tiempo permanecimos en aquel paraíso pero se me hizo corto, muy corto.
Cuando conseguí tranquilizarme, disfruté de todo más calmadamente parándome a disfrutar de toda la vida que bullía a nuestro alrededor. 

Nuestro guía insistía en que no golpeáramos el agua con las aletas ya que éste movimiento provocaba que los tiburones se nos acercaran demasiado y doy fe de que así era. Ver aquellos imponentes tiburones nadar directamente hacia nosotros, no era algo tranquilizador pero afortunadamente todo se quedaba en inofensivas amenazas.
Rodeamos las rocas y cruzamos el canal sin parar de ver peces, tortugas y tiburones pero aún nos quedaba la última emoción fuerte de la jornada ya que cuando íbamos de regreso hacia nuestra lancha, súbitamente surgió entre nosotros y la pared de la roca, un grupo de unos 20 tiburones martillo.
Nos quedamos atónitos ante el lento desfile de aquellos enormes escualos que se paseaban ante nosotros a no más de 3-4 metros de distancia.
Salimos del agua fascinados. Ni en el mejor de mis sueños hubiera imaginado algo parecido. Creo poder afirmar que acababa de hacer el mejor snorkel de mi vida.... y he hecho unos cuántos!!
Sin duda, el buen trabajo de nuestro guía, Javier, tuvo mucho que ver en el éxito de la jornada. Agarrados al flotador, no tuvimos que preocuparnos por las corrientes y gracias a su pericia tirando de nosotros con una cuerda, nos iba dirigiendo a los puntos más interesantes del lugar sin preocuparse de que el grupo se dispersara.
Excelente snorkel con un excelente guía.



Una vez en la lancha, no podíamos dejar de comentar todo lo que acabábamos de vivir : las increibles rayas-águilas, la cantidad de tortugas que vimos, los enormes martillos, los amenazantes tiburones de Galápagos, los bancos de peces de mil colores, las paredes de la roca, la transparencia del agua...... aún a día de hoy se me ponen los pelos de punta al rememorarlo.


Algo antes de las 17h, llegábamos a Puerto Baquerizo donde debíamos devolver todo el material que habíamos utilizado en el snorkel. Nos despedimos de la tripulación y de Javier, agradeciéndoles su gran trabajo y nos vamos al hostel para darnos una ducha.
Al llegar al hostel, Cristian nos dice que ha bloqueado los pasajes a Sta Cruz para mañana y por si nos interesa, también ha bloqueado tres plazas para las excursiones a Seymor norte y a Plaza.
Le agradecemos su esfuerzo pero le decimos que preferimos reservar las excursiones una vez lleguemos a Sta Cruz porque no tenemos muy claro lo que haremos una vez allí. No hay ningún problema.

Tras la ducha de rigor, salimos a dar una vuelta para despedirnos de S. Cristóbal, una isla que nos ha enamorado y donde hemos pasado momentos inolvidables.
Pasamos por última vez por nuestra panadería favorita para comprar algún dulce para desayunar mañana y dedicamos lo que queda de tarde para hacer algunas compras y tomar nuestras últimas cervezas en el pueblo.
Acabamos cenando en el Giuseppe, un restaurante italiano donde pedimos un sandwich de pollo, pasta con camarones y una cazuela mixta de mariscos que acompañamos con tres cervezas ( 59$ ).
Va siendo hora de retirarse y tras comprar unos helados para el camino, repetimos el ritual de volver al hostel siguiendo la orilla del mar esquivando a los lobitos que se han hecho dueños y señores de las calles mientras dirimen sus disputas a base de gruñidos. Podriamos decir que es la banda sonora habitual y omnipresente en S. Cristóbal.
Al llegar al hostel, pago a Cristian los 90$ por los tres billetes del ferry a Sta Cruz y nos vamos a dormir.
Mañana a las 6,30 deberemos estar preparados para ir hasta el puerto donde a las 7, nuestro ferry nos llevará a nuestro siguiente destino en Galápagos : la isla de Sta. Cruz.


Capítulo anterior: Recorriendo S.Cristóbal. Galápagos (II)

Capítulo siguiente: Llegada a Sta Cruz. Galápagos (IV)

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