30 julio 2020

De Snæfellsnes a Reykiavic.

Cabaña
Hoy ha sido nuestra última noche en Snæfellsnes y no he dormido demasiado. Al poco de dormirme me desperté y me pareció que entraba mucha luz por la ventana, por lo que pensé que esa claridad podría provenir de auroras boreales pero tenía demasiado sueño para levantarme a comprobarlo.
A las 5:45 me volví a despertar y ya no conseguí dormirme por lo que me levante y aproveché para ducharme y preparar el equipaje, antes de que se levantara el resto del grupo
Tras desayunar tranquilamente, mientras disfrutábamos en silencio de las privilegiadas vistas que nos ofrecían los enormes ventanales de nuestra cabaña, abandonamos el lugar dispuestos a completar la última etapa de nuestra ruta por Islandia.
Sobre las 8:30 salimos rumbo a Ytri Ttunga, en un último intento de avistar alguna foca en sus playas. El día ha amanecido muy desapacible, frío y lluvioso y con el ya conocido insoportable viento helado que nos ha acompañado durante tantas jornadas.
Dependiendo de cómo evolucione el día, iremos haciendo alguna parada a lo largo de la ruta que se prolongará a lo largo de unos 230 kms.

Cuando llegamos a Ytri Ttunga, el viento y la lluvia arrecian con tanta fuerza que algunos se niegan a salir del coche para dar una vueltilla por la zona. Los más valientes nos abrigamos bien y salimos en busca de focas.
El viento sopla con tal fuerza que nos dificulta avanzar con comodidad por el sendero que bordea el mar y la lluvia golpea enérgicamente nuestro rostro, hasta el punto de que nos resulta difícil mantener los ojos abiertos.



Desde allí seguimos rumbo al este para visitar unas fuentes termales donde habíamos contemplado la posibilidad de darnos un baño, aprovechando que se trataba de un lugar gratuito. Landbrotalaug Secret Hot Springs, como se llamaba el lugar, no nos sedujo demasiado.
El lugar se encuentra bastante abandonado, algo que comenzamos a temernos cuando vimos unos carteles que anunciaban su cierre provisional.
Ciertamente, el pequeño pozo formado por el agua humeante que caía a través de un caño, no invitaba demasiado a darse un chapuzón. Si al poco atractivo del lugar sumamos el infernal tiempo que nos acompaña, no es de extrañar que nadie se planteara quitarse la ropa para sumergirse en aquel agua burbujeante


Tras está frustante visita, teníamos pensado acercarnos hasta un cercano cráter llamado Eldborg pero como la climatología empeoraba por momentos y tampoco vimos la desviación que debíamos haber encontrado a nuestra derecha, decidimos seguir adelante y continuar la etapa hasta la capital sin hacer más paradas si el tiempo no nos daba una tregua. Visitar el cráter nos obligaba a una caminata de varios kilómetros y a pesar de que lo que habíamos visto de él parecía merecer el esfuerzo, la climatología influyó decisivamente en nuestra edición final.
La ruta continúa entre el acompasado ruido de los limpiaparabrisas tratando de librarnos de la abundante lluvia que caía sobre el cristal de nuestro coche y la máxima atención al volante para controlar el coche, cada vez que nos cruzábamos con un camión o una ráfaga fuerte de viento nos sacudía literalmente.
El viaje no estaba resultando nada confortable y todos coincidimos en que lo mejor era llegar a Reikiavik lo antes posible. El día no daba para más...

Lo más destacable de la ruta de hoy será atravesar el túnel Hvalfjörður, un túnel de carretera que discurre bajo el fiordo Hvalfjörður.
Cuenta con 5762 metros de longitud, llegando a alcanzar una profundidad de 165 metros por debajo del nivel del mar. Inaugurado en 1998, permite acortar la distancia a Reikiavik, desde el norte, unos 45 kms. Un recorrido que se tardaba en recorrer alrededor de una hora, se ha reducido a siete minutos tras la construcción de este túnel.

Cuando llegamos a la capital las preferencias del grupo eran muy variadas. Mientras unos no querían irse del país sin probar un baño en sus aguas termales, otros preferían aprovechar lo que quedaba de mañana para tomar el pulso al ambiente islandés y tomarnos unas cervezas en alguno de sus locales.
Teníamos apuntado en nuestra agenda un lugar llamado Nauthólsvik dónde se podía disfrutar de un baño caliente, muy cerca de la capital y hacia allí nos dirigimos. Un gran aparcamiento nos permite estacionar sin problemas en sus aledaños pero al bajar del coche no tenemos claro dónde se encuentra la entrada a las instalaciones.
Cuando te mueves en países con idiomas tan desconocidos como el islandés, sueles exponerte a graciosas anécdotas cuando los carteles están únicamente escritos en el idioma autóctono y piensas que un par de letras no pueden cambiar demasiado el significado final de una palabra.
Los compañeros ataviados con el bañador, chancletas y toalla al cuello, se adentraron en un edificio donde ponían Nauthol, con el convencimiento de que se dirigían a la piscina termal.
Cuando se dieron cuenta de que habían entrado a un restaurante de lujo, era ya demasiado tarde. Los camareros y clientes se quedaron alucinados cuando vieron entrar a nuestros amigos con aquellas pintas. Mientras disimulaba las risas como podía, un amable camarero les indico dónde estaba lo que buscaban. Seguramente todavía recordarán ese día.......



Tras dejar a nuestros compañeros ubicados, nos fuimos hasta la cercana capital para explorar el ambiente que se respira. Tras dos semanas recorriendo este desértico país, echamos de menos un poco de gente y locales con ambiente.
Durante un par de horas recorremos el pequeño centro de la ciudad y nos tomamos un par de cervezas antes de regresar a reunirnos con el resto del grupo para irnos todos a la que será nuestra casa esta noche y mañana.
Tras relatarnos con todo tipo de detalles las excelencias del baño que se han dado en la piscina de agua caliente, comemos algo en el aparcamiento donde nos encontramos para hacer tiempo hasta las 4, hora a la que hemos quedado con la dueña de la casa.

Cuando llegamos a la nueva casa, nos encontramos con una extraña mezcla donde la modernidad y la tradición se complementan. Se trata de una casa tradicional islandesa, muy cerca del puerto, pero remodelada totalmente en su interior.
La televisión nos permite ver las fotos del viaje y mientras unos nos quedamos recordando viejas aventuras pasadas a través de las imágenes, otros se van a dar una vuelta y hacer compras para la cena..
Con todas las tareas resueltas, salimos todos a dar una vuelta por el centro antes de cenar. Descubrimos que cada bar tiene su "happy hour" a una hora distinta por lo que aprovechamos la ocasión para tomarnos las cervezas a mitad de precio. Aún así, cada pinta no sale por 5 €.

Un compañero ha reservado en el puerto una excursión para ver ballenas mañana pero le llaman para decirle que se anula la salida debido al mal tiempo. Mala suerte.
Nos retiramos a nuestros aposentos para preparar una ensalada a base de tomates, aguacates y queso a la que compañeros con unos huevos y bacon antes de irnos a la cama.
Mañana tenemos todo el día para recorrer con calma Reykjavik así que no tenemos prisa para levantarnos.

Ruta de la jornada:


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