25 agosto 2019

Explorando Santa Cruz. Galápagos VI.


Hoy es nuestro último día completo en Galápagos. No tenemos pensado hacer ninguna excursión por mar así que buscaremos un taxi para negociar algunas visitas por el interior de la isla.
Desayunamos tranquilamente en el apartamento mientras comentamos lo que estaríamos dispuestos a pagar por tener un taxi a nuestra disposición toda la mañana. 
Ayer nos comentaron en una oficina que organizaba excursiones, que por un coche con conductor y guía toda la mañana, nos cobraban unos 150$.
Pero imaginábamos que si negociábamos un taxi por nuestra cuenta, conseguiríamos un precio mejor así que había llegado el momento de comprobarlo.

Bajamos hacia el puerto, donde se encontraban concentrados los taxis el día de nuestra llegada, con la intención de pedirles un precio por visitar El Chato para ver galápagos en libertad, los túneles de lava y la Playa de Garrapatero.
Eramos tres personas y finalmente acordamos pagar 90$ por visitar durante toda la mañana, los lugares anteriormente citados. Con toda seguridad, se podrá conseguir un precio mejor pero pagar 30$ por persona por tener un taxi a nuestra disposición toda la mañana, nos pareció un precio asumible.

Subimos a bordo de nuestro taxi y salimos rumbo a la Reserva El Chato donde esperamos poder ver los Galápagos de Santa Cruz en libertad. 
Curiosamente, al poco de comenzar a hablar con Andrés, nuestro taxista, nos dimos cuenta de que era el mismo que nos llevó a nuestro apartamento el día de nuestra llegada.
No tardamos en llegar a nuestro primer destino que nos sorprende por el verdor que ofrece el paisaje y la abundancia de galápagos que habitan la zona ya que incluso antes de entrar a la reserva, ya tenemos oportunidad de ver varios ejemplares en los verdes prados que flanquean la pista por la que circulamos ; incluso un gran ejemplar se cruza a pocos metros frente a nosotros.






Reserva El Chato.

Ubicada en las denominadas tierras altas de la isla, esta reserva cuenta con miles de metros cuadrados en los cuales se concentran miles de tortugas gigantes de Galápagos.
Tapizada con la característica vegetación de estas islas, también se pueden avistar varias especies de aves entre las que podemos citar los pinzones de Darwin, el cazamoscas bermellón y el búho de orejas cortas.



Tras pagar los 5$ que cuesta la entrada a la reserva, comenzamos nuestro recorrido bajando unas escaleras que nos introducen en unos túneles de lava que se encuentran en el interior de esta reserva y que se encuentran tenuamente iluminados.
Tras la novedosa experiencia de atravesar estas formaciones volcánicas, salimos al exterior en busca de nuestro principal objetivo: las tortugas terrestres de Santa Cruz.
No tuvimos que esperar demasiado para toparnos con el primer ejemplar, al que siguieron muchos más, alguno de ellos de gigantesco tamaño. 
Durante más de una hora estuvimos recorriendo los verdes terrenos del Chato, tratando de esquivar los grupos de visitas organizadas para disfrutar al máximo del descubrimiento de ejemplares solitarios que posaban para nosotros en exclusiva.
Resultó un agradable y fructífero paseo sin aglomeraciones, muy recomendable.







 
Tras esta visita, tomamos rumbo a los túneles de lava de Bellavista.


Túneles de lava
Los túneles de lava son cuevas de origen volcánico que nos permiten explorar los interiores de la isla. 
El de Bellavista, con sus 1250 metros, es el más largo de las Galápagos y el segundo de todo sudamérica.

Nuestro taxista nos deja en la puerta de entrada, donde una señora nos da unas breves explicaciones y nos cobra 3,5$ por persona antes de acceder al túnel.
Un camino por el bosque nos lleva hasta unas escaleras que bajan a la galería.
Ya en el interior del túnel, observamos que muchos focos se encuentran fundidos y el suelo está repleto de charcos que apenas pueden distinguirse. Pero lo que me resulta más preocupante es el gran número de rocas de todos los tamaños que aparentemente se han desprendido del techo y los laterales de la cueva. El lugar no me inspira demasiada confianza y he de confesar que en ningún momento disfruté del lugar demasiado.





Cuando por fin salimos de nuevo al exterior, Andrés nos esperaba para llevarnos hasta la playa de Garrapatero.


Playa de Garrapatero
Esta playa tiene una longitud de unos 1500 metros y está flanqueada por un bosque de manzanillo, un árbol venenoso que puede llegar a causar la muerte en caso de ingerir sus frutos, muy parecidos a la manzana y con un olor agradable. Numerosos carteles avisan de su peligro.
Situada a unos 40 kms de Pto. Ayora, es una playa muy visitada por sus aguas esmeraldas y su arena blanca.
Una laguna de agua salada da cobijo a distintas especies de aves acuáticas entre las que destacan los flamencos rosados que visitan esta laguna en determinadas épocas del año.
Se dice que esta playa debe su nombre a una ave introducida por el ser humano y cuya dieta está basada en las garrapatas del ganado. De ahí que reciba el nombre de garrapatero.


Andrés, nuestro taxista, nos deja en el parking que da acceso a la playa pero como no hay ninguna sombra, nos dice que le digamos una hora para que nos recoja mientras él aprovecha para ir a comer algo. Son las 12 y le decimos que venga a por nosotros a las 14,30.
Tomamos el camino que lleva hasta la playa y a la entrada nos encontramos con una cabaña donde debes registrarte al entrar y al salir. El guarda que regenta dicha cabaña, nos comenta que en esta época no hay flamencos y que en caso de que queramos hacer snorkel, lo hagamos en la parte izquierda de la playa.

Comenzamos nuestra visita en la laguna cercana donde nadan tranquilamente unos pocos patos que no acertamos a distinguir debido a la lejanía.
Volvemos a la zona de la playa a través de un bosque de manzanillo donde encontramos parrillas, mesas y bancos, aprovechando la sombra que ofrece este tipo de bosques.
Aprovechamos una zona de sombra para dejar nuestra ropa ya que el sol aprieta con fuerza y nos vamos metiendo al agua por turnos.
Cuando llega mi turno, pillo las gafas y el tubo y me voy a la zona izquierda de la playa pero el agua está turbia y hay muchas rocas que dificultan el buceo por lo que desistimos de hacer snorkel.
Cambiamos la fauna submarina por las acrobáticas zambullidas de los pelícanos tratando de capturar su comida. Una y otra vez se lanzan al agua en picado para llenar su enorme pico de pececillos.
Una bonita garza enana y unos vistosos patos que descubrimos entre las rocas, nos mantienen entretenidos durante un buen rato. Tanto es así que para cuando nos damos cuenta, es hora de volver al parking.


Manzanillo








A las 14,30 llega Andrés y le pedimos que nos lleve a Bellavista para comer algo pero cuando llegamos, descubrimos que los escasos locales que hay para comer en la zona, están cerrados.
Finalmente decidimos ir a comer a Pto Ayora, en uno de los numerosos garitos que hay en la calle Charles Binford.
Una sopa, sancocho, pollo y camarones a la plancha, nos sirven para calmar el apetito a los tres. Todo más una cerveza, 20$.
Tras la comida, uno de los compañeros decide acercarse de nuevo, y por última vez, a la Playa de los Alemanes. 
Mientras tanto, nosotros nos vamos a dar una ducha tras la cual visitaríamos el pueblo para hacer algunas compras hasta las 18 horas, cuando nos reuniremos con nuestro compañero.
Yo aprovecho para acercarme al muelle de los pescadores de nuevo. Hoy tienen bastantes atunes y gaviotas, pelícanos, fragatas y una solitaria garza se disputan el botín de los restos del pescado. Las gaviotas se acercan a los atunes para devorar los ojos, la parte más blanda y asequible.






Una vez todos juntos, nos tomamos unas cervezas en una terraza cercana al mar donde acabamos cenando atún a la plancha con arroz, alubias y ensalada ( 39$ con cervezas incluidas ).
Nuestro paso por Galápagos está llegando a su fin pero antes de retirarnos a nuestros aposentos, haremos una última visita al puerto donde el espectáculo está siempre servido.
Lobitos, tiburones, rayas y numerosos bancos de pececillos que sirven de pasto a los tiburones, se concentran en unos pocos metros cuadrados. 






Se nos pasa el tiempo volando, embobados con todos estos animales que se arremolinan bajo las luces de las farolas que alumbran el puerto.
Son ya más de las 22 horas. Compraremos el último helado casero en Galápagos y comenzaremos la retirada a nuestro apartamento.
Mañana abandonamos este paraíso.


Ruta de la jornada:



Capítulo anterior: Isla Pinzón. Galápagos V

No hay comentarios: