05 octubre 2019

Safari en South Luangwa ( III ).


Hoy promete ser un día largo. Al contrario que en nuestros dos primeros safaris por South Luangwa, hoy no volveremos al campamento para comer sino que pasaremos todo el día en el interior del parque en busca de la fauna más esquiva.
Tendremos que pagar un suplemento de 45$ cada uno pero esperamos que el esfuerzo extra, merezca la pena.
Hemos hecho ya dos safaris matutinos y otros dos por la tarde-noche pero los ansiados leopardos y licaones no se han dejado ver. Hoy nos internaremos más lejos para ver si cambia nuestra suerte.



Ruta de la jornada:
 
A las 5 comienza el ya habitual rito diario cuando un empleado del campamento abre la trampilla de nuestra habitación para que nos vayamos despertando. 

Una rápida visita al baño, cargar cámaras y prismáticos en la mochila y a desayunar un pequeño tentempié antes de montar en los vehículos.
Tras atravesar el puente que cruza el río Luangwa, comenzamos a descubrir los primeros animales. Un nutrido grupo de antílopes y cebras pastaban tranquilamente con las primeras luces del día.
Un turaco unicolor, un escandaloso calao de pico rojo en lo alto de un árbol y un cuco cejiblanco, fueron las primeras aves de la jornada.





Calao de pico rojo


Cuco cejiblanco


Turaco unicolor

Poco más adelante, un curioso grupo de ardillas en el tronco de un árbol, se daban calor unas a otras durante las frescas horas del incipiente día.




Nuestra ruta continua mientras los habituales habitantes del parque desfilan ante nosotros una vez más. Pero no sólo los animales atraen nuestra atención ya que es imposible pasar por alto su exuberante vegetación entre la que destaca el imponente baobab.
Este imponente y sorprendente árbol se ha convertido en todo un icono del continente africano y a su alrededor giran multitud de oscuras y misteriosas leyendas que varían dependiendo del país donde nos encontremos. 

En Zambia no dudan en afirmar que los malos espíritus duermen en su regazo y a las mujeres les prohiben comer sus frutos mientras elaboran la cerveza ya que aseguran que ésta se verá perjudicada si lo hacen.
Sea como fuera, lo que sí parece claro es que han sido testigos mudos de todo lo que ha sucedido a su alrededor durante miles de años. Se dice que los baobabs con troncos de 10 metros de diámetro, tienen hasta 3.000 años de vida. 

Si por un momento haces un esfuerzo mental y retrocedes todo ese tiempo, serás consciente de lo que significa.....


Baobab


Baobab

Estamos a finales de Mayo, lo que significa que la estación de lluvias ya ha finalizado y a pesar de que aún quedan muchas lagunas llenas de agua, las más pequeñas comienzan a secarse aunque algunos hipopótamos se resisten a abandonarlas.
El número de hipopótamos que puebla el río Luangwa y su entorno es realmente impresionante y poco antes de nuestra visita pude leer que iban a comenzar a sacrificar hasta 3000 ejemplares. Se calcula que su población actual ronda los 13.000 individuos y fuentes del gobierno aseguran que el parque no debiera cobijar a más de 5.000 ejemplares.
En cualquier zona del río donde te encontraras, así como en cualquier charca por pequeña que ésta fuera, se podía ver algún ejemplar.
Un pequeño grupo que descansaba tranquilamente a orillas del río, se vio sorprendido por nuestra llegada y huyeron precipitadamente provocando un estruendo espectacular en su huída. Ellos se asustaron pero yo que no les había visto, me asusté bastante más cuando oí aquel atronador ruido cuya procedencia y motivo desconocía.








Un poco más adelante, un enorme paquidermo se empeñó en ralentizar nuestro paso al situarse delante de nosotros sin abandonar la pista que seguíamos. Si nos acercábamos demasiado, se giraba hacia nosotros y nos lanzaba una mirada muy poca amistosa por lo que nos obligó a seguirle a una distancia prudencial hasta que decidió dejarnos el paso libre.





Era hora de hacer una breve parada para tomar un café y unos dulces, estirar un poco las piernas y vacíar la vejiga tras verificar que no había enemigos a la vista.
Una bonita laguna rebosante de agua y de rabioso color verde, supuso el escenario perfecto para disfrutar del momento.






Proseguimos la ruta deteniéndonos a menudo para disfrutar de las aves del parque. 

Cigüeñas de Pico abierto, Jabirus africanos y un Alción cabeciblanco, entre otras muchas especies, nos obligaron a sendas paradas para tratar de hacerles alguna fotografía.


Cigüeña de pico abierto



Jabiru africano
 
Alción cabeciblanca

Es casi ya mediodía y aunque seguimos viendo la fauna habitual del parque, el grupo echa en falta la aparición de algún carnívoro. Llevamos casi seis horas recorriendo las polvorientas pistas de South Luangwa y parece que se resisten a dejarse ver.
De pronto, Donald deja la pista para dirigirse a una zona cerca del río, buscando un lugar donde la densa vegetación nos permitiera una mejor visión de los alrededores. Súbitamente alza su mano y señala con su dedo al otro lado del río mientras pronuncia una de las palabras mágicas : LIONS.
Efectivamente, un grupo de leones descansa en la arena, al otro lado del río. Todos nos miramos sorprendidos e impresionados. Es prácticamente imposible distinguirlos a tanta distancia, perfectamente camuflados con el entorno.
Tengo fundadas razones para pensar que alguno de los guías de los coches con los que nos hemos cruzado, le han indicado el lugar exacto donde se encontraban. De otro modo, sería absurdo haberse metido en un terreno tan abrupto como el que nos encontrábamos.
Sea como fuere, Donald no se encontraba relajado en aquel lugar. Nos había costado mucho acceder hasta allí y los leones, que ya se habían percatado de nuestra presencia, nos miraban fijamente. Salir de allí apresuradamente, era una tarea prácticamente imposible. Pese a la relativa lejanía a la que se encontraban, varias veces insistió en que no hiciéramos ruido ni movimientos bruscos. En una palabra, se mostraba muy intranquilo.
Tanto es así que tras levantarse el macho más grande y sin haber transcurrido 5 minutos desde nuestra llegada, nos dijo que nos íbamos de allí.
Fue un comportamiento un tanto extraño que nos llamó la atención a todos.






Una vez pasado el tenso momento, nos dirigimos a una zona despejada a orillas del río para almorzar. Como siempre, antes de bajar del vehículo Donald hacía un rápido reconocimiento de la zona para verificar que no había peligros a la vista. Un bonito ejemplar de martín pescador gigante fijaba su atención en el agua desde su percha, en busca de alguna presa.


Martín pescador gigante

Custodiados por las inquietantes miradas de los imponentes lagartos y cocodrilos que descansan a orillas del río, extendemos unas mantas sobre la arena y sacamos la comida que nos habían preparado en el campamento : unos huevos duros, una ensalada y unos muslos de pollo a los que añadimos un poco de queso y unas manzanas que habíamos llevado nosotros. 
Por supuesto, tampoco podían faltar unas cervezas que habíamos mantenido frías en hielo. 
¡¡¡ Todo un lujo !!!









Tras la comida seguimos internándonos en el parque pero definitivamente parece que la diosa fortuna no nos acompaña.
Hipos, cebras, elefantes, kobos, jirafas, marabús africanos y otro gran número de animales siguen mostrándose sin timidez pero los ansiados gatos no aparecen. 

Damos vueltas y más vueltas buscando en lo alto de los árboles y en las zonas más frescas, con la esperanza de que en cualquier momento haga aparición un lindo gatito, pero nada...




Kobos


Marabú


Viuda del paraiso


Cría de jirafa






El sol empieza a caer y estamos bastante lejos del campamento así que comenzamos el regreso poco a poco.
Alertado por los chirridos de alarma de algunas aves, Donald detiene el coche para escudriñar bien los alrededores. 

Sabemos que los gritos de algunos animales son una excelente pista para descubrir a los depredadores. 
En más de una ocasión, las escandalosas urracas y los rabilargos nos han ayudado a descubrir algún lince en la Sierra de Andújar y hace unos años en India, los gritos de los langures resultaron excelentes colaboradores en nuestra búsqueda de tigres y leopardos. Pero esta vez parece que no hay tanta fortuna.

Proseguimos nuestro camino un tanto desmoralizados ya que el día se va agotando y una vez más, ni licaones ni leopardos hacen acto de presencia. Pensábamos que ver leopardos iba a resultar mucho más sencillo y tras tres días de safaris continuamos sin haber visto ninguno.
Ibamos hablando de ésto cuando de repente, volvimos a oir los chirriantes cantos de los pájaros que delataban la posible presencia de un depredador cercano. 

¿ Pero dónde ?`
 
Donald aminoró la marcha oteando cada metro del terreno por donde avanzábamos. Ya habíamos vivido esta situación más veces durante los safaris así que tampoco teníamos demasiadas esperanzas de ver algo interesante pero así todo, nos manteníamos alerta.
Además, una pareja de pukus pastaban con aparente tranquilidad junto a nosotros sin mostrar ningún tipo de nerviosismo. 

Pero de pronto, uno de ellos nos sorprende lanzando un inequívoco grito de alarma. 
Ahora sí, algún carnívoro tiene que estar cerca, muy cerca, no hay ninguna duda.
Donald avanza ahora muy despacio, con la vista fija en los árboles mientras el resto del grupo rastreamos nerviosos cada centímetro del terreno.
El protagonista de dar el ansiado grito fui yo : ¡¡¡ LEOPARD !!!

Allí estaba, agazapado tras un arbusto y con la mirada fija en los pucus, un precioso ejemplar de leopardo se mostraba por fin ante nosotros. Durante interminables minutos lo tuvimos a escasos metros, disfrutando a tope de su belleza y su cautivadora mirada felina.
Nos había costado dar con él pero ahora lo teníamos para nosotros solitos y con la espléndida luz del atardecer. 

Fotos, videos y más fotos se sucedieron sin tregua hasta que todos nos dimos por satisfechos.
Hay que ver cómo puede cambiar el ánimo del grupo en tan sólo un instante.

















Todos íbamos entusiasmados por el momento vivido recordando cada instante con indisimulada emoción y aunque cebras, jirafas y búfalos se cruzaban en nuestro camino, no les prestábamos ya ninguna atención.
El codiciado kaingo, como es conocido allí el leopardo, había sido capturado para siempre en nuestras cámaras fotográficas y se había convertido en el indiscutible protagonista de la jornada.

Llegamos al campamento con una gran sonrisa dibujada en nuestros rostros. 

Tenemos todo el campamento para nosotros ya que todo el mundo sigue de safari así que aprovechamos para ducharnos tranquilamente antes de sentarnos a tomar una cerveza y cenar una sopa de maíz, pollo a la naranja y un mousse de mango.
Tras la cena nos quedamos en la zona del bar para tomar algo en la tranquilidad de la noche mientras repasamos las fotos y videos de la jornada.
Es hora de retirarse, mañana nos espera otro duro día de safaris y tenemos la moral por las nubes....


Capítulo anterior: Safari en South Luangwa ( II )
Capítulo siguiente: Safari en South Luangwa ( IV )

No hay comentarios: