15 diciembre 2019

Safari en South Luangwa VI, la despedida.


No son aún las 4 cuando me despierto y ya no me vuelvo a dormir. Es mi último día de estancia en South Luangwa y los gritos de las hienas se dejan oir muy cerca, yo diría que demasiado..
Uno de mis compañeros se levanta y se prepara para bajar al baño antes de que éstos se llenen de gente. Yo también necesito vaciar mi vejiga pero la inquietante melodía de las hienas en la oscuridad de la noche, no invita demasiado a hacerlo.
Unos minutos más tarde, se comienzan a levantar el resto de personas que compartimos la habitación preparada para alojar hasta nueve personas.
Tras el frugal desayuno de todos los días, salimos hacia nuestros vehículos para comenzar el que será nuestro último safari matutino.
Apenas montamos en el jeep, las polacas comentan a Donald que les gustaría ver algún leopardo. Donald, con su habitual diplomacia, se vuelve hacia ellas y les responde : " puede que veamos alguno hoy...o quizás no, quién lo sabe...."


Apenas entramos al parque, vemos cómo un grupo de elefantes se reune en las orillas del río Luangwa, dispuestos a cruzar al otro lado. La luz del amanecer acompaña a la bonita escena consiguiendo que el momento parezca realmente mágico.
Donald sabe hacia donde se dirigen y nos conduce hasta allí para esperar al grupo donde supone que van a llegar. Los elefantes se disponen en fila y comienzan a cruzar el ancho pero poco profundo río y como no podía ser de otro modo, llegan a tierra a escasos metros de donde nos encontramos esperándoles. Tras el obligado baño, se dan una buena ducha de tierra para secarse y combatir a los parásitos que se pegan a su piel.





Jirafas, babuinos, mangostas y otros animales habituales siguieron desfilando ante nosotros.
Una pelea entre dos facóqueros macho, nos tuvo entretenidos durante un buen rato hasta que uno de los dos optó por una rápida retirada.
Un poco más adelante nos topamos de nuevo con los estrafalarios calaos terrestres, un ave que nunca pasa desapercebida.
Y mientras hacía unas fotos a un grupillo de cebras en la lejanía, pude apreciar gracias al zoom de mi cámara fotográfica, algo raro en la pata trasera de una de las cebras. Al mirar con más detenimiento, pude apreciar que la cebra mostraba claros signos de haber sido atacada por un depredador. Todo parecía indicar que había recibido un zarpazo que le había causado una gran herida. Parece que los leones han estado muy activos esta noche pasada...









Una joven y preciosa águila marcial, un hipopótamo al que sorprendimos pastando fuera del agua y un nuevo grupo de jirafas, pusieron punto final al safari matutino. Una vez más, había resultado mucho más tranquilo que los que estábamos disfrutando los últimos días por la tarde pero no por ello habíamos dejado de disfrutar de otra preciosa jornada africana.




Cuando llegamos al lodge, subo a la habitación para dejar la mochila ya medio preparada y organizar todo el equipaje ya que mañana tendremos que madrugar para salir hacia Lusaka.
Tras dejar todo ya medio preparado, bajo a comer con el resto de mis compañeros. Hoy toca buffet.
Con la tripa llena, decidimos pagar lo que teníamos pendiente del safari de día entero y alguna cosilla más. Nos permiten pagar en dólares o en euros a un cambio bastante aceptable.
Nuestras últimas horas en South Luangwa y más concretamente en el Marula Lodge, discurren con tranquilidad tumbados junto a la piscina o admirando el salvaje río Luangwa que pasa junto al lodge, regalándonos los incesables gritos de los hipopótamos y las visitas de lagartos, abejarucos y martín pescadores.

A las 15,30 comenzamos el que será definitivamente nuestro último safari en South Luangwa con la esperanza de que mantenga el nivel de los disfrutados a estas horas durante los últimos días.
Por última vez cruzamos el puente que da acceso al parque, siempre custodiado por numerosos babuinos, dispuestos a vivir intensamente los colores, los olores y quién sabe si algún emocionante encuentro en estas salvajes tierras africanas.
Lo primero que observamos al entrar al parque es que hoy los coches no siguen un rumbo común lo que significa que en principio no hay depredadores localizados por los alrededores.
Hoy Donald no se aleja demasiado de la entrada al parque y a pesar de que recorre minuciosamente cada palmo de pista, no vemos nada que resulte destacable.





De pronto el móvil de Donald se deja oir y todos nos revolvemos nerviosos con la confianza de que se trate de noticias interesantes. Nuestro guía siempre habla en su lengua local y nos resulta imposible saber de qué habla pero cuando da la vuelta y acelera la marcha, a todos nos queda claro que algo interesante nos aguarda.
Llegamos a un cruce de pistas donde nos espera otro guía del lodge y tras hablar con él y recibir las indicaciones pertinentes, vamos directos hacia una extensa llanura atravesada por uno de esos profundos cauces secos que tantas veces hemos explorado días atrás porque son muy frecuentados por los leopardos ya que les oculta totalmente cuando se disponen a cazar.

Nada más ver el tipo de terreno donde nos encontramos, mis compañeros y yo estamos convencidos de que vamos tras un leopardo pero lo que nunca hubiéramos adivinado es que éste acababa de dar caza a un impala.
Efectivamente, oculto por la profunda grieta donde se encontraba, sólo alcanzábamos a ver las patas traseras del impala agitándose en sus últimos intentos por zafarse del depredador que apretaba sin compasión su cuello.
Infructuosamente busco en el interior del coche, el mejor ángulo para intentar ver al leopardo ya que éste se encuentra pegado a la pared de la grieta y no consigo verlo pero inesperadamente, el leopardo se mueve y gira la cabeza para clavarme fijamente su mirada y mostrarme sus fauces teñidas de rojo por la sangre del impala.
Lo tengo enfocado con mi cámara y esa imagen en la que su preciosa mirada contrasta con la crudeza que aporta la sangre que tiñe su cara mientras el impala yace ya muerto a sus pies, me deja sin palabras. Impresionante.





Durante muchos minutos permanecí inmóvil deleitándome con la fascinante escena que estaba viviendo en directo. El leopardo estaba exausto y apenas había devorado los cuartos traseros del impala pero se mostraba tenso por la posible aparición de otros depredadores que le pudieran robar su botín así que comenzó a arrastrar a su presa hasta sacarlo de la grieta para llevarla hasta una zona arbolada cercana.
Todos estábamos convencidos de que el leopardo subiría el impala a un árbol ya que no dejaba de mirar hacia las copas de los árboles pero Donald nos dijo que el impala pesaba demasiado todavía ya que era un ejemplar grande y estaba prácticamente entero.
Ver el tremendo esfuerzo que le suponía mover unos metros al impala y sus incesantes jadeos, era realmente conmovedor.
Cuando el leopardo consiguió subir a la parte alta del terreno, donde la vegetación era frondosa, desapareció de nuestra vista.





El espectáculo había resultado impresionante pero todavía nos aguardaba otra sorpresa ya que Donald nos llevó un poquito más adelante para mostrarnos la causa de que el leopardo se mostrara tan nervioso por ocultar su presa.
Una cría de leopardo permanecía inmóvil, casi invisible, en los límites de la zona arbolada esperando que su madre le viniera a buscar para proporcionarle su oportuna ración de carne.
Permanecimos allí durante un rato por si la hembra aparecía o veíamos algó interesante pero todo parecía indicar que la tranquilidad había vuelto al lugar. Cualquiera que llegaría ahora nunca podría imaginar todo lo que había pasado hace tan solo unos minutos.



Donald arrancó su vehículo y nos dijo que volveríamos al lugar una vez entrada la noche para ver si había algún movimiento pero ahora nos dirigíamos a las orillas del río para el picnic de todos los días.
Mientras nos comiamos unas palomitas y comentábamos las increibles escenas vividas con el leopardo, los escandalosos gritos de los hipopótamos provocaron que todos nos giráramos hacia ellos.
Una tremenda pelea entre varios machos en el interior del río supuso la nota excitante de la merienda. Todos seguimos la escena impresionados hasta que uno de los combativos hipopótamos emprendió la huída perseguido por otros dos ejemplares.




Tras el incidente recogimos todo y nos preparamos para iniciar el último safari nocturno.
Los habituales animales que comienzan su actividad cuando los rayos de sol desaparecen, comenzaron a parecer ante nosotros. Ginetas, mangostas, hipos y alguna hiena, nos tuvieron entretenidos hasta que un nuevo ejemplar de leopardo apareció súbitamente ante nosotros. Poco a poco se dirigió hacia la zona arbolada cercana para desaparecer entre la vegetación tras marcar su territorio orinando en un tronco seco.
Algún conejillo y un nutrido grupo de impalas cuyos ojos reflejaban en la noche la luz de nuestro foco, iban apareciendo en nuestro camino a pesar de que todos teníamos la mente en el lugar donde el leopardo había cazado su presa.
Pero lo único que alcanzamos a ver cuando llegamos allí, fueron los restos del impala a medio devorar ocultos entre unos arbustos. Ni rastro del leopardo adulto ni de la cría ni de ningún depredador cercano.








Emprendimos definitivamente ya el regreso al lodge no sin antes hacer una última parada para ver un  búho de Verreaux, el búho más grande Africa que disfrutamos calmadamente tras posarse en la rama de un gran árbol.
Fue el punto final al último safari y nuestra despedida de South Luangwa National Park.
Una vez más, el safari de tarde había resultado inolvidable y espectacular. No habíamos asistido a la escena de caza en directo pero habíamos llegado cuando la presa aún estaba viva y el leopardo luchaba con ella. Inolvidable.



Ya en el lodge, nuestra cena de despedida consistiría en pollo asado al que acompañamos con un poco de jamón y una botella de vino que habíamos guardado para la ocasión con objeto de celebrar nuestro exitoso paso por South Luangwa. Aunque el objetivo de ver licaones no se ha cumplido, finalmente hemos visto 5 leopardos, inolvidables escenas de caza y un montón de fauna que han conseguido satisfacer casi todas nuestras expectativas.
Mañana hemos quedado con Denver a las 6 para abandonar este entrañable rincón del mundo y dirigirnos a Lusaka, la capital zambiana.
Nuestro paso por South Luangwa ha llegado a su fin pero serán muchos los momentos que nos llevaremos grabados en nuestra memoria para siempre.
Un auténtico placer.....


Video de la jornada:


Capítulo anterior: Safari en South Luangwa V
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