15 enero 2020

De Hveragerði a Vik.Cascadas, Glaciares y playas negras.



Parece que hoy amanece de forma mucho más apacible que ayer. El cielo muestra algunos claros y no llueve. Llevamos poco más de dos días en Islandia y ya hemos comprobado de primera mano, la gran variedad climatológica que ofrece la isla. Hemos gozado de algún rato de sol en el Círculo Dorado y sobre todo, hemos padecido cielos totalmente cubiertos, fuertes vientos helados y agua a discreción.
Ya veremos que nos tiene reservado el día de hoy....

Mientras desayunamos, intentamos organizar un poco el tema de equipajes ya que nos lleva bastante tiempo cargar y descargar las mochilas que van en el arcón superior de nuestro coche y queremos intentar abrir y cerrar lo menos posible el cofre de arriba. 
Como sólo estaremos una noche en nuestro siguiente destino, meteremos en nuestra mochila de mano lo imprescindible para pasar la jornada de mañana y de esta manera no tocaremos el equipaje que va en la parte superior del vehículo. Así, esperamos ganar tiempo y comodidad. 
Tras cargar de nuevo el coche y limpiar un poco el que ha sido nuestro alojamiento durante los dos últimos días, salimos rumbo a Vík í Mýrdal

 

Ruta de la jornada



Tenemos unas cuantas paradas anotadas en una ruta durante la que calculamos hacer unos 200kms. 
Partiendo de la cercana localidad de Hveragerði, donde se encuentra nuestra cabaña, y tras cruzar Selfoss, tenemos previsto visitar los siguientes puntos: 

  • Urriðafoss ( cascada sobre el río Þjórsá,a unos 20kms de Selfoss )
  • Keldur ( aldea con casitas cubiertas de césped, 38kms más adelante )
  • Seljalandsfoss y Gljúfrabúi ( dos bonitas cascadas que se encuentran a 37 kms de Keldur )
  • Skógafoss ( 30 kms más adelante, nos topamos con esta espectacular cascada sobre el río Skógá )
  • Sólheimajökull ( tan sólo 12 kms más adelante, visitamos nuestro primer glaciar )
  • Reynisfjara ( 25 kms después llegamos a esta espectacular playa negra )
  • Dyrhólaey ( a tan sólo 2 kms del punto anterior, se encuentra el faro de Dyrhólaey )
  • Vik ( a unos 20 kms se encuentra la localidad más importante de la zona )
 
 


Urriðafoss


Eran poco más de las 9 cuando llegamos al primer punto marcado de la jornada. Se trata de la cascada Urriðafoss.
Hablar de cascadas en Islandia es como hablar de árboles en la Amazonía ; hay tantas que al final pierdes la perspectiva y no valoras lo que estás viendo. Todas son distintas y tienen su encanto pero personalmente no considero las de Urriðafoss como una de las imprescindibles de la isla.
Situada en el río más largo de Isladia, el río Thjorsa, tiene una caída de unos 6 metros y aunque a mí no me pareció algo espectacular, seguro que encontrareís opiniones muy distintas. Para gustos los colores...
Lo mejor fue que las disfrutamos en total soledad y pudimos ver los primeros salmones luchando contra las corrientes del río.
La visita no lleva mucho tiempo ya que hay un parking cercano al pequeño sendero que muestra la zona.



 

Keldur

A menos de 40 kms se encuentra nuestro próximo destino, una pequeña y antiquísima aldea caracterizada por sus pequeñas casitas tapizadas de hierba. Keldur es uno de los pocos lugares del sur de la isla donde podremos admirar este tipo de construcciones ya que la mayoría se encuentran en la zona norte.
 

" Lugar histórico donde vivieron algunos de los jefes de los clanes más importantes de Islandia, Keldur fue construido con las rocas lanzadas por el cercano volcán Hekla. "
Las casas que podemos ver en la actualidad fueron reconstruidas en los siglos pasados al verse seriamente afectadas por los últimos terremotos.
Dejamos nuestro coche en el pequeño parking cercano a las casas y nos acercamos andando para descubrir que el lugar estaba cerrado. La gente se limitaba a fotografiar la casita al borde del río y asomarse a la aldea desde la valla que lo dilimita. Se dice que la pequeña construcción al borde del arroyo, está conectada con las casas cercanas y que constituía una salida de escape en caso de que fuera necesario.
Nos acercamos hasta la puerta donde había un cartel anunciando las fechas de apertura y los precios ( que podeís ver abajo ) y cuando íbamos a abandonar el lugar, un granjero que apareció por allí nos dijo que podíamos pasar dentro. Pensábamos que la puerta estaba cerrada pero cuando giramos la manilla, ésta se abrió.
Pasamos al interior y aunque las construcciones permanecían cerradas, pudimos acercarnos a ellas y respirar el ambiente que vivieron los habitantes de este lugar hace cientos de años.
Una visita curiosa y cargada de historia que merece la pena.



 

 












Seljalandsfoss y Gljúfrabúi
Seljalandsfoss
 
Tuvimos que avanzar casi otros 40 kms para llegar a las cascadas de Seljalandsfoss y Gljúfrabúi.
Si algo caracteriza a Seljalandsfoss, no son los 60 metros de desnivel que salvan sus aguas sino la posibilidad de pasar por detrás de la cascada a través de un sencillo sendero que te permitirá situarte entre la pared de la montaña y la cortina de agua.
Hay varios aparcamientos cercanos para dejar tu coche,alguno de ellos de pago.
 
Esta vez, al contrario de nuestra primera  visita, nos encontramos rodeados de gran número de personas que acuden al lugar para ver esta peculiar cascada.


Seljalandsfoss
Seljalandsfoss















 

Tras hacer el sendero que rodea la cascada por detrás y las oportunas fotografías, nos dirigimos a otra cascada cercana no tan accesible, la de Gljúfrabúi.
Si Seljalandsfoss te permite rodear por completo su cortina de agua, Gljúfrabúi te lo pondrá mucho más difícil. 

 
 


Gljúfrabúi
Gljúfrabúi
 




















 


Llegar hasta la base de la cascada, supone adentrarse por un estrecho cañón por el que fluye el agua y que a menudo se encuentra colapsado por la gente que trata de entrar y salir del mismo. Tan sólo hay que adentrarse unos metros pero el hecho de que la gente no quiera mojarse los pies provoca que todos quieran pasar por una hilera de piedras sólo accesible en un sentido, por lo que los atascos resultan desesperantes.
Ya de vuelta al coche, nos llaman la atención las numerosas truchas que se ven en los arroyos de la zona.








Skógafoss  


Tenemos que seguir unos 30 kms más para llegar a nuestro próximo objetivo: Skógafoss.
" Nos encontramos ahora con una cascada de unos 60 metros de altura y 25 de ancho que se erije como una de las más grandes de Islandia. Es habitual que se forme un arco iris a lo largo de la misma pero en esta ocasión no será posible contemplarlo ya que el cielo se ha cubierto por completo y ha comenzado a llover. "
Resulta difícil hacer una foto decente de la cascada ya que la lluvia mezclada con el agua que expulsa la catarata y el viento que lanza el agua contra nosotros, empapa nuestras cámaras en segundos.
Por la parte derecha de la cascada, ascienden unas escaleras que conducen a los glaciares Eyjafjallajökull y Mýrdalsjökull para posteriormente bajar a Þórsmörk y seguir hasta Landmannalaugar, donde estuvimos ayer.
Nosotros nos limitamos a seguir durante unos kilómetros el cauce del río Skógá, antes de regresar al coche para continuar nuestra ruta. La lluvia amenaza con castigarnos duramente una vez más.
Aprovechamos para comer unos bocadillos en una mesa a cubierto de la lluvia, antes de proseguir la ruta.








Sólheimajökull
 
Nos dirigimos ahora al glaciar Sólheimajökull, a tan sólo 12 kms de donde nos encontramos, para asisitir al gran espectáculo que supone ver el frente de este glaciar, una lengua de otro glaciar aún mayor, el Mýrdalsjökull, ubicado en la cima del Katla, el volcán más poderoso de Islandia.
Son muchos los que se acercan a este glaciar para hacer caminatas guiadas por su superficie helada pero nosotros nos conformaremos con admirar el precioso escenario donde se encuentra.
Una pequeña caminata de unos 2 kms, nos sirvió para disfrutar del frente del glaciar teñido de negro a causa del polvo volcánico arrastrado por los fuertes vientos, así como de los enormes trozos de hielo que flotaban en las aguas del lago glaciar anexo.









 

Dyrhólaey y la Playa de Reynisfjara


 

Ya en el coche, recorreremos unos 25 kms para llegar hasta los siguientes puntos marcados, Dyrhólaey y la playa de Reynisfjara
El tiempo está empeorando por momentos y lo peor ya no es la intensa lluvia ni los fuertes vientos que estamos padeciendo, sino la densa niebla que se nos está echando encima y nos impide ver mucho más allá de unos pocos metros.
Nos acercamos primero a un alto desde donde hay buenas vistas a la Playa de Reynisfjara pero la niebla, el viento y el agua nos impide disfrutar del momento como se merecía.

El rabioso color negro de la arena, sus peculiares formaciones basálticas y el maravilloso entorno que nos rodeaba, quedaron  empañados por las terribles condiciones climatológicas que sufrimos. 





El viento que soplaba nos zarandeaba como a muñecos y debíamos agarrarnos unos a otros para no ser arrastrados. Para colmo, la niebla y el agua parecían conjurarse para convertir nuestra visita a la zona, en una auténtica tortura. 
El paisaje ya de por sí resultaba salvaje pero aliñado con la lluvia, la niebla y el viento, se convirtió en un lugar totalmente inhóspito e inhumano.  
Islandia volvía a mostrarnos su cara más inclemente y desapacible y lo hacía en un lugar de innegable belleza, impidiéndonos terminar la jornada como nos hubiese gustado.
Aún así, nos acercamos hasta el Faro de Dyrhólaey, donde extremando las precauciones para no ser lanzado a los acantilados, dimos un pequeño paseo luchando contra el viento para adivinar entre la niebla, el famoso Arco de Dyrhólaey y los bellos paisajes que rodean la zona.
Era imposible continuar en esas condiciones y muy a nuestro pesar, dimos por finalizada la jornada. Si mañana mejoraba el tiempo, intentaríamos acercarnos hasta aquí de nuevo.




 
Estábamos mojados, cansados y un poco desesperados por el horrible día que nos acompañaba así que nos acercamos hasta la localidad de Vik para hacer unas compras antes de ir a nuestro próximo alojamiento, un apartamento a unos 10 kms de Vik.
" Generalmente la gente se aloja en esta localidad, la más austral de Islandia, que se erije como la más importante de la zona al ofrecer numerosos alojamientos y restaurantes. Para hacernos una idea de cómo son los pueblos en Islandia, cabe destacar que este importante enclave cuenta con una población de unos 300 habitantes... "
Nuestro paso por allí resultó efímero ya que se limitó a parar en un supermercado, hacer las compras oportunas y abandonar el lugar rumbo a nuestro apartamento. 
Teníamos ganas de secarnos, ponernos cómodos y relajarnos.

Llevaba la ubicación de nuestro alojamiento marcada en el GPS pero cuando llegamos a nuestro destino, un minúsculo núcleo de 3 ó 4 casitas, no sabíamos cual sería la nuestra.
Tras explorar un poco la zona, encuentro una puerta con un cartel donde pude leer que se me invitaba a pasar si era yo quien había reservado el apartamento. Giré la manilla y la puerta se abrió.
Agradecimos no tener que abrir el cofre de arriba para sacar las mochilas ya que
llevábamos todo lo necesario en las mochilas de mano. Nos libramos de otra buena mojadura ya que la lluvia no parecía estar dispuesta a ofrecer tregua.
Cargados con las mochilas de mano y las compras que acabábamos de hacer, entramos a nuestro nuevo hogar ansiosos por ponernos cómodos y meter algo caliente en el estómago.
Ya con ropa seca y al calorcito del apartamento, nos servimos unas copas de vino mientras preparábamos la cena del día. 





 












Un arroz con pollo y verduras, pollo frito y unos yogures, sirvieron para reponer energías y ver las cosas de otro color.
En el sofá del salón preparamos los planes para mañana. 
Si el día amanecía despejado o al menos con buena visibilidad, volveríamos a visitar Dyrhólaey y la Playa de Reynisfjara pero si continuaba como hoy, abandonaríamos la zona en busca de mejor tiempo. Era inútil perder más tiempo aquí si continuaba la meteorología adversa. 
Y por otro lado, teníamos muchos kms por delante hasta nuestro próximo alojamiento en Hofn.
A descansar... 


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